23 de octubre de 2025

Poza Rica

Por Redacción

El boulevard Adolfo Ruiz Cortines se ha convertido en la línea que divide a Poza Rica entre lo que quedó mal y lo que está peor tras las lluvias que azotaron cinco estados. Las colonias entre el boulevard y el río Cazones siguen sufriendo las consecuencias: lodo acumulado, agua descompuesta, basura y animales muertos.

La ayuda federal prometida no ha llegado y la maquinaria para limpiar y normalizar la vida cotidiana sigue sin operar. Solo la solidaridad de personas de otras ciudades ha llevado agua y comida a los afectados. Las brigadas médicas son el único servicio activo en la zona.

De acuerdo con Raymundo Riva-Palacio, la crisis reveló la incompetencia de los gobiernos locales. En Veracruz, la gobernadora Rocío Nahle y en Puebla, el gobernador Alejandro Armenta fueron señalados como los peores líderes en la gestión de la emergencia, mientras que en San Luis Potosí, Ricardo Gallardo tampoco salió bien librado. Solo los gobernadores de Hidalgo, Julio Menchaca, y Querétaro, Mauricio Kuri, lograron manejar la situación con entrega de apoyos y coordinación logística efectiva.

Los pronósticos meteorológicos anticipaban lluvias muy fuertes, pero la respuesta de Nahle y Armenta se caracterizó por la descoordinación, prepotencia y desdén, priorizando cálculos políticos sobre la atención ciudadana. Se reportó que Nahle no respondió oportunamente a los llamados de la presidenta Claudia Sheinbaum, quien recibió el informe de Conagua cinco horas antes del colapso de los servicios en Veracruz.

En Poza Rica, se estima que 40% de la ciudad se vio afectada, con unas 55 mil personas impactadas. Sheinbaum ordenó dividir la ciudad en cuatro sectores para agilizar la ayuda, delegando a la Defensa y Marina, mientras el estado y el municipio mostraban nulo avance.

El desastre evidenció la falta de planeación urbana, infraestructura hidráulica moderna y coordinación regional en Veracruz y Puebla. Mientras la población sufre, los gobiernos locales han recurrido a propaganda y discursos que culpan al cambio climático, sin asumir responsabilidad por la negligencia institucional.

La tragedia natural dejó claro que las lluvias no son culpables, pero sí lo son la incapacidad y la improvisación de los gobernantes. La marca de la incompetencia de Nahle y Armenta quedará registrada en la memoria de sus ciudadanos y en Palacio Nacional.