El debate de ayer entre los candidatos a la gubernatura fue francamente tedioso y poco esclarecedor, lo cual se reflejó en el desinterés de quienes lo seguían.
Sin embargo, lo que sí podemos rescatar de esta exposición de propuestas es la marcada diferencia entre la candidata de la coalición Morena-PVEM-PT, Rocío Nahle, y el candidato del PAN-PRI-PRD, José Francisco Yunes Zorrilla.
Nahle, lamentablemente, mostró incapacidad para formular ideas de manera clara y para comunicarlas al público. Permaneció fiel al guion que, al parecer, alguien más escribió para ella, sin comprender que, en ocasiones, intentaban vender "espejismos" a los veracruzanos. Intentó transmitir la sensación de haber descubierto el "hilo negro" y vendernos una retórica vacía e ineficaz, algo que también parece caracterizar al "Rey del Tequio", Cuitláhuac García Jiménez, y su círculo cercano, quienes parecen haberse dedicado únicamente a enriquecerse y a mantener al estado en condiciones precarias, sin oportunidades para los jóvenes, careciendo de infraestructura en salud, carreteras en mal estado y escuelas literalmente en ruinas.
Nahle, por tanto, no puede señalar la realidad del estado sin dispararse en el pie. Promete una continuidad que los veracruzanos no desean volver a sufrir, sin ofrecer pruebas para refutar los señalamientos en su contra, que incluyen 38 denuncias por enriquecimiento ilícito y actividad de procedencia ilícita ante la Fiscalía General de la República. Su silencio respecto a estos asuntos solo alimenta las dudas sobre su idoneidad para el cargo.
Es sabido que algunos defenderán a Nahle a capa y espada, pero la realidad es que su historial de enriquecimiento ilícito, desviación de fondos públicos y posesión de propiedades suntuosas, así como su tentativa de promover la imagen de Veracruz como un estado lleno de cultura y tradición mientras la corrupción impera, resulta indignante e inadmisible.
En contraposición, José Francisco Yunes Zorrilla mostró autocontrol y resistió las provocaciones de Nahle, quien constantemente intentaba inmiscuirse en su vida privada. Su experiencia de 30 años en la política le otorga un dominio del discurso y un conocimiento profundo de las problemáticas del estado, lo que le permite abordarlas de manera efectiva. Es un personaje respetuoso, diplomático y educado, capaz de dialogar con una amplia variedad de sectores de la sociedad, desde pescadores hasta feministas, desde periodistas hasta empresarios, escuchando sus preocupaciones y necesidades con atención y empatía.
A pesar de ser una ciudad próspera, Veracruz sufre la lacra de la corrupción, que ha llevado a la pobreza a muchos de sus habitantes. Es imprescindible implementar campañas constantes de capacitación y apoyo a los sectores más vulnerables, ofreciendo alternativas viables para salir de la pobreza extrema y restaurar la esperanza en un futuro mejor.