
Estados Unidos incauta petrolero venezolano Skipper frente a costas de Venezuela
Por Rebeca Solano
Una operación militar estadounidense culminó esta semana con la incautación del petrolero venezolano Skipper frente a las costas de Venezuela, en lo que Washington describió como un golpe directo a la red de cooperación energética y financiera entre los regímenes de Nicolás Maduro y Cuba.
La embarcación, cargada con casi dos millones de barriles de crudo venezolano, estaba registrada a nombre de la firma Triton Navigation Corp., con sede en las Islas Marshall, y es señalada por investigaciones citadas por The New York Times y The Economist como una pieza clave en el esquema de exportaciones petroleras bajo sanciones internacionales.
El Skipper zarpó el 4 de diciembre desde Venezuela con petróleo pesado de PDVSA. Documentos internos de Petróleos de Venezuela S.A. y testimonios de funcionarios del sector, citados por The New York Times, indican que el destino declarado era el puerto cubano de Matanzas, bajo un contrato conjunto entre Cubametales y una empresa vinculada al comerciante panameño Ramón Carretero.
Carretero, sancionado por el Departamento del Tesoro de Estados Unidos, ha sido identificado como uno de los principales operadores del flujo de crudo entre Caracas y La Habana, facilitando operaciones que eluden los mercados internacionales tradicionales. De acuerdo con el New York Times, empresas ligadas a Carretero han gestionado hasta una cuarta parte del crudo exportado por PDVSA.
En paralelo, Cubametales obtuvo este año contratos por alrededor de 65 mil barriles diarios, cifra que representa un incremento de 29% respecto a 2024 y que supera ampliamente los volúmenes adquiridos en años previos.
El tránsito del Skipper incluyó la transferencia de 50 mil barriles al buque Neptune 6, que posteriormente se dirigió a Cuba, según datos de la firma Kpler, especializada en monitoreo marítimo. El resto del cargamento tomó rumbo hacia Asia, una práctica frecuente mediante la cual parte del petróleo supuestamente destinado a la isla termina revendida en mercados asiáticos, principalmente China, para obtener divisas que alivian la crisis económica del régimen cubano.
La incautación se realizó el 10 de diciembre, cuando tropas de élite estadounidenses abordaron el petrolero desde helicópteros Black Hawk. The Economist reportó que no hubo enfrentamientos y que la tripulación, integrada mayoritariamente por marinos rusos, no ofreció resistencia.
El gobierno de Estados Unidos afirmó que la acción se enmarca en la política de sanciones contra el régimen de Maduro y sus aliados. La fiscal general Pam Bondi sostuvo que el buque transportaba crudo venezolano e iraní en violación a las sanciones, mientras que el presidente Donald Trump declaró: “Fue confiscado por una muy buena razón” y estimó el valor del cargamento en unos 80 millones de dólares.
Desde La Habana, autoridades cubanas calificaron la incautación como un “acto de piratería y terrorismo marítimo”, acusando a Washington de buscar obstaculizar el intercambio energético entre Venezuela y Cuba. El gobierno de Nicolás Maduro también denunció la intervención como “piratería” y “secuestro” en aguas internacionales.
Por su parte, la Casa Blanca y funcionarios estadounidenses advirtieron a The Economist que la operación contra el Skipper no será la última, y anticiparon nuevas acciones contra otras embarcaciones involucradas en la red de exportación petrolera venezolana.
