Andrés Manuel López Obrador y Ovidio Guzmán / Vídeo
Por Rebeca Solano
- Señalan huida de AMLO y presión a Sheinbaum para romper con su líder
La figura de Andrés Manuel López Obrador atraviesa su momento más oscuro tras la declaración de culpabilidad de Ovidio Guzmán en Estados Unidos. Según versiones difundidas por el canal Brolet, el expresidente estaría en repliegue, evitando cualquier exposición pública significativa ante el temor de que las confesiones de Guzmán lo vinculen directamente con pactos criminales durante su gobierno.
En un video reciente titulado «El Mesías se convierte en fugitivo», Brolet acusa a López Obrador de esconderse para evitar enfrentar las consecuencias de una supuesta red de protección al crimen organizado tejida durante su sexenio. “No es retiro espiritual ni político, es puro miedo”, afirma el material que se ha viralizado en redes.
Las versiones sobre su posible salida del país, con destinos como Cuba en la mira, se multiplican, al tiempo que la presidenta Claudia Sheinbaum enfrenta una disyuntiva histórica: mantener su lealtad con quien la llevó al poder, o deslindarse ante la creciente presión internacional, particularmente del gobierno de Donald Trump.
Washington ha endurecido su postura contra figuras políticas vinculadas al narcotráfico. La exigencia es clara: México debe ofrecer nombres de alto perfil, facilitar extradiciones y romper con los pactos de impunidad si quiere evitar sanciones económicas, desestabilización financiera o complicaciones en el T-MEC.
Analistas y filtraciones apuntan a que los asesores más cercanos a Sheinbaum ya consideran viable sacrificar políticamente a López Obrador para salvar el proyecto de gobierno. Se especula incluso sobre la existencia de pruebas documentales y videográficas que comprometerían no solo al exmandatario, sino también a sus hijos y colaboradores más cercanos.
“El canto de Ovidio” —como ha sido llamado este momento— podría ser el punto de quiebre de la autodenominada Cuarta Transformación. La presión internacional se cruza con una crisis interna de legitimidad, mientras Morena enfrenta el desgaste de años de escándalos, opacidad y complicidades.
Lo que está en juego no es solo la imagen de un expresidente, sino el futuro político de un régimen que se construyó sobre la promesa de combatir la corrupción. Hoy, esa narrativa se desmorona, y el país observa expectante si Sheinbaum optará por la ruptura o el encubrimiento. El final de esta historia aún está por escribirse, pero la caída del mito ya comenzó.