Jueves, 28 de marzo de 2024
Mussio Cárdenas Arellano

Mussio Cárdenas Arellano

Atrapado en el mundo de las letras y la denuncia social, Mussio Cárdenas Arellano cuenta ya con un extenso kilometraje recorrido en el periodismo. Lejano parece ya aquel 1978 cuando en Coatzacoalcos, su tierra natal, escribió sus primeras notas. Transitó por la entrevista, el reportaje, la crónica, el artículo y la columna política. Fue corresponsal de la revista Proceso, Imevisión, IMER, Contralínea; fundador de las revistas Contacto e Informe Rojo; analista político en radio y televisión, y ganador del Premio México por columna política, en 2009, otorgado por la Federación de Asociaciones de Periodistas de México (FAPERMEX). Su contacto con el periodismo viene de familia. Su padre, Mussio Cárdenas Cruz, y sus tíos Emilio, Francisco y Paulino, constituyen una dinastía de periodistas veracruzanos de reconocido prestigio. Actualmente escribe la columna Informe Rojo, que se publica en portales en internet y medios escritos con amplia aceptación entre la opinión pública.

mussioc2@gmail.com

 

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A golpe de bayoneta, la élite morenista se destaza y se degüella. Unos contra Rocío Nahle, otros contra Eric Cisneros, el insípido Gutierritos con su prensa, el vesánico Manuel Huerta, que si no arroja lumbre lo dejan fuera del show.

Es fuego adversario y “fuego amigo”, dice la ex secretaria de Energía, irritadísima cuando le tocan el tema de su oriundez zacatecana y su impedimento para ser gobernadora de Veracruz.

Es un “mito” que haya una favorita, vocifera el ex secretario de Gobierno de Veracruz, Eric Cisneros Burgos, al que le reviven viejos videos en que lanza “putasmadres” cuando alteraron mantas en que se veía junto al mesías  de Macuspana y a su otrora amiga, Rocío Nahle.

Sergio Gutiérrez Luna, diputado federal, el más desarraigado de todos, parlotea presumiendo que esta farsa interna en Morena es pleito de dos: Nahle y él. Los demás no pintan. Los otros son comparsa. Los otros son aserrín de cantina, nomás para que no se resbalen los borrachos con sus escupitajos en el suelo.

Manuel Huerta, ex delegado de Bienestar, tardó cinco años en enterarse que la 4T es patraña pura, y se convierte, hoy, en el dedo flamígero que acusa que en Veracruz, donde nunca dijo nada, se torció todo, y la banda del gobernador Cuitláhuac García se alejó del pueblo, perdió los ideales —¿cuándo los tuvo?— y hasta el priismo —los rojos, les dice— llega a Morena y se sirve la mayor rebanada del pastel.

Huerta tiene dotes de engañabobos. O eso cree. Sabe que sin los priistas operando desde 2015, Morena no habría ganado ni una diputación federal como la de Rocío Nahle en Coatzacoalcos, ni en 2017 alguna presidencia municipal. Marcelo Montiel y su grupo los llenaron de votos a cambio de mantenerse en el poder.

Zenyazen Escobar, secretario nudista de Educación estatal, no es rijoso; es pusilánime, un cero a la izquierda, compañero de farra del desgobernador Cuitláhuac García —uno se encueraba y el otro salseaba—, el fantasma de la comedia que no cesa de repetir una frase que ya aburre: si no me favorece el género, apoyaré a Rocío Nahle. Pues que se cambie de sexo y asunto arreglado. Cuando se pierden las nachas ni cómo remediar.

Los cuchillos traen filo. Las bayonetas atraviesan metales. Y hay dinamita en la prensa. Y hay objetivos claros, fuego amigo y lenguas flojas que cinco años después han descubierto que en la granja nadie tiene una sola virtud.

Así, entre odios y reclamos, dirime Morena la candidatura al gobierno de Veracruz.

A Nahle, jefa máxima de la pandilla voraz, la acuchillan con sólo oprimir un botón llamado Zacatecas. De todos, es la única que no nació en Veracruz. De todos, es la única que no cumple con los requisitos para ser gobernadora. De todos, es la única que no pudo, vía la Ley Nahle, perpetrar un fraude a la ley.

Y en las redes sociales, la destrozan. Y son los enemigos pero también los morenistas. Y Nahle, que tiene un carácter de los mil demonios y una soberbia galáctica, no termina de aprenderse la máxima política de comer sapos sin hacer gestos, o heces sin dejar de sonreír.

Nahle es mecha corta. Una chispa y se enciende. No capotea al toro que embiste ni es hábil para evadir anzuelos. Le dicen zacatecana y se autollama veracruzana. Y se engancha a la menor provocación.

Si Guadalupe Victoria nació en Durango —cuenta la norteña—, fue el primer presidente de México y gobernador de Veracruz —en realidad lo fue de Puebla—, ¿por qué Rocío Nahle, que vio la luz en Río Grande, Zacatecas, y se casó con Pepe Peña, no pudiera gobernar Veracruz? En lógica, Rocío Nahle está reprobada.

Y en circo, maroma y teatro, también. Verla disfrazada de jarocha en el palacio del porro de la nación, el día del Grito de Independencia, no tiene precio. Le faltó zapatear, tocar el arpa, mover el abanico y entonar el Tilingo Lingo. Y ni así se sacude el estigma de ser de Zacatecas.

Son los fuegos amigos, atizados por sus ex amigos —Eric Cisneros, Cuitláhuac García, Manuel Huerta— y un adversario —Sergio Gutiérrez Luna— sembrándole minas de alto poder, diseminando entre el morenismo que si no acredita el requisito de ser veracruzana lo suyo es un asalto al poder.

O recordando que la secretaria de Energía es mentirosa de cabo a rabo, despierta y dormida.  Ofreció renunciar hasta diciembre cuando la refinería de Dos Bocas procesara los 340 mil barriles de petróleo. Pues Nahle se fue en octubre y de la gasolina no hay señales aún.

Bola 8, alias Eric Cisneros Burgos, es el hampón que Morena siempre quiso tener. Protegido de Rocío Nahle, poder tras el trono, amo del gobernador Cuitláhuac García, su objetivo fue imponer un estado de terror en Veracruz y lo logró.

Reía y hacía reír a Rocío Nahle. Disfrutaba de su bendición. Tenía la venia de la zacatecana cuando se hizo del control de la Secretaría de Seguridad y la Fiscalía de Veracruz. Y desde ahí orquestó redadas políticas, llevando a la cárcel a candidatos de la oposición —Nicolás Ruiz, Gregorio Gómez, Pasiano Rueda— o a figuras relevantes —Rogelio Franco, Tito Delfín, José Manuel del Río Virgen, Azucena Rodríguez— o a ciudadanos de a pie que luego aparecieron muertos en las cárceles, o a la ex alcaldesa de Jalapa, Florisel Ríos Delfín, a quien dejó sin policía municipal hasta que fue levantada por el crimen organizado, torturada y asesinada. Y Nahle todo le aplaudió.

Respondón, Bola 8 terminó engallado contra Rocío Nahle. La complicidad perfecta llegó a su fin. Nunca le dijo que pretendía ser gobernador. Nunca dio señales de que la iba a destrozar.

Una parte de los misiles contra la zacatecana los lanza Eric Cisneros. Su prensa atiza el fuego potenciando que Veracruz es para los veracruzanos. Sus estructuras —alcaldes, diputados y una fracción de la burocracia estatal— dispersan el odio contra Nahle.

Gutierritos Luna, diputado federal plurinominal, oriundo de Minatitlán, donde sólo su familia lo conoce, es optimismo puro. Dice que la contienda es entre Rocío Nahle y él. Y mientras suelta entre su clientela periodística que va a judicializar la eventual candidatura de la zacatecana.

El diputado alien —llevó a Jaime Mausán al Congreso federal intentando aterrizar que los extraterrestres ya hicieron contacto— orquestó una campaña de descrédito contra Rocío Nahle, destacando sus yerros, el fracaso de Dos Bocas, el costo del proyecto, el retraso en la construcción, los negocios de los compadres, la opacidad financiera y, por supuesto, que no nació en Veracruz.

Si Manuel Huerta no hubiera encendido la pradera, no sería finalista en el certamen de las corcholatas por el gobierno de Veracruz.

Huerta tardó cinco años en abrir los ojos y la boca. En su estado de confort, desde la delegación de Bienestar en Veracruz, la pandilla de Nahle tenía pasaporte de impunidad. Y Manuel Huerta callaba.

Hoy, cinco años después, reclama que la Cuarta Transformación no llegó a Veracruz. Cuitláhuac García, Eric Cisneros, Rocío Nahle la traicionaron. Acusa que se embelesaron con el poder e intentan perpetuarse.

Cinco años después, Manuel Huerta advierte que el Clan Nahle emplea las tácticas del pasado para retener el poder, perdió el rumbo, los ideales, el contacto con el pueblo.

Cinco años después, Huerta alerta: los rojos, o sea los priistas, brincaron a Morena y pretenden allegarse candidaturas y espacios de poder. La alusión es a Javier Herrera Borunda, secretario de Organización del comité nacional del Partido Verde, de extracción priista, que le disputa la candidatura a senador.

El priismo recorre las venas de Morena y Manuel Huerta lo sabe. En 2015, el marcelismo en Coatzacoalcos operó la campaña para llevar a San Lázaro a Rocío Nahle. Huerta viajó en diversas ocasiones para supervisar la maquinaria, que caminara, que avanzara, que el cochupo se armara bien, que no se cayera la diputación federal de la zacatecana.

Los odios dominan la farsa morenista. Hablan los ataques, la insidia, la intriga. Nahle contra Cisneros, Cisneros contra Nahle, Gutierritos contra Nahle y Cisneros, Huerta contra Nahle y Cisneros. Cuitláhuac y Zenyazen intrigando contra Nahle, Cisneros, Gutierritos y Huerta.

Ya sólo falta que corra sangre.

Archivo muerto

Mora Traidora fue a parar al basurero de la historia. Defenestrada, repudiada, al final claudicó. Esmeralda Mora terminó traicionando al Peje López Obrador, a su comadre política, Rocío Nahle, y a los ilusos nanchitenses que la llevaron al poder. Sintió la furia de un pueblo. Sintió el desaire y la burla. Vio en las calles a hombres y mujeres, niños y jóvenes, adultos mayores y los que tocan el sexto piso de vida. Los vio bloquear los accesos al tiradero de basura y al Rancho 34, propiedad de la familia Ávalos Chao, epicentro del negociazo que entrañaba el relleno sanitario regional.

Envalentonada, la alcaldesa de Nanchital, sin una pizca de talento, menos de sensibilidad, tuvo la fatal ocurrencia de denunciar a sus críticos, a los que encabezaron la protesta, los que repudiaron que Nanchital se convirtiera en el receptáculo de 900 toneladas de basura al día, provenientes de Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque. Y acusó a la regidora Virginia Bartolo Lagunes, la única que se puso del lado del pueblo, la que increpó a Mora Traidora, la que exigió que diera la cara, la que soportó las consabidas idioteces del desgobernador Cuitláhuac García Jiménez, el de los lapsus brutus intentado responsabilizarla de haber movido a todo Nanchital. Al final, Mora Traidora perdió.

Quiso maniobrar en la sesión de cabildo, el viernes 13. Intentó, vía el secretario del ayuntamiento, Antonio García, alias el Rasputín de Nanchital, introducir un punto de acuerdo para convocar a una consulta pública. Virginia Bartolo, el síndico Félix Olarte y los representantes de la sociedad, le expresaron que ya el pueblo había hablado.

La consulta pública había arrojado un rotundo “NO”. Y llegó la votación: cinco votos en contra, ninguno a favor. Hasta los regidores serviles, Rosa Alemán y Elvis Ventura, negaron el permiso para construir el relleno sanitario regional. Y Esmeralda Mora, la alcaldesa, se desplomó. Cinco votos en contra, incluido el de Mora Traidora, sepultaron el negocio obradorista. Si gusta el gobierno, que se realice un relleno sanitario municipal, exclusivo para Nanchital, apegándose a la norma ambiental, sin una tonelada de basura que provenga de otros municipios, como debió ser. Mora Traidora terminó traicionando al Peje Andrés Manuel López Obrador, a Rocío Nahle, a Cuitláhuac García, el pelafustán que se llenaba la trompa diciendo que sólo 200 nanchitenses salían a las calles. El daño político es irreversible.

El daño político lo sufre Morena. Y Rocío Nahle. Ya sabe el pueblo de Nanchital en qué sentido votar en 2024. Porque ya percibieron esa capacidad tan suya, de Nahle, de Mora, de MALO (Manuel Andrés López Obrador), de Morena, para traicionar… Amado, en 2022, tuvo un cochinero de antología en la asignación de obras públicas. Su amigo y compadre, Arturo Delgadillo Medina, ex director general de Obras, y quien operaba las trastadas, Onésimo Mendoza Flores, es director, entregaron 12 contratos por asignación directa. De ellos, tres obras debieron someterse al procedimiento de invitación a por lo menos tres constructores, la llamada invitación restringida. Sabiendo que en Morena, la ley no es la ley, hicieron de las suyas. Cuando el Órgano de Fiscalización Superior les observó la maniobra, el Clan Amado-Delgadillo presentó la supuesta invitación a tres postores. Pero con trampa.

En los tres casos el procedimiento fue declarado “desierto”, o sea sin ganador, y procedieron “a adjudicar directamente las obras”, según se lee en los resultados de la Cuenta Pública 2022 del ayuntamiento de Coatzacoalcos. Las 55 obras asignadas por don Amado y sus cortesanos Delgadillo y Onésimo alcanzaron un monto de 142 millones 623 mil 578.20 pesos. Algo así como 14 millones de pesos en diezmo y a eso habría que agregar las obras que Onésimo Mendoza exigía a los contratistas que le fueran subcontratadas para realizarlas con compañías afines, de acuerdo con el testimonio presentado por Agustín González Córdova, propietario de la constructora Golca, y su representante jurídico, Ignacio Camacho May, en la denuncia por corrupción interpuesta por la Sociedad Mexicana de Industriales y Transformadores de la Construcción, encabezada por el ex líder de Coparmex en Coatzacoalcos, Gabriel Rivera Cerdán.

El cochinero de Amado con tufo a cochinito de campaña… Arcadio Mejía es oficialmente aspirante independiente a diputado federal por Coatzacoalcos. Cumplidos los requisitos, el Instituto Nacional Electoral, vía su junta distrital, otorgó el registro. Arcadio Mejía, cuya lucha social se mueve en el frente ambientalista, el deporte, el rescate de espacios para la juventud y, sobre todo, en el señalamiento de las corruptelas de quienes detentan el poder, lleva como suplente a Agustín Bolaños Castillejos, especialista en temas electorales y de constante denuncia al alcalde de Coatzacoalcos, Amado Cruz Malpica, acreditándole nepotismo en grado de cinismo superlativo.

Arcadio Mejía y su agrupación Allende 213 enfrentan ahora un reto crucial: reunir firmas de cuando menos el 2 por ciento de los ciudadanos inscritos en la lista nominal del distrito de Coatzacoalcos, distribuido en al menos la mitad de las secciones electorales con un porcentaje del 1 por ciento en cada una de ellas.

Dispone de 30 días lograr el objetivo, de acuerdo con la legislación electoral. Mientras, Arcadio y Bolaños le están asestando una paliza en redes sociales a Rocío Nahle García, virtual candidata de Morena al gobierno de Veracruz por su campaña adelantada y la conducta delincuencial de andar tapizando bardas con el lema de “Rocío Nahle va” valiéndoles que los dueños de las viviendas estén de acuerdo o no en que les ilustren con semejantes adefesios sus fachadas…

“Soy veracruzana”, dice la embustera

Jueves, 12 Octubre 2023 18:01

Algún día, Rocío Nahle y Chavela Vargas habrían de coincidir. Nacen donde quieren, cuando quieren y se arrogan la oriundez que quieren, pregonando una verdad irreal. Los embustes y los embusteros así son.

“Los mexicanos nacemos donde se nos da la rechingada gana”, dijo una y mil veces la costarricense con su voz de trueno y sus agallas más puestas que la del más bragado.

“Soy veracruzana”, cuenta la ingeniera Nahle García, nativa del meritito Río Grande, Zacatecas, en su afán de convencer a un público algo numeroso, unos 8 millones de nativos de Veracruz que no le compran el cuento de que ama la tierra que no la vio nacer.

Y puede que sí ame a Veracruz, y por ello esgrime que escogió para vivir el resto de su vida a José Luis Peña Peña, un jarocho con historia e historial, y tuvo a sus dos hijas nativas del estado, que son, seguro que sí, su más grande orgullo.

Y así, con esas vejigas llenas de helio, y unas alas de avestruz, y unas ínfulas que sólo los altaneros suelen tener, doña Norma Rocío Nahle García se suelta diciendo que no sólo es veracruzana porque tiene ganas de ser veracruzana sino que hasta le da por ser historiadora y crear gobernadores que nunca lo fueron.

Sólo le faltó pregonar que la ley no es la ley, como su patrón, el mesías de Tepetitán, Macuspana, conocido como Andrés Manuel Lopez Obrador.

Y se arroga el derecho a gobernar Veracruz con una falacia tan torpe como necia, como ilusa, como brutal. “Soy veracruzana”.

La arenga suena a provocación y una vez que la ingeniera Nahle agarró vuelo con sus dislates, se ha vuelto el hazmerreír de los ocho millones de veracruzanos reales, los que nacieron en suelo jarocho, o los que nacieron en otra entidad pero son hijos de veracruzanos, los que no requieren de maromas y piruetas para demostrar la oriundez. 

Nahle esquiva el tema crucial: su inelegibilidad para ser gobernadora. El tema no es de gusto ni de cariño a la tierra, ni de cuántos hijos se tengan, ni de la pinta de jarocho del marido o cuántas caguamas se metía Pepe Peña en “El Peñón del Amaranto”, donde se gozaba del trago hasta que a una damisela encolerizada le dio por prenderle fuego al techo de palma.

A Nahle hay que oírla hablar y con eso advertir que su mundo no es de este mundo y su razón es la sinrazón.

Argüir que Guadalupe Victoria era de Durango, fue gobernador de Veracruz y luego presidente de México es, en serio, un poema a la ignorancia.

Tras la metida de pata, le explicaron que fue comandante militar en Veracruz, nombrado por Antonio López de Santa Anna. Guadalupe Victoria radicó en Veracruz, escondido y a salto de mata luego de una serie de derrotas militares, y tiempo después fraguó, junto varios insurgentes la caída de vival Agustín de Iturbide, emperador exprés, y así llegó a ser el primer presidente de México. Luego fue gobernador de Puebla.

Si se tata de terquear, Nahle no tiene rival.

“Entonces imagínate —dice— que después de 200 años porque hay un acto politiquero, nosotros vamos a regresar. Claro que no. Hay que ser maduros. Hay que ser propositivos y sobre todo hay que trabajar porque ya estuvo bueno de mucho ruido y pocas nueces. Nosotros necesitamos trabajar, continuar con la transformación de Veracruz y de México, eso es. Lo demás yo no me voy a enredar en esos temas”.

Pues enredada está porque la ley es la ley y la Constitución es la Constitución.

Nahle dice otra:

“Imagínate que yo esté pidiendo autorización para que alguien me diga si es mi casa o no es mi casa, si es mi familia o no es mi familia. No, pero mira, la politiquería yo la dejo a un lado. Soy veracruzana por convicción, no por obligación. Y para mí los 8 millones 062 mil veracruzanos que están en territorio son veracruzanos. Yo no me voy a fijar en su origen y el millón de veracruzanos que se fue por cualquier tema que haya salido del territorio también son veracruzanos. Lo que opinen otras personas yo no me meto ahí ni discuto”.

Una más:

“No, bueno, yo no sé quien me quiera reconocer. Yo sí tengo mi credencial de elector de Coatzacoalcos desde hace 36 años. Yo soy veracruzana y no estoy esperando que alguien me diga si sí o si no, Veracruz”.

¿Yo soy veracruzana? No, lo intentó pero fracasó. Fraguó la Ley Nahle para que los nacidos en otra entidad pero con hijos veracruzanos fueran catalogados como veracruzanos.

Rocío Nahle usó ese argumento ante el Órgano Público Local Electoral de Veracruz, aduciendo que su esposo y sus hijas son veracruzanas. Luego al Tribunal Electoral de Veracruz. 

Dos veces se tramitó en el Congreso de Veracruz la Ley Nahle. Una, armada por el entonces diputado local, Amado Cruz Malpica, a quien tiempo después impuso como alcalde de Coatzacoalcos; la iniciativa fue a la congeladora. La segunda, a manos de la diputada por Cosoleacaque, Magaly Armenta. La aprobó la mayoría morenista y sus aliados, encabezada por su fiel sicario legislativo, Juan Javier Gómez Cazarín.

Combatida en la Suprema Corte de Justicia de la Nación, la Ley Nahle fue triturada por los ministros. Uno de ellos, obradorista servil, Arturo Zaldívar, la tildó de intento de fraude a la ley.

Nahle puede soltar galones de bilis y gazapos históricos, aderezados por esa altanería que es tan suya, y traslucir la soberbia en el gesto, la torpeza en el hablar, hilando letras y palabras y frases que a la postre la exhiben como es, pero Rocío, legalmente, no es veracruzana y no cumple con el requisito para gobernar Veracruz.

Nahle puede sentirse veracruzana o griega, o turca, o marciana. Puede desafiar la oriundez. Puede abdicar a su origen, desdeñar a Zacatecas, olvidar a Zacatecas.

Rocío Nahle puede radicar cinco años o los que sean en Querétaro, en Baja California o donde guste y si las las constituciones y leyes electorales se lo permiten, puede aspirar a gobernarlos. Pero en Veracruz no.

Acá, la ley es la ley, le guste o no a su jefe y gurú político, Andrés Manuel López Obrador.

Y acá, la Constitución de Veracruz es precisa: “Artículo 11. Son veracruzanos: I. Los nacidos en el territorio del Estado; y II. Los hijos de padre o madre nativos del Estado, nacidos en el territorio nacional o en el extranjero”. Primer requisito e ineludible.

Nahle aduce sus 36 años de residencia en Coatzacoalcos. El segundo requisito contenido en el artículo 11 de la Constitución de Veracruz señala que los “veracruzanos” es tener residencia efectiva de cinco años en Veracruz.

No es un requisito o el otro. Son ambos: veracruzana y con mínimo cinco años de residencia efectiva antes de la elección. Rocío Nahle no cumple con el primero. Es inelegible.

Lo demás es soberbia. Lo demás es ignorancia. Es intentar consumar un fraude a la ley.

No basta un embuste. No vale ser embustera. No vale el capricho ni la necedad. Nahle puede sentirse veracruzana, disfrazarse de jarocha, y cantar y bailar La Bamba, pero no puede gobernar Veracruz. 

Su problema es la ambición propia y la traición de los suyos, el fuego de los adversarios pero sobre todo, el fuego amigo al que alude la secretaria de Energía.

La desdeña el pueblo. En los sondeos de opinión, 69 por ciento se pronuncian porque Veracruz sea gobernado por un nativo del estado contra 7 por ciento que lo ven bien.

Y la traicionan el gobernador Cuitláhuac García; el secretario de Educación, Zenyazen Escobar; la ex diputada local priista y luego morenista, Mónica Robles de Hillman, y el ex delegado de Bienestar en Veracruz, Manuel Huerta, que atizan la polémica. Ahí están las fisuras de la estructura electoral con las que suponía podía llegar al poder.

Le queda seguir hablando como Chavela Vargas, pregonando que los veracruzanos nacen “donde se les da su rechinada gana”.

Las embusteras son así.

Archivo muerto

Dos millones de pesos, políticamente, es nada. 73 millones es indicio de corrupción. Sólo 2 millones en  irregularidades le halló el Órgano de Fiscalización Superior de Veracruz al ayuntamiento de Coatzacoalcos. Pero la cifra es un maquillaje.

Lo grave son inconsistencias en la Secretaría del Ayuntamiento que no fueron solventadas, cuyo responsable fue Samuel Ordaz Ortega, al que finalmente el alcalde Amado Cruz Malpica ya no pudo solapar. Lo grave es que cuando ORFIS auditó, por lo menos cuatro actas de cabildo no se hallaban en el portal de transparencia del ayuntamiento de Coatzacoalcos, y ante la consecuencias que habrán de enfrentar, se realizó la actualización, sin que ello evitara que se le categorizara como “observación no solventada”.

Si Orfis hurga, hallará opacidad y trampa en la gestión de Amado Cruz Malpica. Hay contratos en los que fueron testados datos del prestador de servicio, constructor, objeto del contrato, cantidad a pagar, fecha de inicio y conclusión del servicio u obra. Amado Cruz Malpica viola flagrantemente del precepto constitucional de transparencia en la información pública. Lo grave son los trabajos realizados por el despacho técnico, contratado por varios millones de pesos, al que el Órgano de Fiscalización Superior de Veracruz le halló errores garrafales en la revisión física, tampoco solventados. Lo grave son las obras públicas con pagos fuera de norma y documentación incompleta en tiempos de Arturo Delgadillo Medina como director general de Obras Públicas, Desarrollo Urbano y Medio Ambiente, al que le espera su consabida inhabilitación. Lo grave es que no haya evidencia física de la reparación del sistema de izaje del asta bandera del malecón costero. Lo grave es la rehabilitación del sistema de agua en la avenida Guerrero donde se validó el proyecto a destiempo, se excedieron los tiempos de construcción y no se contemplaron en el proyecto obras que supuestamente realizó la Comisión Municipal de Agua y Saneamiento.

Lo grave es la obra de drenaje realizada en la avenida Quevedo, colonia Puerto México, donde hallaron serios problemas técnicos y el pago de los trabajos sin estar terminada. Y qué decir de los contratos asignados por adjudicación directa e invitación restringida en los que se violó la normatividad. Y dos más: una de las empresas consentidas por el ex alcalde Víctor Manuel Carranza Rosaldo y el poder tras el trono, José Luis Peña Peña, esposo de la secretaria de Energía, Rocío Nahle García, se llevó los mejores contratos, y a una sola empresa, Construcciones y Arrendamientos Golfo Istmo, le tocaron cuatro de 55 contratos asignados.

Pero lo más grave le pega a la tesorera municipal, Grace del Carmen Mendoza Chesty, y al propio Amado Cruz Malpica, pues no cuadran las cuentas, ni lo ejercido en términos del presupuesto 2022, ni en la aplicación de la disciplina financiera, ni en el uso de los excedentes para abatir la deuda pública. Ya con detalle, el asunto se pone más escabroso…

“Mora, traidora” fue el grito contra la alcaldesa de Nanchital, y por eso los denunció. “Mora, traidora”, fue la arenga que desquició a Esmeralda Mora Zamudio por su inacción, sus mentiras, su doble cara en el proyecto del relleno sanitario regional, que ha sido la chispa que encendió e hizo estallar el peor escándalo, el mayor repudio en la historia de Nanchital. Y Mora Traidora, que se siente la divina intocable, denunció a nueve dirigentes del grupo de resistencia civil. Mora Traidora incubó el movimiento, la agitación, las marchas, al ocultar el proyecto, negar su participación, dejar que fuera la alcaldesa de Minatitlán, Carmen Medel Palma, la que revelara que en Nanchital se instalaría el relleno sanitario regional. Doble cara, cero moral, Esmeralda Mora Zamudio pateó el avispero. Miles salieron a marchar.

Miles le gritaron “Mora, traidora”. Miles la repudiaron. Y nueve de ellos enfrentan la denuncia por violencia política de género, interpuesta por doña “piel delicada”, la  que desgobierna Nanchital. ¿Los replegó? ¿Los calló? Más se envalentonaron. Ahí sigue, dice Elda Luz Palma, y ejercerán su derecho a la protesta. Mora Traidora denunció también a la regidora Virginia Bartolo Lagunes ante el Congreso de Veracruz por por afectar la “buena marcha” del ayuntamiento de Nanchital. Mora Traidora ya desvaría.

El subterfugio de denunciar por violencia política de género ya es recurrente. Lo usó contra periodistas que hicieron crítica de su gobierno de cuarta y terminó con un pacto de no agresión, como si Mora Traidora fuera intocable y los “periodistas” unos traficantes de la palabra. El pelafustán que recomienda tales mafufadas es Antonio García, secretario del ayuntamiento en Nanchital y antes vocero del ex alcalde de Coatzacoalcos, Víctor Manuel Carranza Rosaldo, donde realizó pingües negocios con videos para el área turística del gobierno de Veracruz, vía subcontrataciones. Se juntaron Mora Traidora y el vival Antonio García y el resultado fue irritar a un pueblo al que la comadre de Rocío Nahle no puede parar…

Hay un abismo entre Pepe y Héctor Yunes. Pepe desafió a Andrés Manuel, votó contra el Plan B, contra la militarización y contra la extensión de la Guardia Nacional en tareas de seguridad. Héctor sólo es el que dijo: “Javier Duarte es mi jefe político”.

Mira, pues, que no son iguales.

Pepe Yunes lideró una revuelta en la Cámara de Diputados, una intifada en la fracción tricolor, exigiendo congruencia frente a la contrarreforma eléctrica, aduciendo que aprobarla significaría una regresión. Y así, con su voz, generó el consenso hasta hacerla abortar.

Morena requería 14 votos priistas. Pepe Yunes se movió, alertando, esgrimiendo, documentando por qué la reforma de 2013 fue mejor, por qué tendría resultados a futuro, bajando costos, garantizando la calidad a partir del uso de energías alternativas. Y su discurso prendió.

De los 71 diputados federales del PRI, sólo uno, Carlos Miguel Aysa Damas, dio el bandazo, hincado ante Morena, arrastrado para no frustrar la embajada de su padre, Carlos Armando Aysa González, ex gobernador de Campeche, en República Dominicana.

No son iguales, pues.

José Francisco “Pepe” Yunes Zorrilla rechazó la línea, la cargada, el voto a ciegas que le diera a la Guardia Nacional cuatro años más en las calles, en tareas de seguridad, propuesta de Morena, del presidente López Obrador, que reafirma que la militarización sigue ahí.

Sólo Pepe y la diputada priista del Estado de México, Sue Ellen Bernal, refrendaron su condición de oposición real a Andrés Manuel. Y Pepe lo vivió. Y lo sintió. Y lo escuchó cuando su nombre fue coreado por las fracciones parlamentarias del PAN y PRD.

Pepe y Héctor no son iguales. Por supuesto que no.

Héctor Yunes Landa es producto duartista, antes instrumento de Fidel Herrera. Siendo líder del Congreso de Veracruz, operó reformas, aprobación de créditos, triquiñuelas y caprichos. Sirviendo al de Nopaltepec, fue un peón del que andaba en “la plenitud del pinche poder”.

En 2018, Héctor fue a las puertas de palacio de Gobierno. Tocó y volvió a tocar. Y de tanto joder las tuvieron que abrir.

Ofreció a Cuitláhuac García colaborar para bien de Veracruz. Las mejores ideas, la mejor intención. Mala memoria. Seguro habrá olvidado cuando en la campaña de 2016 sacudió a medio mundo revelando que el gobernador saliente, Javier Duarte, priista, le estaba poniendo recursos al proyecto de Morena.

Cuitláhuac, en cambio, no olvidó. Un apretón de manos, una foto y no lo volvieron a pelar.

Es ese Héctor Yunes, el de la frase que lo marcó para la eternidad: “Javier Duarte es mi jefe político”.

Por eso Pepe Yunes y Héctor Yunes no son iguales.

Uno es de una pieza; el otro es mil caras intentando engañar.

Tres encuestas ubican a Pepe Yunes en la cúspide del priismo hacia el gobierno de Veracruz y a Héctor Yunes Landa entre el montón.

La de Gobernarte Veracruz, correspondiente a septiembre, coloca al diputado federal oriundo de Perote con 26 por ciento de aprobación ciudadana; le sigue Juan Manuel Diez Francos, alcalde de Orizaba, con 18 puntos; Cirilo Vázquez Parissi, ex alcalde de Cosoleacaque, 13; Héctor Yunes en cuarta posición con 8 puntos, casi empatado con Lorena Piñón, 7, y en el fondo la diputada local Anilú Ingram Vallines, 2 por ciento.

La medición de Gobernarte sitúa a Yunes Zorrilla por encima de los panistas Julen Rementería, senador por Veracruz, con 25 por ciento; el ex alcalde de Veracruz, Fernando Yunes Márquez, 23; ex alcalde de Boca del Río, Miguel Ángel Yunes Márquez, 16; actual presidenta municipal de Veracruz, Patricia Lobeira Rodríguez, 13; diputada federal, Maryjose Gamboa Torales, 4, y senadora Indira Rosales San Román, 2.

En el top 10, Pepe Yunes Zorrilla es quien mayor pelea le da a la morenista Rocío Nahle García. Pepe con una preferencia ciudadana de 26 por ciento contra 30 puntos de la zacatecana.

A nivel de alianzas, la de Morena-Partido del Trabajo-Partido Verde Ecologista de México aventaja con 44 por ciento; PRI-PAN-PRD, 33; Movimiento Ciudadano, 4: otro, 9 por ciento, y por ninguna opción, 10 por ciento.

Otra encuesta, Destino 24 Veracruz, de CE Research, correspondiente a agosto, le da ventaja a Pepe Yunes sobre otros priistas.

En la medición alcanza 32 por ciento; Héctor Yunes, 14; Cirilo Vázquez Parissi, 12; Juan Manuel Diez Francos, 11; Lorena Piñón, 6, y Anilú Ingram Vallines, 5.

El panista mejor situado es Miguel Ángel Yunes Márquez, 24 por ciento; Julen Rementería, 21; Fernando Yunes Márquez, 19; Patricia Lobeira Rodríguez, 7; Maryjose Gamboa Torales, 5, y el diputado local, Enrique Cambranis Torres, 4.

Para el bloque obradorista la percepción favorable es de 44 por ciento; alianza PRI-PAN-PRD, 31, y Movimiento Ciudadano, 4; el resto son indecisos.

Tercera encuesta: Rubrum. 18 de septiembre. Pepe Yunes, 34 por ciento; Cirilo Vázquez, 18; Héctor Yunes, 17, y Lorena Piñón, 10.

Sólo el panista Julen Rementería le da batería al de Perote. Julen tiene una percepción ciudadana de 32 por ciento; Fernando Yunes, 24.5; Patricia Lobeira, 16.8; Joaquín Guzmán Avilés, 9.2, y Maryjose Gamboa, 9.

Frente a frente, el bloque Morena-PT-Partido Verde supera a la alianza PRI-PAN-PRD. Para el obradorismo hay una percepción favorable del 48.3 por ciento, mientras que para el Frente Amplio, 30.9, y para Movimiento Ciudadano, 4.5. Así, llanamente, 18 puntos de ventaja a ocho meses de la elección.

Aún con la estridencia, el rechazo entre el morenismo, mantas en los puentes y descalificaciones, auténtico fuego amigo Rocío Nahle García, secretaria de Energía, concentra la mayor intención de voto con 39.9 por ciento. Y su mayor contrincante es Pepe Yunes Zorrilla.

Y fuera de los azules, del senador Rementería y Fernando y Miguel Ángel Yunes Márquez, los números, que son fríos y contundentes, reflejan una tendencia hacia el diputado Pepe Yunes.

El otro Yunes rojo, Héctor, es sólo alharaca de Tiktok, bravatas de quinta en las que increpa a Cuitláhuac García, zarandajas que el gobernador no escucha, aspavientos que el gober no ve.

O figura decorativa en anuncios espectaculares que nadie voltea a ver, así inunde con su rostro y sus frases trilladas, sabidas y sobadas todo Veracruz.

No son iguales. Pepe Yunes tuvo los cojones para alzar la voz en el Congreso, encabezar la intifada, la revuelta en el seno de su fracción, repudiar la contrarreforma eléctrica, rechazar la extensión de la Guardia Nacional en las calles por cuatro años más, y el Plan B electoral. 

A Héctor Yunes sólo se le recordará por decir que “Javier Duarte es mi jefe político” y por intentar ponerse a las órdenes del bailarín de salsa, Cuitláhuac, el bohemio que con el hígado desgobierna a Veracruz.

Hay, pues, un abismo entre los dos.

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Welcome, señora Nahle; Xalapa la desprecia. Welcome al infierno de Morena. Amanece y las mantas cuelgan en los puentes, y en las paredes hay condenas, y rechazo y repudio a la zacatecana que intenta asaltar el gobierno de Veracruz. “No a la zacatecana. Fuera Nahle”, dice una. “Veracruz para los veracruzanos”, reza una pinta en una barda. Y así el show de los que transforman la quietud en estridencia y la bonanza en fango. Welcome, señora Nahle.

El infierno político de Morena apenas se enciende. Y horas después, la noche del jueves 28, la secretaria de Energía usa el puño. Se atasca los votos de los consejeros morenistas, los que controla Cuitláhuac García, los que le allega al truhán del Congreso, Juan Javier Gómez Cazarín, los de los fieles, porque Nahle huele a hueso político y la recua la sigue, y la piara intuye quién les dará de comer. Avasalla Norma Rocío Nahle García en la elección de los aspirantes a coordinador de los comités de la cuarta putrefacción, o sea de la candidatura a gobernador de Veracruz.

Se lleva 123 votos; Zenyazen Escobar, el striper, 96; Eric Cisneros, el rufián, 67; la diputada por Xalapa, Claudia Tello, 56; Manuel Huerta, ex delegado de Bienestar, 19; Sergio Gutiérrez Luna, el diputado OVNI, 1, y al fondo de la tabla, extraviada en la realidad, Mónica Robles Barajas, emisaria del Clan de la Succión, con un sólo voto, que así habrá de entender que no es lo mismo ganarse una candidatura con votos que con arreglos en las sombras y en la oscuridad. Ha noqueado la señora Nahle a los suyos. Los ha humillado.

Se llevó los votos, los sueños, las ilusiones, los delirios y hasta las alucinaciones. No les ha pegado con clase. Se valió de la maquinaria oficial, la broza, los piojos y las pulgas, los zorros y los mapaches que ven en la oriunda de Río Grande, Zacatecas, el hueso que hay que roer. Desechó a Manuel Huerta, su ex operador, que trae a los Siervos de la Nación y los programas sociales. Desechó a Sergio Gutierritos Luna, el diputado alien, que trae pacto con los petroleros y nada más. Desechó a Mónica Robles, su antigua comadre, que no trae nada como no sean los recuerdos de cuando tildó a los empleados del Congreso de autistas, el sainete con Sonia Morales tapando la cámara porque sentía que las preguntas eran violentas —otra Sheinbaum— o el día que en la Sala de Cabildos de Coatzacoalcos una protesta airada le reventó la promoción de sus reformas al Código Civil. Nahle será candidata de Morena al gobierno de Veracruz. Entonces no serán mantas. Será desprecio. Será repudio. Será reclamo por el daño causado al país. Welcome a Veracruz, señora Nahle. Welcome al infierno de Morena… No deja de arder Nanchital. Apostados en el camino de tierra, decenas de nanchitecos han de impedir el paso de los camiones con basura de Minatitlán, Coatzacoalcos y Cosoleacaque hacia el Rancho 34 o Casa Caracol, el que pretenden imponer como relleno sanitario regional. Y si les lanzan a la policía, aguantarán la represión. Y si hay que ir a la cárcel, irán a prisión. Llegó el día.

Este 30 de septiembre, según la alcaldesa de Minatitlán, Carmen Medel Palma, se dejará de usar el basurero de Las Matas y comenzaría a depositarse en predio de Nanchital. Y entonces los nanchitecos bloquearon el acceso. Todo el día permanecieron sobre el camino y ya por la noche ocurrió un incidente. Impidieron a Roque Gabriel Ávalos Chao, copropietario del predio, abandonar el sitio. Y lo llenaron de improperios, gritos de traidor, mentadas y no precisamente de menta. Así la radicalización. Cuando los vieron marchar, los desdeñaron. Son 200 personas, no miles, expresó el gobernador Cuitláhuac García. Y encendió a la gente. Entonces marcharon 6 mil, y luego 10 mil, y reventaron el Grito de Independencia, y le armaron un borlote al presidente Andrés Manuel López Obrador cuando concluía su recorrido en el Tren Transístmico, a las puertas de Ferrosur, en Coatzacoalcos, el domingo 17. Hay quien dijo que el movimiento no iba a aguantar y ya se radicalizó… Xóchitl capoteando el vendaval y en Coatzacoalcos el Frente Amplio infiltrado por Morena.

Priistas, panistas y perredistas, y hasta los “sin partido”, los ínclitos defensores de la democracia, según pregonan, recibiendo favores de la runfla que hoy financia a las huestes del obradorato. Xóchitl Gálvez recibiendo tunda, que si por el plagio del informe que acompañó a sus proyectos de edificio verde inteligente, que si por la Casa Roja en que habita, que si porque a Andrés Manuel López Obrador se le puso que no la dejará avanzar hacia la Presidencia de México, y acá, en Coatzacoalcos algunos de los preclaros priistas, panistas y perredistas andan de manita sudada con los aliados de Rocío Nahle y Amado Cruz Malpica, sacándole jugo a la supuesta condición de opositores. El Frente Amplio en Coatzacoalcos ya fue infiltrado y a Xóchitl Gálvez nadie le pasó el informe de lo que hacen sus huestes… 

Al Shory Ordaz se le va a recordar como el cronista urbano. Petrolero de toda la vida, Víctor Paulino Ordaz Hernández solía relatar, escribir y recrear la vida del Coatzacoalcos antiguo. Citaba anécdotas, historias de familia, aquello que fue dando vida a la ciudad que se convirtió el punto central de la petroquímica nacional. Shory Ordaz buscaba y hallaba espacios en la prensa regional.

Nutría así la memoria histórica de Coatzacoalcos y su pueblo. Condensó sus crónicas en su columna Observatorio, en Andanzas Porteñas y en libros que sirven de punto de referencia a nuevas generaciones, y ganó el reconocimiento de todos sin que nadie le regateara el estatus de cronista urbano, aunque no haya sido el cronista oficial.

Su nombre se inscribe con el don Ramón Figuerola Ruiz, don Desiderio Cadenas Granados, la inolvidable maestra Julia Chong, el doctor José Lemarroy Carrión, el inmenso Ignacio Ordóñez Rodríguez y muchos otros que se fueron pero que nunca se les dejará de recordar por haber descrito con sus crónicas y relatos los orígenes y la construcción del Coatzacoalcos de hoy. Don Víctor Paulino Ordaz Hernández fue miembro de una familia que ha dejado huella —don Camilo Ordaz Chiñas, un defensor de los derechos laborales del gremio petrolero, y sus hermanos Camilo, médico que falleciera en el avionazo de Cerro del Mesón, en Poza Rica, durante la campaña presidencial de Luis Echeverría Álvarez; Leonel, catedrático universitario en Coatzacoalcos, y Carlos, abogado laboral con gran reconocimiento en la Ciudad de México—. Fallecido este miércoles 20, Shory Ordaz será recordado por sus aportes a la historia de Coatzacoalcos…

Adentro, muy en sus adentros, Rocío Nahle siente el asedio de sus crías, el filo de los puñales, el reacomodo de los aliados que ven la judicialización de su candidatura y el fracaso por ser nativa de Zacatecas y pretender gobernar Veracruz.

Muy en sus adentros, ha de saber que Zenyazen Escobar no la acuerpa; la sigue y la presiona, conociendo que incumple el requisito central, por no ser veracruzana por nacimiento o por no ser hija de veracruzano o veracruzano y se acoge a la residencia efectiva de cinco años

Siente la daga de Mónica Robles, su sombra, un fantasma, emisaria del Clan de la Succión, que aún lidia con el desdén de la zacatecana que hace cinco años, en 2018, la vetó para ser senadora suplente de Morena por su pasado priista, por el cobijo de Fidel Herrera y hasta por un pacto de no agresión con el panista Miguel Ángel Yunes Linares con el que el padre, José Pablo Robles Martínez, intentó cobrar los 25 millones de pesos que Javier Duarte, aliado de los depredadores del Istmo, les quedó a deber.

Mordida por unos, intrigada por otros, Nahle tiene un enemigo frontal, Sergio Gutiérrez Luna, diputado federal morenista, políticamente hueco, sin estructuras electorales, tan falto de arraigo que ni en su pueblo, Minatitlán, le ven trazas de gobernador.

Nahle carga en la conciencia la traición a Manuel Huerta Ladrón de Guevara, viejo perredista, operador de su campaña a diputada federal por Coatzacoalcos, en 2015, el que reagrupó a las fuerzas de Gloria Rasgado Corsi, némesis de Nahle, su acérrima enemiga, con las que tuvo que apuntalar a un sector del priismo, el marcelismo, que le allegó votos porque por sí sola la zacatecana no gana ninguna elección. 

Y le quita el sueño el más desleal, su engendro, Eric Cisneros Burgos, el siniestro Bola 8 que mandó al diablo al propio Andrés Manuel López Obrador cuando lo instó a dejar de promoverse para gobernador o renunciar a la Secretaría de Gobierno. Si Bola 8 abriera la boca, si contara tantos y tantos atropellos a la ley, y quién los urdió, Rocío Nahle no tendría cara para contender.

Todos fingen que la aman y todos la quieren descarrilar.

Todos son nacidos en Veracruz o hijos de veracruzano, menos Rocío Nahle.

Todos cumplen con el requisito constitucional; Norma Rocío Nahle García, no.

Pareciera la favorita del mesías pero, en el tablero político, es la más frágil.

Los cuervos de Veracruz apuestan a la judicialización de la candidatura de Rocío Nahle. Y vendrán decenas de impugnaciones y alegatos en órganos electorales y la resolución en tribunales. El punto crucial será si cumple con el requisito constitucional: ser veracruzana o no. Y que no se cuelgue de los cinco años de residencia efectiva porque eso no invalida el precepto legal.

Será una guerra con daños directos y colaterales. Será fuego amigo y gozo entre el enemigo. Y el crujir de dientes y el llanto en la soledad.

La judicialización de la candidatura de la secretaria de Energía equivale a una implosión en Morena. Reventarán por dentro. Exhibirán el agandalle de Rocío Nahle y el canibalismo de los contendientes, los amores simulados y los odios a flor de piel.

Entre los cuervos de Veracruz destaca Sergio Gutiérrez Luna, alias Gutierritos, diestro en derecho electoral. Su experiencia se da en las trifulcas en el Instituto Nacional Electoral cuando Morena comenzaba a ascender.

Gutierritos no orbita en torno a Claudia Sheinbaum, virtual candidata presidencial. No fue de Ebrard ni de Monreal. Fue el único alfil del ex secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, entre los aspirantes al gobierno de Veracruz.

Gutierritos le tiene cantada la judicialización de la candidatura a Rocío Nahle. Lo ha pregonado. Atacará su origen, ser oriunda de Zacatecas, no tener padres veracruzanos, incumplir el requisito constitucional.

Habrá decenas de impugnaciones, de morenistas y no morenistas, los que sufrieron los aceleres de Rocío Nahle, el atropello a sus aspiraciones, la imposición de candidatos, el encumbramiento de ladrones que hicieron de ayuntamientos y gobiernos un auténtico botín.

Aflorarán las tretas de la secretaria, su altanería, la intransigencia, su corrientez. Nahle es un lastre. No suma resta. Nahle fracciona al morenismo, lo divide, atiza disputas.

Morena sufrirá un desgaste interno y todo porque la zacatecana no quiso —y no podría— gobernar Zacatecas y se le puso que gobernaría Veracruz.

Los cuervos también traicionan. Cuitláhuac García, el bailarín que desgobierna a Veracruz, congregó en mayo a sus alfiles. Acordó no ir ya con Rocío Nahle e impulsar al secretario de Educación estatal, Zenyazen Escobar García, un striper con el mote de Tarzan Boy que en sus años mozos divertía a las damas de la mejor sociedad.

Filtrado a los medios de comunicación, viralizado en las redes sociales, aquel cónclave y la reordenación de la candidatura movió a Rocío Nahle a reencontrarse y ceder. Nahle iría para la gubernatura y Zenyazen para la senaduría por Morena. Y luego vinieron las fotos y la faramalla vociferando que eso, todos sonriendo a la cámara, era muestra de poder.

Abierto el registro de aspirantes a “coordinador de los comités para la transformación”, o sea la precandidatura al gobierno de Veracruz, Morena comienza a arder. Se apuntaron Zenyazen, Gutierritos, el delegado de Bienestar federal, Manuel Huerta; Eric Cisneros; la ex diputada priista y ex diputada morenista, Mónica Robles Barajas, de la cuadra duartista, y peces de menor nivel.

Al registro de aspirantes seguirá la decisión del consejo estatal de Morena sobre quiénes irán a la encuesta. De ahí saldrá el candidato o candidata al gobierno de Veracruz. El resto se acomodará en posiciones hacia el Senado, diputaciones federales y locales. La fiesta de la simulación.

Pero el incendio avanza hacia Rocío Nahle. Si la judicialización complica su candidatura, tendrá que concertar. Cederá candidaturas al Senado, quizá Gutierritos en lugar de Zenyazen, o Manuel Huerta y Eric Cisneros; la de mujer para Mónica Robles con tantos negativos que aseguraría un descalabro electoral, o la diputada Claudia Tello, Citlali Navarro, Irene Navarrete.

Nahle camina en la cuerda floja. Y al final la cuerda se incendia. No sólo no acredita ser veracruzana, en términos del artículo 11 de la Constitución Política del Estado de Veracruz que habla de los nacidos en el territorio o ser hijos de padre o madre veracruzanos así haya nacido fuera de la entidad, sino que incumple el artículo 43 para aspirar a ser gobernador, que exige ser “veracruzano en pleno ejercicio de sus derechos”.

Nahle esgrime los 30 años de residencia en Veracruz. Eso acredita vecindad y la vecindad no es el requisito que exige la Constitución local para contender por la gubernatura.

Nahle intentó parchar la Constitución de Veracruz en dos ocasiones. Una, a cargo de su esbirro legislativo, hoy peón en el ayuntamiento de Coatzacoalcos, Amado Cruz Malpica; la otra, a manos de la diputada local por Cosoleacaque, Magaly Armenta. Era la Ley Nahle con la que   un oriundo de otra entidad pudiera ser veracruzano sólo por tener hijos nacidos en Veracruz.

La primera fue a la congeladora. La segunda pasó. Se aplicó el mayoriteo. Pero la Suprema Corte de Justicia de la Nación anuló parcialmente la trastada. El origen se da padres a hijos, no al revés. Pero dejó abierto el resquicio de la residencia de cinco años en términos del artículo 116 de la Constitución General de la República.

Sergio Gutiérrez Luna sabe que mientras la Constitución política de Veracruz no se reforme, sólo los veracruzanos por nacimiento pueden aspirar a gobernar.

El vodevil es de antología. Los depredadores de la nación luchando a mordidas y navajazos.

Nahle los crió y ahora los cuervos de Veracruz la comienzan a devorar.

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Candil de la calle, podredumbre de su casa. Qué aleccionador es oír las condenas de Marlon Ramírez a la corrupción. Miles de millones de pesos desviados en el gobierno de Cuitláhuac García. O la trama de los empleados que son contratistas, llámese Araly Rodríguez Vez. O los contratos millonarios a jóvenes beneficiarios de programas sociales que no rebasan los 20 años de edad. Un pozo de estiércol en que se convirtió, entre otras, la Secretaría de Salud. Y 17 dependencias más saqueando a placer. Los 40 ladrones del célebre Alí Babá debieron tomar un curso intensivo en la Cuarta Transformación.

Sólo qué… Marlon Ramírez, líder aún del PRI en Veracruz, hace lo mismo, obviamente con menos millones, con los suyos. Cinco quincenas sin liquidarle a dirigentes y empleados del tricolor. Como Cuitláhuac, destina las prebendas para su círculo cercano —Arianna, Kuri, Anilú— y sus corifeos. Muy loable la expedición de Marlon al centro del drenaje, hallando casi mil 600 millones de pesos con tintes de corrupción. Muy audaz zambullirse en el mugrero de la Cuarta Putrefacción, siguiendo el rastro de las ratas, hallando el modus operandi y el modus robandi, documentando la uña inmensa del gobernador y su grupo delincuencial, la falsa honestidad, la profunda simulación.

Pero candil de la calle es oscuridad de su casa. Marlon Ramírez nada dijo cuando vio hacer lo mismo a Javier Duarte, el pillastre que saqueó el gobierno de Veracruz. Hubo empresas fantasma y Marlon calló. Hubo robo de participaciones federales a municipios y Marlon calló. Hubo una licuadora que concentró recursos federales para luego dispersarlos y no saberse su destino al tiempo que Javier Duarte presumía un yate, cuatro penthouse en Boca del Río, un rancho con cuadras de caballos en Valle de Bravo, y los testimonios de los cómplices, registrados en las pesquisas de la entonces Procuraduría General de la República dando cuenta del torrente de efectivo en empresas y firmas fantasma, en México y Estados Unidos, y Marlon ni se inmutó. Candil de la calle, putrefacción del PRI… Junior predilecto, Farid Lamarque Rosas gusta del trago y los finales violentos.

Gusta de amigos y novias de sus amigos que arman trifulca, lanzan botella, hieren rostros y huyen del antro, no como si fuera película violenta sino como la realidad violenta que les gusta protagonizar. Farid Yael Lamarque es el nieto incómodo y consentido de Esmeralda Mora Zamudio, la comadre política de Rocío Nahle, la cuasi candidata de Morena al gobierno de Veracruz, la jefa de la banda siniestra. Farid es el nieto de la alcaldesa de Nanchital.

Aquella noche del viernes 22, en el antro Agua Mala, hubo violencia innecesaria. Una versión —la de Gerardo Enríquez Aburto— refiere que Darina Cruz, media naranja del susodicho Farid Lamarque, se puso histérica cuando una vecina de mesa, asediada por el nieto de doña Esme, le pasó el dato y le pidió que le pusiera bozal. Darina la emprendió, no contra el intrépido Romeo sino contra la víctima del asedio. Y de ahí volaron las mentadas, los reclamos y, como debe ser, las botellas. Una de ellas se estampó en el rostro de otra damita que nada tenía que ver. La otra versión —la de Víctor Nazariego Ortiz— dice que el zafarrancho lo armó Karla Michelle Olea Cid, tesorera municipal de Nanchital, novia de César Ortega, el mejor amigo de Farid Lamarque; Karla Michelle es pieza clave en el manejo de los dineros y le imputan también que en los negocios de Farid que, vía prestanombres, realiza con el erario de Nanchital. De acuerdo con videos subidos a las redes sociales, la fuga fue al estilo Tarantino: una damita fuera de control, una camioneta conducida en sentido contrario sobre uno de los carriles del malecón de Coatzacoalcos, la exquisita dama trepada a la fuerza, los vecinos de farra arrojándoles vasos con licor y la unidad motora intentando arrollarlos hasta emprender la huida. No es un borrachazo más.

Es el retrato de un junior y su banda ejerciendo el poder en las cantinas. Es la imagen de Farid Lamarque Rosas, el nieto incómodo de la alcaldesa de Nanchital, Esmeralda Mora Zamudio, en plan destroyer. Es Farid Yael, aquel mozalbete sorprendido y aprehendido con una camioneta con reporte de robo, remitido a la Fiscalía en Nanchital, por el que la abuelita metió las manos hasta lograr su liberación. Reza la conseja pública: deja impune al malhechor y su mundo será la delincuencia.

Peor cuando la madrina política es Rocío Nahle. Con esa pandilla piensa gobernar Veracruz… A Gersaín Hidalgo, ni el PVEM ni la diputación federal. Vetado por Javier Herrera Borunda; por su padre, el ex gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, y por Rocío Nahle, el líder real del Sindicato Único de Empleados Municipales (SUEM) dejó de tener futuro político. Intentó apoderarse del Partido Verde, tomar el control del comité municipal, colocar su estructura política y financiarlo y los dueños del Verde no lo dejaron pasar. Palabras más, palabras menos, sentenciaron que el PVEM era —y es— para Isaac Férez Esparza, así cargue un historial de señalamientos, cinco acusaciones en el Me Too sexual de la Universidad Anáhuac.

Esa, sin embargo, es historia aparte y explosiva. Gersaín Hidalgo, que fuera peón de los Chagra, el corre, ve y dile de Mili, hoy está en la desgracia, viendo cómo la nave naufraga. Año y medio arrastrado ante el alcalde Amado Cruz Malpica, pisoteando la historia combativa del SUEM, y al final Morena lo repudia. Rocío Nahle le cobra el asedio a Víctor Manuel Carranza Rosaldo, primer alcalde morenista que la zacatecana impuso en Coatzacoalcos, un cero a la izquierda, un marrullero que permitió hasta la falsificación de un acta de cabildo. Nahle le cobró las manifestaciones, bloqueo al Túnel Sumergido, cierre de los accesos a Coatzacoalcos y hasta la baladronada de quemar el palacio municipal. Gersaín se le arrastró a Amado Cruz Malpica, prestándose a joder los derechos de sus agremiados, suponiendo que así se ganaba el derecho a ser candidato del PVEM a diputado federal. Se ve que Gersaín Hidalgo no conoce a la secretaria de Energía. Lo usó, se burló y lo desechó. Su futuro y su suerte ya la decidió Rocío Nahle. Y no pinta bien. Mejor dicho, pinta muy mal… 

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