Jueves, 18 de abril de 2024
Mussio Cárdenas Arellano

Mussio Cárdenas Arellano

Atrapado en el mundo de las letras y la denuncia social, Mussio Cárdenas Arellano cuenta ya con un extenso kilometraje recorrido en el periodismo. Lejano parece ya aquel 1978 cuando en Coatzacoalcos, su tierra natal, escribió sus primeras notas. Transitó por la entrevista, el reportaje, la crónica, el artículo y la columna política. Fue corresponsal de la revista Proceso, Imevisión, IMER, Contralínea; fundador de las revistas Contacto e Informe Rojo; analista político en radio y televisión, y ganador del Premio México por columna política, en 2009, otorgado por la Federación de Asociaciones de Periodistas de México (FAPERMEX). Su contacto con el periodismo viene de familia. Su padre, Mussio Cárdenas Cruz, y sus tíos Emilio, Francisco y Paulino, constituyen una dinastía de periodistas veracruzanos de reconocido prestigio. Actualmente escribe la columna Informe Rojo, que se publica en portales en internet y medios escritos con amplia aceptación entre la opinión pública.

mussioc2@gmail.com

 

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Al Senado, según la fórmula Mónica Robles, se accede por la succión y el trapecio, el aplauso a los sátrapas, la liga con Fidel, el contubernio con Duarte, el cariño a Karime y el desdén, tan suyo, tan propio, a la gente de Veracruz.

Al Senado aspira Mónica Robles Barajas, negándose a ver su realidad, que simpática no es, y que ha propinado tantos agravios, tanta bajeza, que son contados los que la ven bien.

Caradura, no le bastó el descalabro en la disputa por la candidatura de Morena al gobierno de Veracruz, arrancando un solitario voto, de 200 posibles, en la sesión del Consejo Político Estatal.

Entre el morenismo hay quienes no la ven y hay entre quienes la ven y la repudian. Y saben por qué.

De aquel descontón, obra de Rocío Nahle y el gobernador Cuitláhuac García Jiménez, doña Mónica Robles de Hillman se repuso y ya se volvió a dar cuerda. Va, ahora, por la candidatura al Senado, a riesgo de volverse a pulverizar.

Ya fue el hazmerreír del obradorismo. Ya la hizo añicos Cuitláhuac con un consejo morenista donde todos están alineados. Ya la humilló como quiso la ex secretaria de Energía, Norma Rocío Nahle García, su antigua aliada. Pero no entendió.

Apestada en Morena, carga una historia de vergüenza política, incluido el despojo de un parque público en Coatzacoalcos, vía una simulación legaloide, una concesión que le debe a Fidel Herrera Beltrán, y los negocios de reciclamiento de basura de su mamá, la ex diputada perredista, Roselia Barajas Olea, y su nexo con el PRI, un compadrazgo con un panista de alto nivel y el agandalle de cargos cuando se montó en Morena.

De todo, lo más sublime fue su abyección, el aplauso cínico a Javier Duarte de Ochoa, mecenas de los negocios del Clan de la Succión, con publicidad a granel, millones en cascada hasta quedarse trabados con un adeudo bárbaro cuando el pillo decidió huir y luego parar en prisión.

Cada historia da material para un libro. O varios. Las anécdotas, las imágenes, el recuento hemerográfico que ellos, Mónica y su padre, José Pablo Robles Martínez, propietario del consorcio periodístico integrado por Diario del Istmo, Imagen de Veracruz, Imagen del Golfo, Llave, Editorial Robles, encuestadora Impulsos y hasta la Inmobiliaria La Voz del Istmo, se encargaron de plasmar para que la historia los juzgue y los veracruzanos los repudien aún más.

Nadie tuvo mejor tino que Fidel Herrera Beltrán cuando el ex gobernador fue cachado en una conversación subrepticia, en 2010, tildando al sátrapa de la tinta, José Pablo Robles, como un “succionador profesional”, que “lo mismo chupa ch..che que mama v..ga”, que lo mismo le succiona al PRI que al PAN. Así cayeron sus palabras. Así lo registra el audio. Así los marcó Fidel para la eternidad.

Con Fidel quedó definida la esencia de lo que son. Acá, en INFORME ROJO, se perfeccionó la descripción: el Clan de la Succión.

Y así ha sido su vida pública.

Siendo presidenta del DIF en Coatzacoalcos, su marido Iván Hillman Chapoy alcalde, tuvo la osadía de convertir un parque público, con juegos que los niños solían disfrutar, en un parque ecológico privado, vía un comodato que le dio el control por 10 años, primero, y que ha venido perpetuando con presiones a los ayuntamientos.

Así nació el Parque Quetzalli, cimentado sobre el Parque del DIF, con acceso restringido, visitas guiadas, idea no original, no de Mónica Robles ni de su mamá, Roselia Barajas, la iniciadora de la telenovela ecologista, sino de un ambientalista que intentó cuajar su proyecto en Cuernavaca y no pudo.

A ese despojo siguieron otras burlas a la sociedad. Siguió la planta de reciclamiento de basura ERA 2000, aprobada por el cabildo encabezado por Iván Hillman, que se prestó a un simular una licitación pública, siendo instruidos los ediles a aprobar el negocio de los amigos del Clan Robles. Al final, por falta de cumplimiento, por ser un embuste, el ayuntamiento que presidiera Marcelo Montiel les canceló el proyecto.

Mónica Robles e Iván Hillman presumían su relación con Fidel Herrera. Y Fidel les daba cuerda. A la par, Mónica Robles expresaba públicamente su apoyo al líder perredista, Andrés Manuel López Obrador.

En 2009, Fidel Herrera le concedió a Iván Hillman la candidatura a diputado federal por el PRI. Tuvo el aparato de poder a sus pies y perdió. Lo derrotó el PAN pero la operación en contra fue fuego amigo. La ejecutó Marcelo Montiel.

Años después, Mónica Robles se puso la verde. Postulada por el PRI-PVEM, fue candidata a diputada local. Gozaba los mítines priistas, según se le ve en los videos. Saludaba al priismo. Abrazaba al priismo. Se fotografiaba con el priismo. Y llegó al Congreso de Veracruz, ya en tiempos de Javier Duarte.

Fue una fiel duartista. Y Duarte fue un siervo de la Succión. Les prodigó contratos de publicidad sin reparo, millones y millones cada mes, y su cobijo y aval moral. Era, entonces, Mónica Robles, la duartista.

Congeniaban Karime Macías, la Señora de la Abundancia, y la heredera del Clan de la Succión, sin advertir que un día, cuando la desgracia política llegara y el efecto Yunes los arrasara, Karime estaría sujeta a procesos penales, refugiada en Londres, Inglaterra, sujeta a un juicio de extradición, ya en vías de ser remitida a México para encarar los litigios y su destino en un penal.

Mónica Robles y Karime Macías eran harina del mismo costal. Pulgas del mismo petate, aparecían en las páginas de los periódicos del consorcio, y en los portales de internet.

Una estampa define a Mónica Robles: el día en que se le ve aplaudir a Javier Duarte, sonreírle, festinar la aprobación de una iniciativa a favor del Poder Judicial de Veracruz. Mónica Robles aplaudiendo al ladrón. Es una instantánea del poder.

Ya como morenista, arribó al Congreso por segunda vez por la vía plurinominal, por la puerta de atrás, sin buscar el voto de los electores porque esos nunca los va a tener.

Su paso por el Congreso fue de pena y de risa. Se volvió la reina del micrófono abierto. Un día cuando dijo que andaba “cruda”. Otro, cuando le llamó autistas a los empleados de la Legislatura.

Protagonizó un sainete cuando a las preguntas de la reportera Rosalinda Morales sobre el dictamen para destituir al ex fiscal Jorge Winckler, Mónica Robles evidenció que no había leído el documento. Y era la presidenta de la Comisión de Justicia y Puntos Constitucionales.

Drásticamente cortó la entrevista. “Ya”, espetó. La reportera insistía. Mónica Robles terminó colocando su mano sobre la lente de la cámara.

El peor sainete ocurrió en Coatzacoalcos. Venía dando tumbos con los foros en que exponía la modificación al Código Civil para validar el matrimonio igualitario. Enfrentó el repudio en Orizaba, en Acayucan, donde irrumpían los grupos afines a la Iglesia Católica. Pero el de Coatzacoalcos fue brutal.

Saboteada, denostada, escuchó gritos, deglutió insultos, se tragó una humillación superlativa. Fue tratada, mejor dicho maltratada, como a nadie, nunca, en la historia de Veracruz.

A su lado tuvo a Amado Cruz Malpica, entonces diputado local, que nada pudo hacer. La Sala de Cabildo de Coatzacoalcos hervía. Hombres y mujeres alzaban las cartulinas, externaban el repudio a una reforma legal que no hallaba cabida en un sector de la sociedad.

Y Mónica Robles, con la mirada fija, la soberbia abollada, el escenario descompuesto, sin pronunciar una palabra, retando a un gentío enardecido.

La hicieron añicos. Le pasaron encima. La destrozaron. Y se tuvo que ir.

Le cerró la puerta a sus antagonistas en Xalapa. Manipuló el de Boca del Río. Terminó abiertamente cuestionada por el clero.

Con Morena está peor. Intentó disputarle a Rocío Nahle la coordinación de los comités de la Cuarta Transformación, o sea la candidatura al gobierno de Veracruz, y fue humillada. Nahle y el gobernador, Cuitláhuac García, sólo le dejaron un voto del Consejo Estatal de Morena.

Hoy, va por la segunda felpa. Se inscribe para ser candidata al Senado, sabiendo que si llega al Congreso federal en 2030 será candidata natural al gobierno de Veracruz.

El reto a Cuitláhuac García es directo. Enfrenta a Dorheny García Cayetano, la cuasi hermana del gobernador, a la que retó a renunciar a la Secretaría de Trabajo estatal, y Dorheny renunció.

Se ve que Mónica Robles no entiende.

Su bagage es deplorable. Su pasado ligado al PRI, al PRD, su nexo con Fidel Herrera, el contubernio con Javier Duarte, el cariño de Karime, la ambición desmedida del Clan de la Succión, son los negativos con los que va a la contienda.

Su duartismo, cree, le da para ganar.

Archivo muerto

Tanto crece Pepe Yunes, que Cuitláhuac García, queriéndolo acribillar, se dio un balazo en el pie. Y entonces Héctor Yunes, que hoy intenta de nuevo ser candidato del PRI al gobierno de Veracruz, reveló lo que también era secreto a voces: el financiado por Duarte fue Cuitláhuac García. (https://bit.ly/3sIiLQ1).

De la sociedad civil, el único que pinta para gobernador es Juan Bueno Torio. No fue casual verlo sentado junto a Pepe Yunes en el evento de Xóchitl Gálvez, en Orizaba. (https://bit.ly/3R9jsLE).

Ahí, donde Cuitláhuac García sembró olvido, clínicas que sólo existieron en su imaginación, caminos deplorables y resentimiento social en la sierra de Soteapan, ya hay células de la Fuerza Rosa de Xóchitl Gálvez. (https://bit.ly/49P9s1h).

Patricia Islas sigue papando moscas. No sólo es la cómplice number one de Arturo Delgadillo, su antecesor, sino la alcahueta de Gilberto Velázquez, director de Desarrollo Urbano Municipal. (https://bit.ly/46qLTJk).

Rocío Nahle le alza la mano al hijo de Fidel. Y Manuel Huerta lo festina. Y al morenismo veracruzano se le enfría la sangre viendo que el fidelismo ahora es su aliado. Y Rocío Nahle sonríe. Y luego ríe. Afianza la mano con la de Javier Herrera Borunda, mandamás del Partido Verde. (https://bit.ly/40T0cVG).

Queriendo demeritar a Pepe Yunes, el gobernador se da un tiro en el pie

Tanto crece Pepe Yunes, que Cuitláhuac García, queriéndolo acribillar, se dio un balazo en el pie.

Tácitamente “destapado” cuando Xóchitl Gálvez pronunció su nombre en evento de Orizaba, el viernes 17, envuelto en gritos de “gobernador, gobernador”, el hoy diputado federal por el distrito de Coatepec se catapultó como la figura del Frente Amplio en Veracruz. 

Y al tercer día, Cuitláhuac García lo quiso demeritar. Invocó este lunes, el audio en que se habla de los desvíos de recursos de Javier Duarte de Ochoa, entonces gobernador de Veracruz, millones de pesos colocados en caja de huevo y llevados al PRI.

Y de eso, dijo el Cuit, se debe acordar Pepe Yunes, Héctor Yunes y toda la militancia priista.

Y sonó el estruendo. El gobernador se dio un tiro en el pie.

El que recuerda bien es Héctor Yunes Landa. Al que acusaron de haber recibido financiamiento de Duarte, fue a Héctor. Del que habló el ex secretario de Seguridad Pública, Arturo Bermúdez Zurita, en esos días procesado y en la prisión de Pacho Viejo, cercana a Xalapa, fue Yunes Landa.

Y entonces Héctor Yunes, que es mecha corta y que hoy intenta de nuevo ser candidato del PRI al gobierno de Veracruz porque la gente le da “like” cuando en sus videos de Tiktok, reveló lo que también era secreto a voces: el financiado por Duarte fue Cuitláhuac García, la pieza de Morena, el protegido de Rocío Nahle, en la campaña de 2016 que el bailarín de la Macultépetl perdió.

“Me informaron —dijo Héctor— que en dos ocasiones del Gobierno del Estado le entregaron apoyo económico al candidato de Morena, iban en una camioneta Grand Cherokee polarizada donde le entregaban dinero”, según reseñó la agencia Quadratín.

El 30 de enero de 2017, Yunes Landa lanzó ese dardo envenenado. Golpeó, sacudió a Cuitláhuac García.

Y no se lo dieron en cajas de huevo. Le llenaban la Grand Cherokee con los recursos del gobierno de Veracruz para levantar su desangelada campaña. Ocultaron el cuerpo del delito con los vidrios polarizados.

Cuitláhuac García se indignó entonces. Exigió mostrar pruebas.

Héctor Yunes, acusado de recibir financiamiento de Javier Duarte y repartirle a dirigentes nacional del PRI, uno de ellos Manlio Fabio Beltrones Rivera, también pidió mostrar pruebas.

“He dicho que me lo prueben. Eso lo sacaron hace unos meses e inmediatamente respondí ‘a ver pongan una prueba, pruébenlo’ ”.

A Pepe Yunes nadie lo aludió. Ni le colgaron dineros ilegales. A Héctor, sí; a Cuitláhuac, sí.

El de la caja de huevo fue Duarte. El de la falta de huevos fue Cuitláhuac.

 

Ahí, donde Cuitláhuac García sembró olvido, clínicas que sólo existieron en su imaginación, caminos deplorables y resentimiento social en la sierra de Soteapan, ya hay células de la Fuerza Rosa de Xóchitl Gálvez.

El abandono fue el fermento del movimiento opositor, atizado por el reclamo de los tatahuis y de los pajapos, los oriundos de Tatahuicapan y Pajapan, de los nativos de Chinameca, Oteapan y San Pedro Soteapan ante la indiferencia del gobernador de Veracruz y su proclividad a mentir.

Ahí, en la sierra, donde la pobreza es ancestral y el resentimiento se lleva en la piel, la Fuerza Rosa ya integró comités de apoyo a Xóchitl Gálvez Ruiz, virtual candidata del Frente Amplio por México. Sumó al magisterio, al campesinado, a jóvenes y mujeres, y aquellos que lo mismo bloquean caminos que amagan con radicalizar la protesta.

Fuerza Rosa finalmente aglutinó grupos afines a Xóchitl Gálvez que venían operando dispersos y el sábado 11 constituyó su estructura operativa en el sur de Veracruz.

Claudio Cahuich Velásquez, ex regidor panista en el ayuntamiento de Coatzacoalcos, es el coordinador regional. Es, además, el contacto con el ex gobernador de Baja California, Ernesto Ruffo Appel, operador principal de la Fuerza Rosa.

A cargo de la Coordinación de Organización se halla Silvia García Ávalos; coordinadora de Estructuras, María del Carmen Kuasicha; coordinador de Enlace con municipios, la ex diputada local por Minatitlán y ex candidata al Gobierno de Veracruz, Yuli Sheridan; coordinador de Comunicación, Jose Tomás del Ángel. Los responsables por municipio son: Coatzacoalcos, Homero Gutiérrez Melchor; Minatitlán, Arturo Matus Hernández; Acayucan, César Misael Reyes Alcántara; Jáltipan, Bárbara Torres, y Las Choapas, Ricardo López Iparrea.

De acuerdo con Claudio Cahuich, se establecieron grupos de trabajo en la sierra de Soteapan, integrados por maestros cuyas estructuras siempre han sido un motor electoral.

El tema del incumplimiento de los compromisos suscritos por el gobernador de Veracruz, el morenista Cuitláhuac García Jiménez, esencialmente en el ámbito de la salud, la falta de construcción de clínicas rurales y puestos de atención médica, se convirtió en fermento para armar la Fuerza Rosa en los municipios serranos, antes feudo del PRI, luego del PRD y PAN, hoy de Morena y, por lo que se ve, es zona en la que los seguidores de Xóchitl Gálvez, la candidata de la oposición, librarán una cruenta batalla en la elección del 2024.

Destartalada, la maquinaria política de Rocío Nahle no le allega adeptos, ni fans, ni incautos, ni le opera simpatías, ni aplausos. No le sirve Cuitláhuac García, ni los millones usados en su  campaña, ni la foto con el Peje, ni la amenaza y la presión.

Vencida en la encuesta, impuesta por Andrés Manuel, Rocío Nahle habrá entendido que ni los veracruzanos la quieren ni el sátrapa de palacio, el Cuit, sabe operar.

No le ayudan los priistas —el duartismo, el fidelismo, el marcelismo, todos aquellos con los que pactó—, ni las rémoras verdes —Javier Herrera, el del hijo olvidado—, ni los haraganes del PT, o las vacas del magisterio y el badulaque de Zenyazen Escobar.

Ni le suma Juan Javier Gómez Cazarín, el delincuente que responde al apelativo de El Carón, líder del Congreso de Veracruz, invento político del gobernador Cuitláhuac García, cuyo poder usa para calar alcaldes, amedrentarlos y obligarlos a a inflar a la desinflada ex secretaria de Energía.

Nada, nadie, salvó a Rocío Nahle de la afrenta que implica perder la encuesta de Morena cuando los cuentos de los sondeos previos le daban ventaja dos a uno sobre Manuel Huerta, Eric Cisneros, Gutiérrez Luna y cualquiera que le disputaba la carrera por la nominación al gobierno de Veracruz.

Tan bien que iba, 20 puntos arriba, y en los hechos perdió.

Hacia el atardecer del viernes 10, en reuniones en corto, a puerta cerrada, Rocío Nahle conoció su realidad. Y no la pudo cambiar.

Perdió, fue arrasada, en temas cruciales: honestidad, confianza, conocimiento de Veracruz, mejor candidata para Veracruz. Ganó, por ocho décimas de punto, en un rubro: mejor candidata de Morena. Y de ahí se agarró López Obrador para imponer a su engendro, su pupila política, como coordinadora de los comités de la Cuarta Transformación, o sea la corcholata de la sucesión local.

Las encuestas han sido un circo. Son la farsa democrática del mesías de Tepetitán, alias el porro López Obrador, a la que se prestan todos, los aspirantes, los operadores, la broza obradorista, las encuestadoras y los adictos al fraude.

Lo que digan los números no cuenta. Lo que midan las encuestadoras no sirve. Ganen o no, serán candidatos los que decida Andrés Manuel.

En Veracruz perdió Rocío Nahle y López Obrador la impuso.

En Jalisco perdió Claudia Delgadillo, ex priista, y AMLO la impuso.

En Guanajuato perdió Alma Alcaraz, ex panista, y AMLO la impuso.

En la Ciudad de México perdió Clara Brugada y AMLO la impuso.

Las corcholatas son más lata que corcho, que no ganan ni saben operar, que no prenden al morenismo ni a la sociedad.

La caída —real— de Rocío Nahle García es el espejo de un equipo político de cuarta, una maquinaria oxidada, estrategas sin idea, dinero público desviado a la campaña adelantada y tirado a la basura, y grupos afines que no ganan ni la elección de jefe de manzana.

Los números de Nahle son el reflejo del mito que se extingue. Los porcentajes de Nahle son la lectura de un fracaso. Y el reporte de una debacle. Y la profecía de un naufragio. Y la crónica de un descalabro anunciado.

No es una tragedia griega. Es una tragedia zacatecana.

A la desinflada le faltó helio para volar. La desinflada, como la describió Manuel Huerta, ex delegado de Bienestar y al final su verdugo, nunca despegó. Se quedó en tierra, vencida por los que no la quieren gobernando Veracruz.

Nahle cimentó su popularidad en un engaño. Toda encuesta la ubicaba en el nivel de los inalcanzables, de los elegidos, de los semidioses. La elección de 2024 sería de trámite. Nahle tenía asegurada la sucesión.

Rubrum, por ejemplo, le daba en septiembre 39.9 por ciento de preferencia ciudadana. A Manuel Huerta lo calificaba con 12.4.

Gobernarte la situaba con 20 por ciento; el diputado federal nativo de Minatitlán, Sergio Gutiérrez Luna, 15 puntos, y Manuel Huerta, 8 por ciento.

RSearch reportaba 31 por ciento para Rocío Nahle y 17 puntos para Manuel Huerta.

Nada era cierto. Rocío Nahle tenía una popularidad ficticia. Sus números eran una patraña.

En la encuesta oficial, la de la Comisión Nacional de Elecciones de Morena, y las encuestas espejo, a cargo de De las Heras y Mendoza Blanco Asociados, Manuel Huerta la despedazó.

Falló en honestidad, confianza, confianza de que habrá de cumplir, conocimiento de Veracruz, mejor candidata. Pero logró superar a Huerta en “mejor candidata de Morena”. Obtuvo 16 por ciento y Manuel Huerta 15.2 puntos. Y el mesías la ungió.

El rayo la alcanzó. Y la electrizó.

La golpea su condición de zacatecana.

La destruye su fracaso en Dos Bocas.

La fractura su protección a la banda delincuencial que gobierna Veracruz.

La destroza el nivel de complicidad con Cuitláhuac García, con Juan Javier Gómez Cazarín, líder  del Congreso  de Veracruz; con Eric Cisneros —hoy confrontados—, el artífice de la represión política, protector de grupos criminales, según el Ejército; con Zenyazen Escobar García, secretario de Educación que terminó en el sótano de la encuesta; con Eleazar Guerrero Pérez, subsecretario de Finanzas, primo del gobernador, el que trafica los contratos y le paga a las empresas fantasma, y con decenas de pillastres más.

La hunde esa pandilla que, aún usando recursos públicos, no sabe operar.

La aniquila el grupo político que no mueve alcaldes ni corrientes morenistas y que en la encuesta la dejó morir.

“Está cañón”, dijo El Peje en palacio y le regaló la nominación.

Archivo muerto

A las mil y quinientas, el PAN decide ir en alianza en Veracruz. A las mil y quinientas porque había que saber el juego de Morena y, de paso, forzar la tuerca, apretar al PRI y ni se diga al PRD. Los azules, que son la ambición andando, aguantaron hasta que Morena vio desplomarse a Rocío Nahle y que con un dedazo la sacaran del hoyo, regalándole la candidatura al gobierno de Veracruz. https://shorturl.at/hpuC0

Tan frágil ve Juan Javier Gómez Cazarín a Rocío Nahle que ya mejor le tira a una diputación federal. Tan descuajada, tan vulnerable, vapuleada en la encuesta, inelegible por no ser veracruzana nativa, incumpliendo así el requisito que marca la Constitución, que el líder del Congreso de Veracruz ya puso los ojos en la diputación por Coatzacoalcos, la tierra donde hizo todo tipo de trastupijes. https://shorturl.at/ckqNP

Guerra de baja intensidad, pero guerra al fin, entre Amado Cruz Malpica y Sandra Collins. Muy empeñosa, la regidora segunda se echó a cuestas el evento de la Guelaguetza en Coatzacoalcos. Fue el motor de un evento municipal de alta relevancia. Luego habría de escuchar el reclamo de aquellos que vieron los locales de la Expo Feria en el abandono, techos caídos, láminas desprendidas, espacios malolientes. Y encima, el intento de extorsión de inspectores de Tesorería. https://bit.ly/49HDPa4

El Heraldo de Poza Rica canceló su edición impresa. Van hacia su extinción los medios duartistas que, en los hechos, no son medios de comunicación; son negocios. Son herramientas para succionar el erario. Exprimen al que les dejan exprimirle el billete público. Son acríticos, sin compromiso con la sociedad. https://shorturl.at/hFM09

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