Martes, 23 de abril de 2024
Mussio Cárdenas Arellano

Mussio Cárdenas Arellano

Atrapado en el mundo de las letras y la denuncia social, Mussio Cárdenas Arellano cuenta ya con un extenso kilometraje recorrido en el periodismo. Lejano parece ya aquel 1978 cuando en Coatzacoalcos, su tierra natal, escribió sus primeras notas. Transitó por la entrevista, el reportaje, la crónica, el artículo y la columna política. Fue corresponsal de la revista Proceso, Imevisión, IMER, Contralínea; fundador de las revistas Contacto e Informe Rojo; analista político en radio y televisión, y ganador del Premio México por columna política, en 2009, otorgado por la Federación de Asociaciones de Periodistas de México (FAPERMEX). Su contacto con el periodismo viene de familia. Su padre, Mussio Cárdenas Cruz, y sus tíos Emilio, Francisco y Paulino, constituyen una dinastía de periodistas veracruzanos de reconocido prestigio. Actualmente escribe la columna Informe Rojo, que se publica en portales en internet y medios escritos con amplia aceptación entre la opinión pública.

mussioc2@gmail.com

 

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Acapulco: un presidente empantanado

Miércoles, 01 Noviembre 2023 14:12

Entre el lodo, Andrés Manuel se ve como es. Devorado por Otis, no supo qué hacer antes y después del impacto del huracán, ni alertando a tiempo ni atinando a coordinar la ayuda, empantanado, en la ignorancia, en la terquedad.

Entre el lodo, montado en el Jeep militar, López Obrador se ve descompuesto, la expresión perdida, los ojos que traslucen el azoro mientras la tropa palea intentando asentar las ruedas en algo firme, esperando ser remolcado y advirtiendo que minutos después, su estampa, su caricatura política, sería motivo de escarnio nacional.

Tuvo que sumir los pies entre el lodo, como medio país imaginó, por la necedad de ir por tierra a Acapulco, ignorando las voces que advertían de caminos cortados, cerros desgajados, miles de hectáreas devastadas por la fuerza de Otis. Hasta el más ignorante sabe que al Presidente se le lleva a cualquier zona de desastre vía aérea.

Protagonista del ridículo, López Obrador llegó a duras penas a Acapulco. Vio a Evelyn Salgado, la gobernadora que sólo sabe bailar, la porrista del presidente. Supo de la magnitud del meteoro, de los estragos, de la gente sin casa, de los que perdieron todo, la ropa, el techo, los bienes, la vida. Y se marchó.

Al día siguiente, destazado en los medios y las redes, destilaba rabia. Le pudo la carcajada nacional al verlo empantanado, trepado en el Jeep del Ejército, hecho trizas por la opinión nacional, por leer el “nada podía salir mal” de Joaquín López Dóriga mostrando el video en que avanza el vehículo militar y queda varado, y las risas, y las mofas, y la burla que se suscitan y se multiplican.

Su mañanera fue one more time, el escenario de rabia, desfogando ira, tildando de buitres, corruptos, neoliberales, conservadores, a los que divulgan la realidad, las escenas de la tragedia, el coraje de los damnificados, el reclamo de los pobres, el dolor de los que perdieron familiares, los que sobreviven al fenómeno devastador y a la inútil autoridad.

Las víctimas, según Pejetustra, no son los damnificados; es él. La víctima no es el que no halla a sus familiares, arrastrados por la corriente de agua, por el lodo del cerro desbaratado por el huracán. La víctima no es el que murió cortado por los cristales fragmentados por Otis en hoteles y edificios. La víctima no es el que se quedó con lo que trae puesto, y el que no había comido en horas, ni bebido agua porque ni eso quedó. La víctima, según el manual del populista perfecto, es Andrés Manuel.

A los medios que realizan la cobertura, los cronistas de la tragedia, el reportero que halla la historia, abre el micrófono, le da voz a la víctima, camina entre los escombros, graba vehículos apilados, unos contra otros, unos sobre otros, árboles sobre casas y calles, hoteles que fueron de cinco estrellas y hoy son un cascarón, a esos insensatos que sólo informan les llama buitres.

Andan “como buitres, buscando fallecidos”, suelta el presidente. Y reclama, con razón, la difusión de una fake news, la de los 16 muertos en un hospital del Seguro Social, que nunca ocurrió.

Y suelta una frase tan insólita como imprudente: “Nos fue bien. No nos fue tan mal”, cuando el primer balance registraba 13 muertos y seis no localizados. Pues sí les fue tan mal a los familiares de las víctimas porque cada vida es un tesoro y cada muerte implica dolor.

Los muertos son reales. Y la cifra crece, día a día. Y no porque haya buitres que busquen fallecidos. Hoy los muertos suman 46, y 58 desaparecidos, oficialmente, aunque la gente, el pueblo, habla de un centenar de víctimas mortales y otros cien marineros de los que nada se sabe, rechazando las cifras del gobierno, calificándolas de amañadas para ocultar la realidad.

“Para que vean el nivel de vileza —suelta el Peje—, tienen problemas los jefes (de los medios) con el Gobierno, porque no es un asunto personal, porque antes vivían colmados de privilegios, se sentían dueños de México y como las cosas han cambiado, como sucedió cuando la pandemia, en vez de ayudar se dedican a atacar, a calumniar, a difundir mentira, atemorizar a la gente. Ya basta de eso”.

Está dicho, la víctima es él.

Encendido, endiablado, Andrés Manuel cree que la víctima no puede ser nadie más. Y se duele. Y se indigna al ver correr la película del momento previo al impacto de Otis, las horas perdidas, los llamados no realizados, la indiferencia, la negligencia criminal. Los tres niveles de gobierno, los tres de Morena, y su negligencia criminal.

Alertado 21 horas antes sobre la fuerza del huracán por el Centro Nacional de Huracanes de Estados Unidos, nada dijo en la conferencia mañanera, su programa de variedad, el 23 de octubre. Transcurría el tiempo y siguió indiferente. Su alerta, vía Twitter, llegó a las 8:06 de la noche, cuando Otis ya era categoría 4, con ráfagas de 270 kilómetros por hora. Cinco horas más tarde, las madrugada del martes 24, arrasó Acapulco.

Un mensaje en Twitter, supone López Obrador, es un operativo de prevención. De ese nivel la negligencia del presidente.

Y así la alcaldesa de Acapulco, Avelina López, también morenista, la que definió la rapiña en centros comerciales luego del efecto del huracán, como “cohesión social”.

O el aviso de la gobernadora de Guerrero, Evelyn Salgado, a eso de las 11 de la noche.

Nadie perifoneó en las colonias de Acapulco, ni evacuaron a la población vulnerable, los que habitan casas de lámina y cartón, en condiciones de riesgo en las laderas de los cerros. No se les trasladó a refugios. No se aplicó ningún protocolo de seguridad. La prevención falló.

Otis arrasó Acapulco. Destruyó su infraestructura turística, hoteles y restaurantes, centros nocturnos y lugares de esparcimiento. Golpeó a sus más de 800 mil habitantes, prácticamente todos viviendo de la economía que genera el turismo.

Devastado, Acapulco reclamaba una acción rápida, certera, atinada, tras perder la energía eléctrica, las comunicaciones, cómo suministrar alimentos, cómo proveer agua, cómo cubrirse la piel tras perder casa, ropa y hasta lo más elemental. Un auténtico caos.

Acapulco urgía acciones para levantar a los muertos y atender a los heridos, para dotar de refugio a los que perdieron sus hogares.

Y entonces apareció Andrés Manuel. Y soltó una genialidad: la ayuda se canalizaría a través del Ejército, la Marina y la Guardia Nacional. Fuera de ellos, nadie más.

Relegada, la sociedad civil no atinó qué hacer. Y la desinformación en redes sociales seguía. El Ejército, decían las voces anónimas, confiscaba todo y lo convertía en ayuda del gobierno federal. Falso. Y había robo de la ayuda por parte de militares. Falso. Y maltrataban y golpeaban a quienes llevaban víveres y ropa. Falso.

López Obrador había incurrido en el error de la pandemia por Covid. Pretendió acaparar la ayuda, como antes lo hizo con la vacunación, y se encaminó al fracaso.

Avasallado por los medios de comunicación, a los que tilda de buitres, vio las escenas de ira y dolor. Vio a la mujer que amaga con aplicar voto de castigo en Acapulco, obviamente a Morena, por la ayuda que no llega, no porque estén molestos sin “porque estamos emputadísimos”.

Vio a la mujer que cuenta que bajo los escombros yacen los cuerpos de dos familiares “y ya huele mal” por el efecto de la descomposición. Y no hay como rescatarlos y darles sepultura. Y no se atreve a mover los restos y llevarlos en carretilla como lo hacen otros “porque es delito”.

Y conoció el relato de don Cándido Trinidad, arrastrado por la corriente, que al volver a lo que fue su hogar sólo encontró el cuerpo de su nuera, pero no halla aún a sus dos hijos, presuntamente sepultados por el lodo.

Tres días así. Y fueron tantos los relatos de dolor y muerte, de olvido y devastación, que Andrés Manuel tuvo que ceder. Entraron las organizaciones civiles, las iglesias, la Cruz Roja. Unas llevaron comida. Ayudaron al Ejército en la instalación de comedores. Otros proveyeron ropa. La CFE en labor titánica logró restablecer el servicio en el 65 por ciento de Acapulco y horas después el 85 por ciento. Volvió a haber internet, lo que permitió que fluyera la comunicación y las familias supieran si estaban bien y qué tantos bienes se había llevado el huracán.

Una semana después, hay alivio pero la devastación no termina. Hay decenas de colonias que no reciben ayuda. Y así en Acapulco, Coyuca de Benítez y otras comunidades afectadas. Muchos emigraron. Dejaron lo que quedó de sus casas y se trasladaron a otros municipios de Guerrero o a otras entidades.

Y López Obrador sigue con su pantano mental. La mañanera, su foro cotidiano, su programa de variedades, le sirve para atacar a los que muestran la realidad, los que documentan la tragedia, los que dan voz a los que están “emputadísimos” por el fiasco de gobierno, por la ineptitud presidencial.

Sumido en el lodo, queda la estampa de un presidente torpe, del inútil de palacio. Andrés Manuel no supo qué hacer antes de la tragedia, no alertó. Y después no coordinó la ayuda. Sólo mostró —y muestra— su mezquindad.

Otis, el huracán que destrozó Acapulco, lo empantanó.

Archivo muerto

Nahle, como al Peje López Obrador, gusta de violar la ley. Su rostro, el abrazo, el casco, el guinda, las siglas de Morena. Y el lema: “Rocío Nahle Va”. Y así miles de pegotes, de mantas, de microperforados, de bardas, de espectaculares en la campaña ilegal, campaña adelantada, campaña cínica con que la ex secretaria de Energía intenta asegurar la candidatura, también ilegal, al gobierno de Veracruz. No hay calle en Coatzacoalcos que se salve.

Aturde la propaganda con el rostro de Norma Rocío Nahle García, y su sonrisa, . Provocan caos vehicular sus huestes, parando automóviles, ofreciéndoles colocar en los medallones de los automóviles el microperforado con la estampa de la ex secretaria de Energía. Miles de taxis, que son concesión pública, que no debieran portar propaganda alguna, ya exhiben la figura de la zacatecana que ha pretendido, en vano, inventarse como veracruzana, disfrazándose de jarocha, sintiéndose más rítmica que La Bamba y hasta acusando que se le discrimina políticamente porque no la dejan violar la ley. Y no hay INE que sancione. Puede estar a la vista de todos pero la Junta Distrital del Instituto Nacional Electoral no interviene. Y salvo la voz de Agustín Bolaños, de la asociación Allende 213, no hay “oposición” que alce la voz.

El Frente Amplio sigue en el letargo sin imponer recursos legales por la campaña adelantada e ilegal de Rocío Nahle. Lo tienen todo y no hacen nada. Y Rocío Nahle sigue en lonas mostrando los dientes… Mal y de malas, Moisés Zarco en su intento de ser el candidato del Frente Amplio a la alcaldía de Coatzacoalcos. Acude a una reunión en el Partido Acción Nacional y exhibe soberbia. Describe al panismo como un masa a la que la sociedad rechaza. Y lo que requieren es un candidato con su perfil.

Puede tener razón pero tácitamente los fue a insultar. Y el panismo, que poco quiere, ya lo sentenció. Si Moisés Zarco Lacunza fuera el candidato, preferiría no aliarse con el PRI y PRD. Zarco es un fantasmón. Usa las redes sociales, no para ayudar al necesitado, ni para ventilar corruptelas, ni para enfrentar el abuso de la autoridad, sino para constituirse en el candidato emergente, otro Xóchitl, que requiera la oposición. Zarco es el ajonjolí de todos los moles, la tortilla de todos los tacos y la catsup de todo hotdog. Pero en el fondo es obradorista. No hay conflicto que no aborde en que Zarco no repita que una cosa es Andrés Manuel Lopez Obrador y otra es Amado Cruz Malpica y antes Víctor Manuel Carranza. O sea, el presidente morenista es el bueno y los alcaldes morenistas son los malos. Hay una inclinación al obradorismo que no oculta. Y es una incongruencia.

Mientras Xóchitl Gálvez, coordinadora del Frente Amplio por México, enfrenta a López Obrador, Moisés Zarco Lacunza, el aspirante a Xóchitl de Coatzacoalcos, exime a Andrés Manuel de las corruptelas y atropellos a la ley de los alcaldes morenistas. Zarco supone que los likes son votos. Cree que los amigos en Facebook son amigos reales. Recuérdese su ínfima votación en 2021 cuando fue candidato a la alcaldía de Coatzacoalcos por el partido Unidad Ciudadana. Ni 2 mil votos logró. El Xóchitl obradorista de Coatzacoalcos tendrá que ir buscando otros ilusos a los que pueda engañar…Revivir al PRD es revivir a un muerto. Es darle respiración artificial. Es sacarlo de terapia intensiva, activarlo, crearle estructuras electorales, construir figuras y meterlas en el ánimo de la población. Invencible entre los años 80 y 90, el Partido de la Revolución Democrática cayó en el olvido, en Coatzacoalcos, en lo que fue su bastión.

De aquella cantera de votos, del cuauhtemismo y luego obradorismo amarillo no quedó nada. Aspiró, no a ganar elecciones sino a sobrevivir. Pujó, no por la presidencia municipal sino por pepenar regidurías. Y en el intento quedó. Roberto García Alonso, uno de sus motores, tiene frente a sí revivir a ese muerto, el PRD. Va reintegrando al perredismo que enfrentó al marcelismo en Coatzacoalcos y que asestó severos golpes políticos, diputaciones federales ganadas en las calles, recogiendo demandas populares, reclamos sociales, agitando colonias, acudiendo a la protesta, los que constituyeron la reserva electoral de la izquierda en Veracruz. Sábese que por lo menos la tercera parte de la estructura electoral del Frente Amplio en Coatzacoalcos, ya la armó el PRD…

Desde la entraña, Morena huele peor. Un día delinquen; otro, abusan, y agreden, encarcelan inocentes, violan derechos, encubren y violan la ley, y terminan siendo fermento del odio social en Veracruz. 

 

Y Manuel Huerta alerta: a la desinflada hasta con la policía la quieren inflar.

 

Aquel engendro llamado Cuarta Transformación no llegó a Veracruz. Aquel eslogan de Andrés Manuel López Obrador fue palabrería y política de arrabal, fogón de esperanza y quimera obradorista, vil fantasía con que el tejedor de cuentos engañó a medio país.

 

Una vez, y otra, y otra, Manuel Huerta Ladrón de Guevara reprocha con mensajes crípticos a la élite morenista, al harem del gobernador, al círculo de oro de la ex secretaria Nahle, la banda que en cinco años aprendió a transgredir la Constitución.

 

Sigue en la ruta disruptiva el ex delegado estatal de Bienestar, suponiendo que así, con el mazo en la mano, volando cabezas y desnudando la elección de Estado, habrá de ganar la candidatura de Morena al gobierno de Veracruz.

 

A la banda de Rocío Nahle, ex secretaria de Energía, la “odian” porque —dice Huerta— “se han pasado perjudicando a la gente, lastimándola, metiéndola a la cárcel, no reconociendo sus derechos, no sirviendo absolutamente para nada”.

 

Y habla de simulación, de encuestas amañadas, de recursos a granel, de dinero público. Y toca las obras con dinero federal y las obras con dinero del estado. 80 mil millones de recurso federal, realizando más obra, y 160 mil millones que ejercerá el gobierno estatal en 2024. “Y cuando comparas lo que hace uno y lo que hace el otro… pues como que no cuadran las cifras, quedan mucho a deber”. O sea, es corrupción.

 

De las encuestas para “elegir” al coordinador de los comités Para la Defensa de la Cuarta Transformación en Veracruz, o sea la candidatura al gobierno estatal, Huerta apunta:

 

“Ahora ya todos se dan ganadores en las encuestas. La verdad son encuestas patito, que mandan a hacer todos los días, que como la Chimoltrufia, unas dicen unos números, otras dicen otros, otras en las que ya de a tiro ni aparecemos”.

 

Manuel Huerta hurga y halla pus. Habla con desenfado pero con medias tintas, sin nombres, aludiendo cuando pudiera punzar.

 

No le llama mentirosa y facciosa a Rocío Nahle, la zacatecana que quiere asaltar el gobierno de Veracruz, pero si le dice desinflada.

 

No le dice transa ni corrupto a Cuitláhuac García, gobernador.

No fustiga a Eric Cisneros, ex secretario de Gobierno, por la oleada de terror, persecución política, encarcelamiento de inocentes, muertes provocadas por tortura, uso excesivo de la fuerza policíaca o vínculos con el crimen organizado. O la infamia de haber llevado a ataúdes y amenazas de muerte a la sede del Poder Judicial de la Federación.

No describe a Juan Javier Gómez Cazarín, líder del Congreso de Veracruz, como el ratón de drenaje que opera los cambios a leyes que luego le tumba la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Una de ellas, faltaba más, la Ley Nahle con la que quiso convertir a la zacatecana Rocío Nahle en veracruzana y que se la echan para atrás.

Sólo a dos vicecapos de la famiglia les abrió fuego directo: Eleazar Guerrero, primo del gobernador y subsecretario de Finanzas, y a Zenyazen Escobar, el secretario nudista de Educación en Veracruz.

De las movilizaciones realizadas por Unidos Todos, el grupo de Eleazar Guerrero, surgido al amparo de la Sefiplan, dice:

“Yo nada más los veo, puro aplaudidor. Me da risa, porque los veo, a todos los pintan de blanco, los ponen de blanco, los llevan ahí junto con los chamacos de preparatoria. Y lo peor es que se la creen”.

De Zenyazen Escobar, alias Tarzan Boy, el que en sus años mozos entretenía a las respetables damas del chipandeil, y que ahora declina a favor de Rocío Nahle, con lisonjas y frases serviles, llamándole “gobernadora”, apunta:

“Cero no se le suma nada y solamente hará el ridículo, el cínico. Qué necesidad tienen de exhibirse tanto”.

Y suelta otra:

“Se pusieron de acuerdo para querer sacar la cúpula partidaria que obedece al de palacio y hoy, ya sin descaro alguno, los paleros renuncian y declinan en favor de una de las aspirantes”.

Y le refrenda lo de palero:

“El responsable de la Educación en Veracruz sirve de palero, se prestó para engañar a los veracruzanos, eso no es posible, ojalá que tenga valor y aguante su renuncia y no vaya a querer regresar a cobijarse de la burocracia y para seguir medrando del recurso del pueblo, ojalá aguante como debe ser y no regrese a la SEV, si aguantó el papel de palero, ahí que le siga siendo palero de los moralmente derrotados”.

Huerta es de pronombres, sustantivos y adjetivos, pero de pocos nombres. Así llevado su discurso en el intento de ser candidato de Morena al gobierno de Veracruz.

Ya antes sacudió al obradorismo. Marginado en la votación del Consejo Estatal de Morena que eligió a los finalistas para la Coordinación de la Defensa de la Cuarta Transformación, armó tal bronca que no se lo pudieran sacudir.

Manuel Huerta cuestionó a los que fueron tácitamente obligar a renunciar a sus cargos públicos para participar en la contienda interna de Morena:

“Es penoso que el Presidente tenga que andarlos correteando a escobazos para que renuncien, casi les hace la renuncia y todavía querían permiso para regresar”.

La alusión fue, principalmente, para Rocío Nahle.

Y una y otra vez, en todo espacio a su disposición, en el norte, en el sur, Huerta Ladrón de Guevara les restregó que la Cuarta Transformación no llegó a Veracruz.

En el Movimiento “se perdió el trabajo con la gente y se pretende gobernar desde el Palacio alejándose de la ciudadanía”.

De la unidad interna, dice:

“Mis compañeros aspirantes están en unas prácticas que yo los oía decir que la unidad, pero la unidad es con el pueblo y a partir de prácticas correctas, yo no me puedo unir con quien paga para que vayan a sus eventos, con quien acarrea, con quien utiliza los aparatos de gobierno, con quien usa los recursos públicos, como queda constancia en los propios videos y de manera muy cínica”.

Y del derroche en campaña, señala:

“No es posible que se actúe de manera tan descarada utilizando un exceso de recursos en caravanas con vehículos de más de 2 millones de pesos y con personal de Gobierno, argumentando que la propia ley se los permite. Eso no es la 4T. Esas son prácticas del pasado, contra lo que tanto luchamos, que tanto criticamos. Lo peor de esto es que la gente lo ve y nos critica a todos por igual”.

Y lanza el misil contra Nahle:

“Hasta a la policía la están utilizando para inflar a quien está todavía desinflada, a la que nunca se acerca al pueblo y por eso le cuesta tanto trabajo que tienen que llevarle acarreados a sus eventos y pagarles para que le aplaudan”.

Polémico, controvertido, Manuel Huerta puede arrastrar mil pecados, querencias y mal querencias, pero le puso ritmo al proceso interno de Morena en Veracruz.

Habla y desentona. Se trepa al árbol y hacer crujir la rama. Aturde con sus denuncias en la aldea del silencio.

Le pone el dedo a Nahle, a Cuitláhuac, a Cisneros, a Zenyazen, a Gutierritos Luna. Exhibe el derroche, la elección de Estado en ciernes, el uso del aparato policía, la burocracia con que se acuerpa a una candidata insípida, sin jale popular. Y peor, que no es de Veracruz.

El abuso, el atropello, la constante violación a la ley, los miles de ciudadanos tras las rejas por delitos inventados, el uso del poder para joder, ya dio fruto. Es el odio de los veracruzanos a la élite que circunda a Rocío Nahle.

Y como dice Huerta, hasta la policía es usada para inflar a la desinflada.

Archivo muerto

Sin tanto alarde, Juan Bueno Torio ya es candidateable. Es la carta del Partido de la Revolución Democrática y de un sector del empresariado y de círculos ciudadanos. Ex senador, ex director de Pemex Refinación, ex subsecretario de Economía, ex diputado federal, Bueno Torio es la figura que redondea el proyecto de oposición para Veracruz.

Empresario de altos vuelos, dedicado a lo suyo, el café y otros productos agrícolas, con un altísimo nivel de aceptación en Córdoba, su terruño, y el centro de Veracruz, fue ya aspirante al gobierno estatal en 2016. Antes operó en el sureste la campaña de Vicente Fox Quezada, que marcó la primera transición democrática de México.

Fue pieza clave en los Amigos de Fox. Un operador nato, intuitivo, inteligente. Fue panista y luego se desafilió, en 2015. Juan Bueno Torio fue el primer diputado de oposición en el Congreso veracruzano. Dedicado a su vida privada, a su familia, al impulso a grupos culturales, al deporte, patrocinando proyectos y a personajes que son ejemplo de superación, el PRD le vio espolones para la contienda. Tiene un activo más: es amigo personal de Xóchitl Gálvez Ruiz, futura candidata presidencial del Frente Amplio por México. Será, sin duda, uno de los finalistas para contender desde la oposición por el gobierno de Veracruz, en 2024. Se sabe que habrá de retar a Rocío Nahle a un debate sobre refinación. Bueno, si es que la zacatecana puede burlar la ley por no ser nativa de Veracruz…

Viridiana Bretón y Tito Delfín, los presos políticos del gobernador, dejaron la cárcel. Ambos lograron revertir las maniobras con que el régimen autoritario e infame de Cuitláhuac García Jiménez. Vía sendos amparos, acreditaron que sus confinamientos en penales de Veracruz fueron ilegales, que pudieron llevar sus procesos penales en libertad o en prisión domiciliaria.

Ambos saben que son inocentes, que sufren una venganza política, que son perseguidos políticos del imbécil que desgobierna Veracruz. Viridiana Bretón Feito, periodista y ex alcaldesa de Ixhuatlán de Madero, fue aprehendida junto con dirigentes de organizaciones dedicadas al defender a productores de café, entre ellos Crisanto Valiente, por tener preferencia política distinta a la de la pandilla de Cuitláhuac y del entonces secretario de Gobierno, Eric Cisneros Burgos, alias Bola 8. Al momento de generarse una protesta, en 2022, un grupo infiltrado atacó las instalaciones de la empresa Agroindustria de México, S.A. (AMSA), provocando un incendio. Fue un montaje que sirvió para imputarle, casi un año después, la autoría intelectual de lo que tipificaron como Estragos.

Por ese delito se le mantuvo recluida desde mayo de 2023 hasta el 7 de octubre, seriamente enferma, sabiéndose víctima de un atropello descomunal. Pero al final prevaleció la ley. Un amparo otorgado por la justicia federal le concedió que siga su proceso desde casa y Viridiana a la postre será totalmente libre.

A Tito Delfín lo encarcelaron por intentar ser líder estatal del Partido Acción Nacional. Aliado al grupo de los Yunes azules, sus antiguos rivales, Tito Delfín se encaminaba a conformar un bloque incómodo para Morena en el Congreso de Veracruz y, más aún, en la contienda por el gobierno en 2024. Cuitláhuac, vía la fiscal espuria, Verónica Hernandez Giadáns, aliada de Eric Cisneros, revivió una antigua denuncia que el yunismo azul le había armado a Tito Delfín cuando eran enemigos a muerte.

La activó, integró la carpeta y solicitó la orden de aprehensión por un presunto delito ambiental cuando fue alcalde de Tierra Blanca. Por ese delito no debió ser remitido a una prisión. Pudo llevar su proceso en libertad o en arraigo domiciliario. Logró amparos que le concedieron su libertad y de inmediato lo volvieron a aprehender.

La infamia de los miserables morenistas en toda su expresión. Finalmente, con la espada de la justicia federal encima, el juez de control le otorgó su libertad para proseguir su defensa desde casa. Viridiana Bretón y Tito Delfín son dos casos más de persecución política. No está lejos el día en que Cuitláhuac, Cisneros y Verónica Hernández Giadáns paguen por tanto atropello a la ley… Queja contra la juez laboral de Coatzacoalcos, Claudia Bolaños, en el Tribunal Superior de Justicia de Veracruz.

La agraviada, María Guadalupe Rincón Reyes, denuncia que emitió una sentencia en la que omitió juzgar con perspectiva de género, fue parcial en favor del patrón, deslindándolo de toda responsabilidad y actuó de manera ilegal, incluso permitiendo que el abogado de la otra parte, Juan Zamora Lemus, “hasta casi de prostituta me trató”.

El hecho, según consta en la queja, quedó registrado en el video de la última audiencia y la jueza Claudia Bolaños lo permitió. La jueza le impuso a María Guadalupe Rincón la carga de acreditar la relación de trabajo y no al patrón. Juan Ángel Méndez, debió justificar el despido o simplemente la negación de la relación laboral.

Lo grave es que en una audiencia se trate a la demandante de justicia como prostituta por parte del abogado patrono y la jueza, que es mujer, lo haya permitido. La última palabra la tienen los magistrados del Tribunal Superior de Justicia…

 

 

Repudiado, inservible, al PRI sólo faltaba que el duartismo lo cooptara y lo cooptó. Su hijo preclaro, Adolfo Ramírez Arana, es el nuevo sátrapa al frente del tricolor en Veracruz.

A su vez, el fidelismo, que es una fábrica de hampones y rufianes que merodean el poder, llevó a Lorena Piñón —en alguna elección fue Piñón azul panista— a la secretaría general del comité estatal.

O sea, queriendo dar un salto al futuro, el PRI volvió al pasado brutal.

Los que saquearon a Veracruz lo agradecen. Los que inventaron empresas fantasmas lo disfrutan. Los soñaron ser ladrones de cuello blanco y lo lograron, se regodean.

Ramírez Arana y su esposa, Ana Rosa Valdés, son adictos al poder y al negocio que entraña el poder.

Si Adolfo fue alcalde de Pasos de Ovejas, Ana Rosa también. Si Adolfo fue diputado local, Ana Rosa lo intentó y en la maroma se quedó. Si Adolfo se montó en el lomo del dinosaurio priista, Ana Rosa igual. Su respetable esposa es, literalmente, su compañera de correrías políticas.

Llega Ramírez Arana a la presidencia del PRI estatal por un dedazo, el de Alejandro “Alito” Moreno Cárdenas, líder nacional, que así revitaliza a las viejas lacras, los depredadores de las instituciones y el erario que hicieron de Veracruz un botín.

Ramírez Arana, un insigne fidelista de conductas violentas y tretas políticas, releva a Marlon Ramírez Marín, otro adicto al poder, que cumpliera su período de cuatro años y si no se le orilla a irse, ahí que se quedaría per saecula saeculorum, por los siglos de los siglos.

Ramírez Arana y Marlon Ramírez son galgos del mismo establo. Políticamente, nacieron con Fidel Herrera, el ex gobernador, y Javier Duarte, el ladronazo que hoy purga condena de nueve años por saqueo al erario, los hizo a su imagen y semejanza.

La sucesión en el PRI veracruzano es la estampa de un proceso manoseado y una simulación calculada.

Hace cuatro años, el PRI convocó a su militancia, simulando que son bien democráticos. Hubo voto secreto, compitiendo los fidelistas contra los duartistas. Y todos se acomodaron. Algo así como rifa entre amigos.

Marlon Ramírez fue el ganador y Adolfo Ramírez el que cargó con la derrota. Pero de ahí para acá, Marlon fue un fiasco.

Es un perdedor nato. 2021 fue su Waterloo. El PRI perdió 19 de 21 diputaciones federales —sólo un priista, Pepe Yunes, logró triunfar en el distrito de Coatepec; la otra victoria fue para la panista Maryjose Gamboa Torales, en el puerto de Veracruz—. En las 30 diputaciones locales el PRI no pintó.

Al interior del PRI, Marlon Ramírez fue peor. Provocó el divisionismo, el alejamiento de la militancia, el éxodo a Morena, al Partido Verde, al Partido del Trabajo. Y qué decir con el manejo de las prerrogativas económicas. Se le imputó falta de pago al personal mientras a sus “aviadores” se les depositaba puntualmente. El PRI nacional ofreció auditar su gestión, algo que nunca ocurrió.

El PRI de Marlon fue un PRI duartista. Y el PRI de Ramírez Arana sigue siendo duartista.

De ahí el repudio social, el desprecio del electorado, el desdén en las urnas, el crecimiento de Morena. Y el éxodo del priismo, limitada a observar cómo se sacia la cúpula voraz.

Ramírez Arana fue un malandro de poca monta cuando se iniciaba en el PRI. Violento, prepotente, un día paró en la cárcel por agresión a otro joven en un antro.

La reseña de su instinto delincuencial se ha vuelto a viralizar en redes sociales. Lo han destrozado. No hay virtudes para dirigir a una partido impactado por el fenómeno Morena. Su único mérito es ser duartista. Con eso cubre el perfil.

No hay una imagen del fichaje policíaco ni su estampa portando el número de registro, pero sí el rostro del Adolfo Ramírez joven, cabello alborotado, mirada de gañán.

“Fofo”, como se le conoce, pasó por la pinta de bardas y el acarreo en las campañas hasta encumbrarse a presidente del Frente Juvenil Revolucionario del PRI. Y años después se lanzó por cargos de elección de popular, el dinero de las arcas públicas, el combustible para vivir de la política.

Pues “El Fofo” Ramírez Arana llegó a ser alcalde de la tierra que lo vio nacer, Paso de Ovejas, no lejos de Xalapa. Entonces creció. Su bolsillo se llenó. Y mientras la cuenta aumentaba, el Órgano de Fiscalización Superior de Veracruz le observaba irregularidades.

No concluyó su gestión. Llegó al Congreso de Veracruz como diputado local, pero armando la estructura con que su esposa, doña Ana Rosa Valdés, ganó la siguiente elección. Fue, tácitamente, una sucesión monárquica.

Ana Rosa quiso ser diputada local y fracasó. Aquel episodio fue histórico. La pareja pirotécnica volvió a hacer de las suyas. Tuvieron la osadía de postularse simultáneamente en el proceso interno del PRI para la candidatura a la diputación local de Emiliano Zapata, en 2021. Ambos por el mismo cargo. Ninguno lo logró.

2021 fue un año fatídico para el PRI. En la contienda por el Congreso de Veracruz, ningún priista ganó las diputaciones de mayoría. Y las tres plurinominales son de Marlon Ramírez, Arianna Ángeles y Anilú Ingram. La única diputación federal fue para José Francisco “Pepe” Yunes Zorrilla, por méritos propios, a contrapelo de un sector del priismo, de los allegados a Marlon Ramírez y a Fidel Herrera y Javier Duarte, que atizaron el fuego amigo.

Ramírez Arana es un tipo con suerte. Y con mañas. No ganó la presidencia del PRI estatal hace cuatro años pero sí el liderazgo del sector popular, la CNOP. Y desde ahí escaló para suceder en el cargo, por dedazo de Alito Moreno, a Marlon Ramírez.

El PRI en Veracruz tiene dueño. Son los fidelistas, como Jorge Carvallo, ex alfil de Fidel Herrera Beltrán, líder del Congreso estatal con Javier Duarte, quienes regentean el negocio.

Son los duartistas como Marlon Ramírez Marín, subsecretario de gobierno con Fidel Herrera y Javier Duarte. Son los dueños de la franquicia.

No hay en el PRI relevo generacional ni relevo de grupos. La banda está atrincherada a las prerrogativas económicas que por ley recibe el PRI, dispersadas entre “aviadores”, amigos, choferes, nanas, encargados de rancho, esposos, amigas con derechos, mientras al personal administrativo y dirigentes se les han llegado a adeudar hasta cinco quincenas de salario.

No hay visión a futuro. El priismo, las bases, la militancia no cuenta. Deciden las huestes de Fidel Herrera y Javier Duarte, sin ceder a otras corrientes un centímetro de poder, simulando combatir a la corrupción, exhibiendo las trapacerías del morenismo, las corruptelas y atropellos a la ley del gobierno de Cuitláhuac García Jiménez, sólo con el fin de regatear las candidaturas a diputaciones federales y locales plurinominales, o la senaduría por lista nacional.

El espectáculo es grotesco. El PRI fidel-duartista no cosecha votos. Ese PRI representa el saqueo a las arcas de Veracruz, la soberbia del poder, el atropello y el abuso, las fortunas millonarias al amparo del tricolor, la construcción del santuario Zeta, la inacción ante la violencia, el cementerio clandestino en que se convirtió Veracruz.

Se fue Marlon Ramírez y llegó Adolfo Ramírez Arana. Más de lo mismo.

“Don Fofo” es el rostro de Javier Duarte. Y ese lastre resta votos.

Con “Don Fofo” Ramírez Arana, el duartismo cooptó al PRI.

Archivo muerto

Qué honor para Nahle. Desde su celda, Javier Duarte le da su aval. El reo, con su solvencia moral, dice que Rocío Nahle es elegible para ser gobernadora. No sería, afirma el gordobés, la primera no nativa de Veracruz en ocupar el cargo. Ahí están “don Fernando Gutiérrez Barrios, Patricio Chirinos Calero o Miguel Alemán Velasco, quienes fueron espléndidos gobernadores”, cuenta el recluso. Pues no va por ahí. Gutiérrez Barrios, Chirinos y Alemán nacieron fuera del territorio de Veracruz pero eran hijos de veracruzanos y oficialmente tuvieron actas de nacimiento que acreditaron su origen jarocho.

Rocío Nahle García, no. Nahle incumple los dos párrafos del artículo 11 de la Constitución local que determina la condición del veracruzano: haber nacido en el territorio o fuera de él pero ser hijo de padre o madre veracruzanos. Nahle puede vociferar —Javier Duarte también— que la residencia de 30 años le da esa condición. Pero no es así. Nahle es zacatecana, de Río Grande, y no es hija de padre o madre veracruzanos. Así viva mil años en Veracruz, no acredita la condición de VERACRUZANA, que es el primer requisito para ser gobernador. Punto. Quien desde la prisión la impulsa, o sea Javier Duarte, habla con la calidad moral que lo distingue tras el saqueo a Veracruz, y su sentencia, por ahora, de nueve años tras las rejas. Rocío Nahle debe sentirse honrada. Se requiere del espaldarazo de tan ilustre especimen cuando las aguas apenas se comienzan a agitar. Ya verá lo que es navegar con olas de huracán… 

Donde anda “El Pámpano”, inevitablemente hay truculencias legales. Su protegido, el juez Gregorio Esteban Noriega Velasco, juez de Control Adscrito al Juzgado de Proceso y Procedimiento Penal Oral del VII Distrito Judicial en Poza Rica, Veracruz, liberó un terreno en que estuvo secuestrado el periodista Richard Villa, el que por fortuna pudo regresar con bien. Noriega Velasco, de negro historial en sus días como proyectista en el Juzgado Primero de Primera Instancia, en Coatzacoalcos, ascendió a juez y hace mancuerna con Manuel Fernández Olivares, “El Pámpano”, el poder tras el trono en la Fiscalía General de Veracruz.

Hay un juicio de amparo para evitar que la propiedad, usada en un secuestro y donde fue hallado el comunicador, quede liberada sin mayor trámite. Noriega Velasco fue proyectista cuando “El Pámpano” era juez primero; o sea, su jefe. Luego maniobró para que Noriega Velasco fuera transferido a Xalapa, más tarde ascendiera a juez en San Andrés Tuxtla y finalmente fue adscrito a Poza Rica. La liberación del terreno en que estuvo secuestrado Richard Villa, reportero e hijo del director del portal Presente Veracruz, Jesús Villanueva, tiene tintes de influyentismo. El predio se denomina La Muralla, está situado en Poza Rica y es propiedad de Ganadería Pastejé, cuyo dueño es el empresario Carlos Peralta Quintero, hijo del famoso Alejo Peralta, uno de los hombres más influyentes durante el priismo del siglo XX, amigo de presidentes, secretarios de Estado, gobernadores, legisladores y “novio” de la actriz Irma Serrano, “La Tigresa”. Alejo Peralta fue fundador de la empresa IUSA, especializada en suministros eléctricos con facturación de 12 mil millones de pesos sólo en el sexenio de Enrique Peña Nieto.

Carlos Peralta, creador de la telefónica Iusacel, fue literalmente quien salvó a Raúl Salinas de Gortari al advertir que el dinero hallado en un banco suizo era producto de un fondo de inversión creado por Peralta. La liberación del rancho La Muralla es ilegal. El predio sirvió como espacio para mantener secuestrado a Richard Villa. Debió aplicarse la Ley de Extinción de Dominio. El juicio de amparo se halla en trámite pero va descorriendo diversas irregularidades cometidas por el juez Gregorio Esteban Noriega Velasco, de las que la Fiscalía de Veracruz no impugna nada.

Hay mar de fondo. El obradorismo que protege al salinismo, porque qué personaje pudo haber pedido al gobernador Cuitláhuac García, y éste a la fiscal Verónica Hernández Giadáns, y ésta al “Pámpano” Fernández Olivares, y éste al juez Noriega Velasco liberar el rancho La Muralla, propiedad de Ganadería Pastejé, sin que se deslinden responsabilidades y se esclarezca si el predio sirve como área de seguridad de una banda delincuencial dedicada al secuestro. Sólo dos personajes pudieron mover esos hilos: Andrés Manuel López Obrador y el director de la Comisión Federal de Electricidad, Manuel Bartlett Díaz… Sin Marcelo Montiel, Rocío Nahle sería nada. Marcelo operó en su contra en 2012, llevando al priista Joaquín Caballero Rosiñol a la diputación federal por Coatzacoalcos. Aún siendo elección presidencial, aún colgándose del efecto López Obrador, Nahle perdió. Y aprendió la lección. Tres años después, en 2015, pactaron. El mapache de Naranjos movió su estructura. Le allegó votos reales y votos chuecos.

Le dio a Morena su primera diputación federal. Y Nahle se encumbró. Montada en los hombros del priista, y de los marcelistas, se proyectó. Luego vendrían la alcaldía de Coatzacoalcos para el morenista Víctor Manuel Carranza Rosaldo, en 2017; las diputaciones federal y local, la senaduría, el gobierno de Veracruz y los votos para el mesías macuspano en 2018. Y en 2021, la alcaldía para Amado Cruz Malpica y las diputaciones federal y local de Tania Cruz Santos y Eusebia Cortés. A cambio, las estructuras del marcelismo se incrustaron en la nómina municipal, y los negocios fluyeron. Hoy, a la distancia, en su rancho, en Naranjos, municipio de Puente Nacional, donde ya hizo alcalde a su hermano Roberto, vía PVEM-Morena, Marcelo Montiel teje lo que será la próxima elección. Sus huestes en Coatzacoalcos lucen mantas con la leyenda “Nahle Va”. Sus fachadas alojan la propaganda de la campaña anticipada de la zacatecana. El marcelismo se vuelca en torno a la oriunda de Río Grande, municipio frijolero, situado en la frontera con Durango, a miles de kilómetros de Veracruz.

En 2024, gobierne o no Rocío Nahle por aquello del impedimento constitucional a aquellos que no son veracruzanos por nacimiento, será la fase final del pacto. Y la última vez que Marcelo Montiel operará para Morena. En 2024, el marcelismo tendrá manos libres para contender por la alcaldía de Coatzacoalcos. Y en 2025, un marcelista, no necesariamente Marcelo Montiel, será presidente municipal. Los pactos se cumplen. Los pactos terminan. O los pactos se renuevan. Los intereses, no los ideales, son los que mandan…

A golpe de bayoneta, la élite morenista se destaza y se degüella. Unos contra Rocío Nahle, otros contra Eric Cisneros, el insípido Gutierritos con su prensa, el vesánico Manuel Huerta, que si no arroja lumbre lo dejan fuera del show.

Es fuego adversario y “fuego amigo”, dice la ex secretaria de Energía, irritadísima cuando le tocan el tema de su oriundez zacatecana y su impedimento para ser gobernadora de Veracruz.

Es un “mito” que haya una favorita, vocifera el ex secretario de Gobierno de Veracruz, Eric Cisneros Burgos, al que le reviven viejos videos en que lanza “putasmadres” cuando alteraron mantas en que se veía junto al mesías  de Macuspana y a su otrora amiga, Rocío Nahle.

Sergio Gutiérrez Luna, diputado federal, el más desarraigado de todos, parlotea presumiendo que esta farsa interna en Morena es pleito de dos: Nahle y él. Los demás no pintan. Los otros son comparsa. Los otros son aserrín de cantina, nomás para que no se resbalen los borrachos con sus escupitajos en el suelo.

Manuel Huerta, ex delegado de Bienestar, tardó cinco años en enterarse que la 4T es patraña pura, y se convierte, hoy, en el dedo flamígero que acusa que en Veracruz, donde nunca dijo nada, se torció todo, y la banda del gobernador Cuitláhuac García se alejó del pueblo, perdió los ideales —¿cuándo los tuvo?— y hasta el priismo —los rojos, les dice— llega a Morena y se sirve la mayor rebanada del pastel.

Huerta tiene dotes de engañabobos. O eso cree. Sabe que sin los priistas operando desde 2015, Morena no habría ganado ni una diputación federal como la de Rocío Nahle en Coatzacoalcos, ni en 2017 alguna presidencia municipal. Marcelo Montiel y su grupo los llenaron de votos a cambio de mantenerse en el poder.

Zenyazen Escobar, secretario nudista de Educación estatal, no es rijoso; es pusilánime, un cero a la izquierda, compañero de farra del desgobernador Cuitláhuac García —uno se encueraba y el otro salseaba—, el fantasma de la comedia que no cesa de repetir una frase que ya aburre: si no me favorece el género, apoyaré a Rocío Nahle. Pues que se cambie de sexo y asunto arreglado. Cuando se pierden las nachas ni cómo remediar.

Los cuchillos traen filo. Las bayonetas atraviesan metales. Y hay dinamita en la prensa. Y hay objetivos claros, fuego amigo y lenguas flojas que cinco años después han descubierto que en la granja nadie tiene una sola virtud.

Así, entre odios y reclamos, dirime Morena la candidatura al gobierno de Veracruz.

A Nahle, jefa máxima de la pandilla voraz, la acuchillan con sólo oprimir un botón llamado Zacatecas. De todos, es la única que no nació en Veracruz. De todos, es la única que no cumple con los requisitos para ser gobernadora. De todos, es la única que no pudo, vía la Ley Nahle, perpetrar un fraude a la ley.

Y en las redes sociales, la destrozan. Y son los enemigos pero también los morenistas. Y Nahle, que tiene un carácter de los mil demonios y una soberbia galáctica, no termina de aprenderse la máxima política de comer sapos sin hacer gestos, o heces sin dejar de sonreír.

Nahle es mecha corta. Una chispa y se enciende. No capotea al toro que embiste ni es hábil para evadir anzuelos. Le dicen zacatecana y se autollama veracruzana. Y se engancha a la menor provocación.

Si Guadalupe Victoria nació en Durango —cuenta la norteña—, fue el primer presidente de México y gobernador de Veracruz —en realidad lo fue de Puebla—, ¿por qué Rocío Nahle, que vio la luz en Río Grande, Zacatecas, y se casó con Pepe Peña, no pudiera gobernar Veracruz? En lógica, Rocío Nahle está reprobada.

Y en circo, maroma y teatro, también. Verla disfrazada de jarocha en el palacio del porro de la nación, el día del Grito de Independencia, no tiene precio. Le faltó zapatear, tocar el arpa, mover el abanico y entonar el Tilingo Lingo. Y ni así se sacude el estigma de ser de Zacatecas.

Son los fuegos amigos, atizados por sus ex amigos —Eric Cisneros, Cuitláhuac García, Manuel Huerta— y un adversario —Sergio Gutiérrez Luna— sembrándole minas de alto poder, diseminando entre el morenismo que si no acredita el requisito de ser veracruzana lo suyo es un asalto al poder.

O recordando que la secretaria de Energía es mentirosa de cabo a rabo, despierta y dormida.  Ofreció renunciar hasta diciembre cuando la refinería de Dos Bocas procesara los 340 mil barriles de petróleo. Pues Nahle se fue en octubre y de la gasolina no hay señales aún.

Bola 8, alias Eric Cisneros Burgos, es el hampón que Morena siempre quiso tener. Protegido de Rocío Nahle, poder tras el trono, amo del gobernador Cuitláhuac García, su objetivo fue imponer un estado de terror en Veracruz y lo logró.

Reía y hacía reír a Rocío Nahle. Disfrutaba de su bendición. Tenía la venia de la zacatecana cuando se hizo del control de la Secretaría de Seguridad y la Fiscalía de Veracruz. Y desde ahí orquestó redadas políticas, llevando a la cárcel a candidatos de la oposición —Nicolás Ruiz, Gregorio Gómez, Pasiano Rueda— o a figuras relevantes —Rogelio Franco, Tito Delfín, José Manuel del Río Virgen, Azucena Rodríguez— o a ciudadanos de a pie que luego aparecieron muertos en las cárceles, o a la ex alcaldesa de Jalapa, Florisel Ríos Delfín, a quien dejó sin policía municipal hasta que fue levantada por el crimen organizado, torturada y asesinada. Y Nahle todo le aplaudió.

Respondón, Bola 8 terminó engallado contra Rocío Nahle. La complicidad perfecta llegó a su fin. Nunca le dijo que pretendía ser gobernador. Nunca dio señales de que la iba a destrozar.

Una parte de los misiles contra la zacatecana los lanza Eric Cisneros. Su prensa atiza el fuego potenciando que Veracruz es para los veracruzanos. Sus estructuras —alcaldes, diputados y una fracción de la burocracia estatal— dispersan el odio contra Nahle.

Gutierritos Luna, diputado federal plurinominal, oriundo de Minatitlán, donde sólo su familia lo conoce, es optimismo puro. Dice que la contienda es entre Rocío Nahle y él. Y mientras suelta entre su clientela periodística que va a judicializar la eventual candidatura de la zacatecana.

El diputado alien —llevó a Jaime Mausán al Congreso federal intentando aterrizar que los extraterrestres ya hicieron contacto— orquestó una campaña de descrédito contra Rocío Nahle, destacando sus yerros, el fracaso de Dos Bocas, el costo del proyecto, el retraso en la construcción, los negocios de los compadres, la opacidad financiera y, por supuesto, que no nació en Veracruz.

Si Manuel Huerta no hubiera encendido la pradera, no sería finalista en el certamen de las corcholatas por el gobierno de Veracruz.

Huerta tardó cinco años en abrir los ojos y la boca. En su estado de confort, desde la delegación de Bienestar en Veracruz, la pandilla de Nahle tenía pasaporte de impunidad. Y Manuel Huerta callaba.

Hoy, cinco años después, reclama que la Cuarta Transformación no llegó a Veracruz. Cuitláhuac García, Eric Cisneros, Rocío Nahle la traicionaron. Acusa que se embelesaron con el poder e intentan perpetuarse.

Cinco años después, Manuel Huerta advierte que el Clan Nahle emplea las tácticas del pasado para retener el poder, perdió el rumbo, los ideales, el contacto con el pueblo.

Cinco años después, Huerta alerta: los rojos, o sea los priistas, brincaron a Morena y pretenden allegarse candidaturas y espacios de poder. La alusión es a Javier Herrera Borunda, secretario de Organización del comité nacional del Partido Verde, de extracción priista, que le disputa la candidatura a senador.

El priismo recorre las venas de Morena y Manuel Huerta lo sabe. En 2015, el marcelismo en Coatzacoalcos operó la campaña para llevar a San Lázaro a Rocío Nahle. Huerta viajó en diversas ocasiones para supervisar la maquinaria, que caminara, que avanzara, que el cochupo se armara bien, que no se cayera la diputación federal de la zacatecana.

Los odios dominan la farsa morenista. Hablan los ataques, la insidia, la intriga. Nahle contra Cisneros, Cisneros contra Nahle, Gutierritos contra Nahle y Cisneros, Huerta contra Nahle y Cisneros. Cuitláhuac y Zenyazen intrigando contra Nahle, Cisneros, Gutierritos y Huerta.

Ya sólo falta que corra sangre.

Archivo muerto

Mora Traidora fue a parar al basurero de la historia. Defenestrada, repudiada, al final claudicó. Esmeralda Mora terminó traicionando al Peje López Obrador, a su comadre política, Rocío Nahle, y a los ilusos nanchitenses que la llevaron al poder. Sintió la furia de un pueblo. Sintió el desaire y la burla. Vio en las calles a hombres y mujeres, niños y jóvenes, adultos mayores y los que tocan el sexto piso de vida. Los vio bloquear los accesos al tiradero de basura y al Rancho 34, propiedad de la familia Ávalos Chao, epicentro del negociazo que entrañaba el relleno sanitario regional.

Envalentonada, la alcaldesa de Nanchital, sin una pizca de talento, menos de sensibilidad, tuvo la fatal ocurrencia de denunciar a sus críticos, a los que encabezaron la protesta, los que repudiaron que Nanchital se convirtiera en el receptáculo de 900 toneladas de basura al día, provenientes de Coatzacoalcos, Minatitlán y Cosoleacaque. Y acusó a la regidora Virginia Bartolo Lagunes, la única que se puso del lado del pueblo, la que increpó a Mora Traidora, la que exigió que diera la cara, la que soportó las consabidas idioteces del desgobernador Cuitláhuac García Jiménez, el de los lapsus brutus intentado responsabilizarla de haber movido a todo Nanchital. Al final, Mora Traidora perdió.

Quiso maniobrar en la sesión de cabildo, el viernes 13. Intentó, vía el secretario del ayuntamiento, Antonio García, alias el Rasputín de Nanchital, introducir un punto de acuerdo para convocar a una consulta pública. Virginia Bartolo, el síndico Félix Olarte y los representantes de la sociedad, le expresaron que ya el pueblo había hablado.

La consulta pública había arrojado un rotundo “NO”. Y llegó la votación: cinco votos en contra, ninguno a favor. Hasta los regidores serviles, Rosa Alemán y Elvis Ventura, negaron el permiso para construir el relleno sanitario regional. Y Esmeralda Mora, la alcaldesa, se desplomó. Cinco votos en contra, incluido el de Mora Traidora, sepultaron el negocio obradorista. Si gusta el gobierno, que se realice un relleno sanitario municipal, exclusivo para Nanchital, apegándose a la norma ambiental, sin una tonelada de basura que provenga de otros municipios, como debió ser. Mora Traidora terminó traicionando al Peje Andrés Manuel López Obrador, a Rocío Nahle, a Cuitláhuac García, el pelafustán que se llenaba la trompa diciendo que sólo 200 nanchitenses salían a las calles. El daño político es irreversible.

El daño político lo sufre Morena. Y Rocío Nahle. Ya sabe el pueblo de Nanchital en qué sentido votar en 2024. Porque ya percibieron esa capacidad tan suya, de Nahle, de Mora, de MALO (Manuel Andrés López Obrador), de Morena, para traicionar… Amado, en 2022, tuvo un cochinero de antología en la asignación de obras públicas. Su amigo y compadre, Arturo Delgadillo Medina, ex director general de Obras, y quien operaba las trastadas, Onésimo Mendoza Flores, es director, entregaron 12 contratos por asignación directa. De ellos, tres obras debieron someterse al procedimiento de invitación a por lo menos tres constructores, la llamada invitación restringida. Sabiendo que en Morena, la ley no es la ley, hicieron de las suyas. Cuando el Órgano de Fiscalización Superior les observó la maniobra, el Clan Amado-Delgadillo presentó la supuesta invitación a tres postores. Pero con trampa.

En los tres casos el procedimiento fue declarado “desierto”, o sea sin ganador, y procedieron “a adjudicar directamente las obras”, según se lee en los resultados de la Cuenta Pública 2022 del ayuntamiento de Coatzacoalcos. Las 55 obras asignadas por don Amado y sus cortesanos Delgadillo y Onésimo alcanzaron un monto de 142 millones 623 mil 578.20 pesos. Algo así como 14 millones de pesos en diezmo y a eso habría que agregar las obras que Onésimo Mendoza exigía a los contratistas que le fueran subcontratadas para realizarlas con compañías afines, de acuerdo con el testimonio presentado por Agustín González Córdova, propietario de la constructora Golca, y su representante jurídico, Ignacio Camacho May, en la denuncia por corrupción interpuesta por la Sociedad Mexicana de Industriales y Transformadores de la Construcción, encabezada por el ex líder de Coparmex en Coatzacoalcos, Gabriel Rivera Cerdán.

El cochinero de Amado con tufo a cochinito de campaña… Arcadio Mejía es oficialmente aspirante independiente a diputado federal por Coatzacoalcos. Cumplidos los requisitos, el Instituto Nacional Electoral, vía su junta distrital, otorgó el registro. Arcadio Mejía, cuya lucha social se mueve en el frente ambientalista, el deporte, el rescate de espacios para la juventud y, sobre todo, en el señalamiento de las corruptelas de quienes detentan el poder, lleva como suplente a Agustín Bolaños Castillejos, especialista en temas electorales y de constante denuncia al alcalde de Coatzacoalcos, Amado Cruz Malpica, acreditándole nepotismo en grado de cinismo superlativo.

Arcadio Mejía y su agrupación Allende 213 enfrentan ahora un reto crucial: reunir firmas de cuando menos el 2 por ciento de los ciudadanos inscritos en la lista nominal del distrito de Coatzacoalcos, distribuido en al menos la mitad de las secciones electorales con un porcentaje del 1 por ciento en cada una de ellas.

Dispone de 30 días lograr el objetivo, de acuerdo con la legislación electoral. Mientras, Arcadio y Bolaños le están asestando una paliza en redes sociales a Rocío Nahle García, virtual candidata de Morena al gobierno de Veracruz por su campaña adelantada y la conducta delincuencial de andar tapizando bardas con el lema de “Rocío Nahle va” valiéndoles que los dueños de las viviendas estén de acuerdo o no en que les ilustren con semejantes adefesios sus fachadas…

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