Viernes, 19 de abril de 2024


Columna: Columna Invitada

“Qué fue lo que fue”

Jueves, 02 Julio 2020
  • Por:  alejandro hernández lópez/Arte y Mester

 

Anoche soñé que un marrano esquizofrénico salía de la cárcel. Puedevislumbrar como el marrano se burlaba del matadero.

Quizás no sea importante la vida de este marrano, juzgue usted, amablelector:

Y cómo dicen por allí –en la vida- dos cosas no se pueden ocultar: el tenerdinero y la otra el ser pendejo… Si ambas se juntan la cosa se vuelve peligrosa, pues un pendejo con dinero es peor que un loco con una pistola.

Sin embargo, a este marrano lo acusan de ratero, no de pendejo, pues, si así fuera no resultara insólito, el devenir de su riqueza.

El sueño me llevó a mirar al marrano desgrasado y con harto dinero robado de la *vitrina pública* ante los ojos de los dueños del dinero, de aquel que cuenta el dinero y frente a quien hace circular el dinero. Sí, el robó fue frente a todos como se deben hacer los crímenes, frente a todos y públicamente para que nadie sepa nada, para que nadie se dé cuenta.

Deleitosamente el chancho infernal no hacía otra cosa que robar, seis años de robo constante, intermitente, efectivo y diario. Y claro, en ese tiempo todo el tiempo –en el mundo de los sueños- había personas rateras que estaban de acuerdo, que permitían, que les valía madres el hambre de un pueblo, que les valió madres ser deshonestos, que aceptaron cambiar de vida porque lo proponía un marrano esquizofrénico.

Qué triste resulta ahora enterarse de enormes y exorbitantes cantidades de dinero, y claro que no, no nos sorprende tanto como saber que en este sucio robo participó una enorme cantidad de marranos. Cómo es posible que al final nos digan que se han robado 8 de cada 10 pesos de la lana, de la lana de la recaudación, de la lana del soberano.

Cómo se hizo ese enorme desfalco, ese robo. Cómo es la pregunta. Todos de acuerdo, nadie dijo nada. Entonces de qué están hechas las instituciones, qué sucedió, para qué sirve la ley de responsabilidades de los servidores marranos públicos. Nunca hubo un pequeño desacuerdo siempre fue una enferma obediencia: “Lo ordena el jefe marrano”…

Roba tres veces al día, roba, roba, roba. Enloquece robando, robar es la onda, puto el que no robe, hagamos un desmesurado saqueo. Esta es la realidad, la triste realidad que ocurrió frente a nuestros ojos, encima de nuestras narices y quizás, muy quizás, ante nuestra indiferencia.

Tristemente, así como ocurrió, nada ha ocurrido para resarcir el daño al soberano; y yo aquí estoy soñando a un pueblo que se acostumbra irremediablemente a lo irremediable.

En el sueño todo era tan claro que parecía verdad, el marrano parecía real, juraba que todo era verdad, que es real la pandilla cleptómana. Pero en la realidad doy cuenta que se trató de un sueño y que nada ha ocurrido, entonces, me siento a salvo. *Porque hasta hoy nada, nada, ha ocurrido*, que bueno que nomás fue un mal sueño.

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