
Por Cecilio García Cruz /Jesús te Ampare
La política mexicana no deja de sorprender por sus giros inesperados; ahí, la inseguridad, la violencia, la corrupción y la impunidad, ocupan un lugar preferente.
Los intereses públicos y los efectos personales suelen entrelazarse en un juego que ni el más diestro guionista de telenovelas podría imaginar.
En los pasillos de las mañaneras del pueblo, se comenta –cada vez con mayor insistencia—que el secretario de Seguridad y Protección Ciudadana, Omar García Harfuch (aparte de las versiones de un nuevo atentado contra su vida), tiene desde 2021 una relación sentimental con Ninfa Salinas Sada, hija de Ricardo Salinas Pliego, uno de los empresarios más acaudalados e influyentes del país.
La noticia, que comenzó como un rumor entre círculos políticos y sociales, ha tomado fuerza tras la publicación de algunas imágenes en una revista de alta sociedad donde se les observa sonrientes y cercanos.
El asunto no sería relevante si no existiera un contexto político especialmente delicado: la presidenta Claudia Sheinbaum tiene un trato frío—por decirlo amablemente—con el magnate televisivo, cuyos enfrentamientos con el gobierno federal han sido públicos y retumbantes.
En ese escenario, el romance de Omar no solo despierta curiosidad, sino también inquietud en el tablero político.
El secretario, uno de los funcionarios más cercanos a la mandataria, podría encontrarse ahora en una posición incómoda, atrapado entre su lealtad institucional y su vida privada.
En la lógica del poder, los afectos personales rara vez son inocentes, y los vínculos familiares pueden convertirse en un flanco vulnerable o en una inesperada línea de negociación.
En Palacio Nacional ya se escuchan susurros que mezclan la intriga del corazón con la estrategia política.
La pregunta que muchos se hacen es si esta historia de amor terminará en un escándalo, en un conflicto diplomático interno o, simplemente, en una anécdota más de la historieta sentimental de la élite mexicana.
Lo cierto es que, en México, ni el amor escapa a la política, ni la política escapa al amor.
Y cuando el romance se cruza con el poder, las consecuencias pueden ser tan explosivas como un titular de ocho columnas.
En este nido de amor se enlazan el poder político, el poder económico, el poder comunicacional y el posible futuro de México.
