¡Qué barbaridad¡
Hasta el suplente de Wenceslao se va. Y si algo decente ocurre el suplente de Wenceslao puede regresar, así como si fuera Juan por su casa. Como piezas de “lego” se arman y se desarman a conveniencia, claro está con la venia del señor.
Ayer, antes de este jueves santo se fueron 13 más y -digo- no sólo ocurre con los integrantes diputados de la LXV legislatura de Veracruz, también ocurre en otros lados como en los tres niveles de gobierno.
Todos aspiran, todos ambicionan, codician, todos suspiran y mueren por gozar un poco de ese poder: hombres y mujeres. Todos quieren más, todos saben a dónde conduce el exceso aunque todos intentan esconder esa fascinación por la pródiga abundancia.
Aseguran que nada de sus acciones y hechos pasa el límite de lo que considera normal, riñen, pelean, hacen guerra sucia, pero al final, al caer la oscuridad todos regresan a casa. Y si las cosas no salen bien, para no entristecerse por su ausencia se les pagará aunque esta ausencia ni se haya notado.
Renuncias y permisos, ausencias y ausentismo, cínicos y cinismo, ambición y ambiciosos, hay de todo en este tiempo de elecciones. En estos instantes de promesas para el pueblo las peleas que entre ellos ocurren tienen como premio al pueblo, a nosotros, nuestro dinero y muchas veces el destino de las ciudades, de los pueblos.
Cuáles son las consecuencias de la ambición desmedida, de esa conducta obsesiva de obtener metas y objetivos sin importar las secuelas, será de verdad que a estos políticos no les importa la imposición ni el arrebato social.
Será que -sin importar y por encima de los colores- harán lo que sea por obtener el voto de los ciudadanos y así ocupar un cargo en gobierno u otra instancia de poder. Lo que sea, cualquier cosa, tanto que cínicamente renuncian al compromiso para adquirir otro sin haber cumplido, sin haber concluido y llevado a bien su palabra y encargo.
Cosa que para ellos no tiene la menor relevancia, pero para Ustedes -Lectores Votantes- debe tenerla una enorme relevancia, debe ser preponderante –a la hora de sufragar, a la hora de ampararlos- porque se llama ambición desmedida y quien la padece no es de fiar.
No se puede fiar de los ambiciosos desmedidos, ni tampoco de quienes intentan repetir sin miras de continuidad por los quehaceres políticos y la aplicación de políticas públicas sino para tapar los robos, para ocultar la prevaricación y desmadre en lo que han convertidos las instancias del poder al servicio del pueblo.
No hay amor por lo obtenido, pero tremenda ambición por lo deseado, cada vez más. La ambición quebranta la ética decía Desiree Jiménez, y es un paso para ser corrupto.
Excesivas y obsesivas prácticas son las que en breve veremos. Lector Empático hoy es santo jueves, último día para las alianzas, en lo que respecta a la ciudad de Xalapa no hubo acuerdo para lograr un candidato común a la presidencia. Todos -al parecer- se rascaran con sus veinte uñas que tienen entre pies y manos, sin Patiño, va el cómico solito.