La gestión de Claudia Sheinbaum al frente de la Presidencia, en sus primeros 18 días, ha dejado un preocupante resumen de sumisión, incompetencia e incapacidad. Lejos de proyectar el liderazgo firme y preparado que demanda el cargo, la mandataria refleja la imagen de una mujer limitada, acorralada y sin visión clara para conducir al país. Incluso su tono de voz, que recuerda al entusiasmo improvisado de una vendedora de kermés de pueblo, deja en duda su capacidad para asumir con seriedad las responsabilidades presidenciales.
El caso del desacato presidencial en torno a la reforma judicial no es una anécdota aislada, sino parte de un peligroso patrón que demuestra el desprecio por la legalidad. Sheinbaum, continuando el legado de AMLO, ha desestimado órdenes judiciales emitidas por jueces federales. La jueza Nancy Juárez Salas ordenó eliminar del Diario Oficial de la Federación la reforma publicada el 15 de septiembre, pues se había emitido una suspensión provisional. Sin embargo, esa orden fue ignorada.
Este tipo de acciones mina la confianza en las instituciones y pone en riesgo la independencia del Poder Judicial. Cuando el Ejecutivo decide qué sentencias cumplir y cuáles no, se erosiona el Estado de derecho. La violación de tratados internacionales como la Convención Americana sobre Derechos Humanos o el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos coloca al país en una situación delicada ante organismos internacionales, lo que podría derivar en sanciones y aislamiento diplomático.
El desorden institucional no termina ahí. El INE ha decidido pausar la organización de la elección del Poder Judicial ante las 140 suspensiones judiciales interpuestas contra la reforma. La consejera Norma Irene de la Cruz denunció las múltiples incongruencias en la normativa electoral y la falta de previsión para aspectos esenciales, como asegurar que todos los ciudadanos puedan votar. Esta situación ha colocado al INE en una posición vulnerable, sometido a la presión del Ejecutivo y el Legislativo.
Por su parte, Guadalupe Taddei, presidenta del INE, ha optado por una postura cautelosa, esperando las resoluciones de los tribunales. Sin embargo, este enfoque pone en riesgo tanto la autonomía del INE como el calendario electoral. De no resolverse pronto, el proceso podría desembocar en una crisis institucional de gran magnitud, afectando la legitimidad de la democracia.
La gestión de Sheinbaum ya muestra claros signos de improvisación y falta de dirección. La incapacidad para gestionar la agenda interna y los conflictos con las instituciones no solo exhibe su sumisión al legado de AMLO, sino que ofende la inteligencia de la ciudadanía que espera un gobierno competente. Cada día que pasa, su mandato se perfila más como una continuación de los vicios del anterior, pero sin la pericia política que, al menos, caracterizaba a su predecesor.
La combinación del desacato judicial y el caos electoral refleja un país donde las leyes se aplican de forma arbitraria y la división de poderes es ignorada. Esta dinámica coloca a México en una situación peligrosa: la falta de gobernabilidad real y el desprecio por la legalidad no solo amenazan la estabilidad institucional, sino que socavan la confianza pública en las pocas instituciones que aún conservan cierta legitimidad.
El mensaje es claro: nadie está por encima de la ley, ni siquiera el Presidente de la República. La impunidad en estos casos no solo mina los pilares de la democracia, sino que empuja al país hacia una crisis irreversible. Si Claudia Sheinbaum continúa con este patrón de incompetencia y desprecio por las normas, el costo será altísimo. México no puede permitirse seguir con una administración improvisada e incapaz.
Lo que está en juego no es solo la legitimidad del gobierno actual, sino la estabilidad del país y su posición en el escenario internacional.
El crimen organizado es el que ordena y la espuria Claudia Sheinbaum se hinca
A solo 18 días de asumir la Presidencia, Claudia Sheinbaum Pardo ha demostrado que su prioridad no es gobernar, sino desmantelar la Constitución Mexicana y entregar el control del país a Andrés Manuel López Obrador. Esta postura refleja sumisión política e ingobernabilidad, que se agrava cada día, mientras el país se desmorona en múltiples frentes. Lejos de atender las crisis inmediatas, Sheinbaum parece más interesada en garantizar que el poder continúe en las manos del movimiento de AMLO, sin importar el costo institucional.
El hallazgo de diez cuerpos mutilados en Cuernavaca, Morelos, es uno de los episodios más recientes que evidencia la profundización de la violencia. El alcalde, José Luis Urióstegui, confirmó que los cuerpos, todos hombres, fueron encontrados en distintos puntos del municipio, con signos de violencia extrema. Según el alcalde, esto es parte de la recrudecida lucha entre grupos criminales, un fenómeno que no se limita a Morelos sino que refleja el impacto nacional de la violencia organizada. A ello se suma el cierre temporal de las bodegas de Coca-Cola Femsa en Puente de Ixtla por motivos de inseguridad, lo que muestra cómo el crimen organizado también ha paralizado sectores productivos esenciales.
El gobernador interino de Morelos, Samuel Sotelo, reconoció que la presencia de grupos delictivos como La Familia Michoacana ha aumentado, exacerbando la situación en la región. Sin embargo, la incapacidad de las autoridades para controlar la violencia refleja el vacío de poder y la falta de respuesta de un gobierno federal que se muestra indiferente.
Cada incumplimiento e improvisación lacera e indigna a una ciudadanía que observa cómo el país se desliza hacia una crisis institucional irreversible. El desgobierno es evidente, mientras el crimen organizado avanza sin freno y las instituciones se tambalean. Sheinbaum ha demostrado más interés en complacer a AMLO que en asumir las tareas del gobierno, profundizando la sensación de ausencia de liderazgo real.
México no puede permitirse seguir por este camino de improvisación e indiferencia institucional. Cada día de descontrol empuja al país más cerca de un abismo del que será difícil regresar. Si Sheinbaum no rectifica y continúa subordinada a los intereses de AMLO, las consecuencias serán catastróficas, tanto para la estabilidad interna como para la credibilidad internacional del país.