Sábado, 20 de abril de 2024
Mussio Cárdenas Arellano

Mussio Cárdenas Arellano

Atrapado en el mundo de las letras y la denuncia social, Mussio Cárdenas Arellano cuenta ya con un extenso kilometraje recorrido en el periodismo. Lejano parece ya aquel 1978 cuando en Coatzacoalcos, su tierra natal, escribió sus primeras notas. Transitó por la entrevista, el reportaje, la crónica, el artículo y la columna política. Fue corresponsal de la revista Proceso, Imevisión, IMER, Contralínea; fundador de las revistas Contacto e Informe Rojo; analista político en radio y televisión, y ganador del Premio México por columna política, en 2009, otorgado por la Federación de Asociaciones de Periodistas de México (FAPERMEX). Su contacto con el periodismo viene de familia. Su padre, Mussio Cárdenas Cruz, y sus tíos Emilio, Francisco y Paulino, constituyen una dinastía de periodistas veracruzanos de reconocido prestigio. Actualmente escribe la columna Informe Rojo, que se publica en portales en internet y medios escritos con amplia aceptación entre la opinión pública.

mussioc2@gmail.com

 

Email: Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.

Movimiento Ciudadano, la ramera naranja

Miércoles, 21 Febrero 2024 10:41

Al sexto año, Dante se arrancó la careta. Alineó a Movimiento Ciudadano con Morena, lo plegó al proyecto del dictador, lo llevó a caminar de la mano de ese sátrapa demente llamado López Obrador y lo pudrió.

Lo insertó en el reino de la simulación, ofertando una opción política distinta para terminar siendo el patiño del bodrio obradorista, inventando candidaturas que no buscan votos sino likes, postulando payasos de redes sociales cuyo mayor encargo no es ganar la Presidencia sino restarle votos a la candidata de oposición.

Hizo de Movimiento Ciudadano una comparsa de Morena, en lo legislativo y en lo electoral, validando 11 de las 20 reformas con que Andrés Manuel hace campaña, supliendo los silencios, los vacíos, lo incoloro, lo desabrido, lo desinflado, la ausencia de propuesta electoral de la candidata guinda, Claudia Sheinbaum.

Y en Veracruz el striptease político es de náusea: dos diputadas de MC secundan a Morena, votan la propuesta del desgobernador Cuitláhuac García y avalan que tres incondicionales del obradorismo sean magistrados del Poder Judicial.

Dante Delgado convirtió a Movimiento Ciudadano en la ramera naranja, vendible al mejor postor, que arrancó el sexenio coqueteando con el bloque PRIANPRD para terminar encareciéndole los servicios a López Obrador.

Dueño de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado solía ufanarse de ser la conciencia del país, suscribiendo cartas públicas, plagadas de reclamos y consejos, llamados al orden, en que centraba a Andrés Manuel, recordando gestas y episodios de lucha política, los días en la toma de Reforma, que hoy se sabe se financió con dinero del Cártel de Sinaloa, y deslizando que nadie tiene el nivel del ex gobernador de Veracruz para hurgar en los recuerdos políticos, las decisiones cruciales y hasta los secretos de campaña que López Obrador se resiste a revelar.

Aquello fue –y es– puro show. Dante Delgado pretendía ser el caudillo de la oposición para mediatizarla. La ramera naranja rebasaría al PRIANRD y al final tendría una alta cuota de poder. Y en el intento se quedó.

Movimiento Ciudadano nació sucio. Su antecedente, Convergencia por la Democracia, obtuvo registro ante el Instituto Federal Electoral, hoy INE, con una trampa descomunal. Las asambleas ciudadanas, requisito que exige la legislación, fueron un fraude. Por lo menos en el sur de Veracruz hay evidencia que los asistentes eran militantes del Partido de la Revolución Democrática, o sea cachirules.

Lo sabían todos, dirigentes e integrantes del PRD, usados para ayudar a la creación de un partido aliado. El PRD le prestó pueblo. Convergencia estaba hueco. Lo sabían Dante, Cuauhtémoc Cárdenas, Porfirio Muñoz Ledo y, por supuesto, Andrés Manuel López Obrador.

La ramera naranja tuvo, pues, un nacimiento tramposo y miserable. Luego vendrían otros cochupos. Postularía perredistas a los que el PRD desdeñó, como ocurrió con el candidato a la diputación federal por Coatzacoalcos en 2009, Antonio Williams, propuesto por Rocío Nahle, que entonces aspiraba a ser la mandamás en el sol azteca local, y la ex embajadora de México en Costa Rica, Roselia Barajas Olea, del Clan de la Succión.

Convergencia primero, MC después, fueron comparsa de López Obrador en 2006 y 2012, entregando las prerrogativas económicas a cambio de ver a sus militantes postulados en la alianza con el PRD.

En 2018, Dante jugó al lado del PAN-PRD. Y perdió.

Se volvió útil, de nuevo, en el sexenio obradorista. Dante fortaleció su liderazgo, su imagen de demócrata ultra, su discurso por el bien de la nación, y, por supuesto, supo alardear de los secretos mejor guardados de López Obrador, que nunca reveló.

En mayo de 2021, a propósito de la elección a gobernador de Nuevo León, simuló tener conflicto con el presidente, su compadre político.

La careta de opositor independiente le fue útil mientras se conformaba un frente ciudadano para encarar la elección presidencial de 2024. Dante Delgado pontificaba, alardeaba, presumía su vena antiobradorista. Exhibía colmillo que afiló en los tiempos en que el PRI lo formó.

Pero a la hora de la verdad, cerró la puerta a toda posibilidad de ir en bloque cuando se conformó el Frente Cívico Nacional. Conminado a integrarse, repudió los llamados de Cecilia Soto, Emilio Álvarez Icaza, Guadalupe Acosta Naranjo y otros más. “Con el PRI ni a la esquina”, “Con el Titanic de la Alianza, nada”, fue su argumento.

Dante Delgado comanda a una secta sui generis. Los emecistas son como el obradorismo. Creen a ciegas en las falacias de su líder. Si Dante pregona que ganarán la Presidencia, sus huestes se imaginan en palacio nacional. Si Dante les taladra el seso afirmando que tendrán curules y escaños, gubernaturas y alcaldías, el rebaño sueña que el poder es suyo.

Salvo los emecistas de Jalisco, la militancia no ve su realidad. Sólo en Jalisco son el enemigo a vencer, comandados por el gobernador saliente, Enrique Alfaro, político de doble cara, como Dante; de caprichos e intransigencia, como Dante; de ilimitada capacidad para traicionar, como Dante.

Movimiento Ciudadano es un apéndice de Morena, y Dante Delgado, un peón de López Obrador.

Va Movimiento Ciudadano por la aprobación de 11 de las 20 reformas constitucionales enviadas por Andrés Manuel al Congreso, la que incluye el sistema de pensiones que es una bomba de tiempo; las de derechos indígenas y hasta la de derechos de los animales.

Baila al son que le toca Andrés Manuel.

Y en Veracruz igual. Así su líder estatal, Sergio Gil Rullán, se haya trabado en una confrontación abierta con Cuitláhuac García, evidenciando corrupción, deuda pública oculta, contratos asignados sin licitación, la línea hoy es validar los caprichos del gobernador.

Dos diputadas de MC, Ruth Callejas Roldán y Maribel Ramírez Topete, dieron los votos que Morena requería para avalar los nombramientos de los magistrados Humberto Oliverio Hernández Reducindo, Claudia Marlén Galán Espinoza y Arturo Vázquez Sosa, con los que estaban en desacuerdo incluso legisladores morenistas.

Movimiento Ciudadano tiene dueño; es Dante. Y el dueño camina de la mano de Morena.

Así lo fraguó Dante. Hizo de Movimiento Ciudadano la ramera naranja

Y la ramera sabe cobrar.

Rocío Nahle ya no controla ni su feudo. Sus comadres se enfrentan, se retan, se agitan al son del poder; Tania Cruz, ansiando su tercera diputación, y Eusebia Cortés que vela armas y advierte que la va a reventar.

Rocío Nahle no tiene liderazgo. La desafían alcaldes y alcaldesas, diputados y operadores políticos, o Mónica y José Pablo Robles, los succionadores, y ahora el clan de las comadres, Tania y Eusebia, que no serían diputadas si la zacatecana no les hubiera abierto el regazo.

Pasmada, Rocío Nahle sólo ve el caos, la obsesión de Tania Cruz Santos que va por su segunda reelección en la Cámara de Diputados federal –seis años ya en la nómina del Congreso y quiere tres más–, y la respuesta de la legisladora local en Veracruz, Eusebia Cortés Pérez, que increpa a la dirigencia nacional de Morena por no consultar sino imponer, por desdeñar a las bases del partido, por consentir la entronización de Tania en su curul y evidenciar que, en palabras del mesiánico narcopresidente, hay motín por el botín.

Tania Cruz se fue por la libre; brincó a Rocío Nahle, y se dejó impulsar por el alcalde de Coatzacoalcos, Amado Cruz Malpica, cuyo único logro luego de dos años de intrascendente gestión ha sido mantener intocables los privilegios de su familia con “dineros municipales” y ver al buen Héctor Cruz Mortera, su hijo, paseando en Francia e Inglaterra con doña Celeste, la esposa, dando cuenta que la austeridad entre la élite de la 4T es letra muerta. Instagram, como siempre, no deja mentir.

Nahle se quedó tiesa, helada, impávida, viendo el tamaño de complot, urdido y ejecutado entre el alcalde y la diputada federal, cerrándole el paso, tácitamente pulverizando, ridiculizando a Miguel Pintos Guillén, ex secretario del ayuntamiento de Coatzacoalcos, quien caminaba el distrito con la venia de José Luis Peña Peña, marido de la zacatecana Nahle, pues entre ambos no sólo hay afecto sino negocios inconfesables que datan de los tiempos en que uno, Pintos, era contratista y el otro, Peña, segundo de a bordo en el área de mantenimiento – un área por demás explosiva– del complejo petroquímico Pajaritos de Pemex.

Rocío Nahle y el príncipe consorte salieron sobrando. Su voz no contó en el proceso interno. Amado y Tania los bailaron. Mordieron la mano de quien los llevó al poder. Y la reacción de Eusebia Cortés evidencia la fractura.

La madrugada del viernes 16, Morena reveló los nombres de los precandidatos a las diputaciones federales en todo el país. Tania Cruz Santos iría por el que tiene por cabecera a Coatzacoalcos.

Horas después, la diputada local Eusebia Cortés respingó. Criticó la obsesión de Tania Cruz de intentar su segunda reelección como diputada federal. Lleva casi seis años en el Congreso y sólo falta escriturar su curul.

¿Es una ambiciosa vulgar Tania Cruz?, la cuestionaron. Es así como la está catalogando el pueblo, respondió Eusebia Cortés.

Y fue puntual. Dijo haber enterado a Rocío Nahle, vía mensaje, que realizaría una conferencia de prensa para fijar su rechazo a la reelección de Tania Cruz Santos. Nahle respondió: “Ok, enterada”.

No la frenó. No alertó que la ruptura golpearía al grupo y dañaría la imagen de la candidata de Morena al gobierno de Veracruz.

Surgida del pueblo, de las colonias marginadas, de las filas de los olvidados, criticada por su nula preparación académica, y por haber realizado estudios de secundaria, bachillerato y universidad en tiempo récord, bajo sospecha de trampa, y hasta por lucrar con placas de taxi que dio el ex gobernador priista, Javier Duarte de Ochoa, tras estallar una protesta, si algo distingue a Eusebia Cortés es que en su código no existe la posibilidad de traicionar a Rocío Nahle.

Si Nahle la hubiera conminado a desistir, habría acatado. Pero la dejó embestir a Tania Cruz.

La guerra no es en silencio.  Ya no se golpean en la sombra. La disputa entre legisladoras es el reflejo de un liderazgo perdido, de un conflicto que pudiendo ser resuelto a puerta cerrada, bajo la tutela de Rocío Nahle, simplemente estalló.

Son las comadres dirimiendo obsesiones, ambiciones, frustraciones, Tania Cruz encuerdada por Amado Cruz, evadiendo a Rocío Nahle, obteniendo la bendición del líder nacional de Morena para buscar su tercer período como diputada federal por Coatzacoalcos, y Eusebia Cortés repudiando la segunda reelección.

Nada se ventila en el regazo de Nahle. Nada se cuenta y se allana en la secrecía. Nada se pelea, se regatea, se reclama y se acuerda lejos de los reflectores.

Coatzacoalcos es el retrato del caos. Y Veracruz también. Rocío Nahle marcha a los tumbos. Resbala y cae. Comete errores de precampaña. Pierde puntos en las encuestas. Su tendencia hacia abajo se cruza con la tendencia a crecer del priista Pepe Yunes Zorrilla, precandidato del frente opositor.

Y ahora sus comadres se confrontan porque una, Tania Cruz, no quiere soltar la curul, y la otra, Eusebia Cortés, concuerda en que es una ambiciosa vulgar.

Nahle no controla su feudo y ya quiere gobernar Veracruz.

 

Toda desvencijada, hecha el hazmerreír por sus gazapos en precampaña, Rocío Nahle ha sentido ya que los aliados la apuñalan, le agitan el estado, la destripan, le atizan conflictos y le alejan los votos.

No arranca la contienda real y Rocío Nahle ya entró en crisis. Pierde adeptos, dice locuras, le pesa ser zacatecana y sus hijos políticos le dan la espalda. O le cobran las promesas incumplidas, la miel en los labios de la “ingeniera” para endulzarlos, los portazos recibidos, los silencios de que quien ofreció que cogobernaría con la pandilla que siembra el terror en Veracruz y al final los desechó.

Nahle sonríe y sonríe en Instagram. Y en sus adentros la consume la angustia.

Pregona un Veracruz chido sabiendo que sólo será la extensión del horror.

Presume una refinería –Dos Bocas– que construyó a los tumbos y que no acaba de refinar. Hace 19 meses la “inauguró” y sólo produce verbo.

Se pasea por Coatzacoalcos donde hace nueve años ofreció un nuevo puente sobre el río y nadie sabe dónde está.

Y en el camino los peones desechados, sus antiguos aliados, le agitan las aguas, detonan reclamos, irritan a los adeptos, provocan protestas y van reventando las bases con que Morena, en una elección de estado, intentaría robarse la elección.

Su engendro, Cuitláhuac García, toma venganza al saber que su favorita, “Candy” Cayetano, no será candidata de Morena al Senado de la República. Y se enmuina. Y enfurece. Y toma revancha.

Su pelele, Zenyazen Escobar, dejó de ser el que camina junto a Rocío, codo con codo, moviendo al gremio magisterial, el que usa la estructura de la SEV en campaña y pregona –o pregonaba– que con el proyecto Nahle va –o iría– hasta el final. 

Tras las vallas, detrás del corral, Roberto Zenyazen Escobar García, ex secretario de Educación, aquel que declinó por Rocío Nahle y se imaginó en el Senado por la vía plurinominal, hoy vive los tiempos de la humillación.

Cuitláhuac, que salta de un arrebato a otro, con deslices de vedette de carpa, al que Rocío Nahle usó y lo está desechando, quiso ver a Dorheny García Cayetano –“Candy”, según dicen, media hermana del gobernador– en la Cámara Alta y la jugarreta no fraguó.

Ahí andaba “Candy” gastando la suela, abrazando abuelitas, parándose en municipios que nunca imaginó, encuerdada por el desgobernador Cuitláhuac García, que a cambio de despejarle el camino a Rocío Nahle, tendría la candidatura al Senado, la que corresponde a las mujeres, para la joven García Cayetano.

La tomadura de pelo se cuenta sola. Ni “Candy” ni Mónica Robles Barajas, la ex diputada priista, embajadora del Clan de la Succión, serán candidatas al Senado por Morena. La decisión, ya anticipada en medios y portales en internet, favorece a Claudia Tello, la invisible diputada por Xalapa que llegó al Congreso de rebote porque a Daniela Griego, ella sí con mil merecimientos por su lucha social, la inhabilitaron en los tribunales electorales. A Tello la impone Rocío Nahle.

Cuitláhuac anda enchilado. No le sofoca la ira ni Claudia Sheinbaum, ni le calma el coraje Rocío Nahle. No basta que la candidata presidencial, bastonera del Supremo Porro, Andrés Manuel López Obrador, anuncie la contratación de semejante crack de Morena –ja– y le ofrezca un puesto –sabrá de qué– en su gabinete, si es que gana la elección del 2 de junio.

Y la ira se transforma en despecho. Y como el despecho tiene que herir al infiel, Cuitláhuac le agita el escenario a Nahle.

Se da a la tarea de dejar sin pago a los maestros del estado, sabiendo el impacto que tendrá porque el que le escamotea el salario a los mentores es el gobierno de Morena.

Conculca el derecho a disfrutar días de vacaciones al personal de la Secretaría de Finanzas y Planeación. Eso es violencia laboral. Y, obvio, la repulsa es contra el gobierno de Morena.

Atrasa salario a los empleados de la Universidad Veracruzana –primera quincena de enero– y la irritación crece porque la administración y el rector son súbditos de Morena.

Se confronta con los transportistas del estado, que reclaman seguridad y combatir a la delincuencia, y genera el caos total, el estrangulamiento del sistema carretero.

Nada es casual. Rocío Nahle descarriló a Eric Cisneros, secretario de Gobierno, el azote de Veracruz; a Zenyazen Escobar, que en noviembre reveló que no regresaría a la Secretaría de Educación por estar encargado de los 12 mil comités para la defensa de la Cuarta Putrefacción, y ahora a “Candy” Cayetano, a quien le tomaron el pelo que sería senadora, y Cuitláhuac está descarrilando a Nahle.

Ante la falta de pago, el miércoles 31, unos 60 mil maestros que imparten clases en 2 mil escuelas, agrupados la Coalición de sindicatos estatales del Magisterio Veracruzano suspendieron actividades.

La coalición aglutina al Sindicato Independiente de Trabajadores de la Educación de México (SITEM); Sindicato Veracruzano de Trabajadores del Sector Educativo (SIVETSE);  Sindicato Estatal de Trabajadores del Magisterio de Veracruz ( SETMAV ); Sindicato Independiente de Empleados y Trabajadores al Servicio de la Educación de Veracruz (SIETSEV); Organización de Trabajadores Independientes al Servicio de la Educación Veracruzana (OTISEV); Sindicato Democrático de Trabajadores de la Educación de Veracruz (SDTEV), y Frente Democrático Magisterial (Fredemag).

No es asunto menor. No es para que Rocío Nahle los vea y siga con sus videos en que usurpa la fachada de veracruzana. Y pele los dientes. Y vuelva a sonreír.

Es –y lo sabe– un punto de crisis. Es la revuelta de las bases magisteriales contra el gobierno de Morena. Son votos de castigo. Son votos para perder.

En serio que Nahle tiene una vocación para destrozar lo que halla a su paso, pero esta vez su pecado fue no saberles decir “no” a sus incondicionales. U operar, ceder, conceder y ganar.

La Barbaraza –acaba con todo, dice la canción de Wilfrido Vargas– no es afín al orden. Es proclive a la imposición y al capricho. No ve puntos de conciliación ni comulga con el acuerdo. Es su necedad y nada más.

Y eso que apenas va saliendo de la precampaña, del precochinero, del predesastre electoral.

El magisterio –y los priistas lo tienen claro– es el gremio más efectivo en la operación electoral, el que se acerca al padre de familia, el que convence, el que llega a los rincones, a las comunidades, a los predios y parajes olvidados y trae los votos con que se gana una elección.

Y Cuitláhuac, el aliado engañado, el que pidió el Senado para Zenyazen y “Candy” y le dijeron que sí y luego que no, se esmera en golpear.

En lo que terminó Cuitláhuac: agitando las aguas del magisterio a Rocío Nahle.

ARCHIVO MUERTO

* La guerra de los cárteles: 15 cadáveres, algunos desmembrados, en Tuxpan. Morena suma, dice Rocío Nahle. Y así es: suma violencia, suma terror, suma indiferencia, suma complicidad. https://bit.ly/3SD552F

* Llegaron las pluris y el PRIAN mandó al diablo a la sociedad civil. Y Xóchitl, que se siente la divina xingona, no es para tirarles su candidatura y dejarlos que se maten solos https://bit.ly/48VHJen

* Son regidores, no trabajan, no renuncian, se promueven y son cómplices de la corrupciónÁngel Echevarría y Luis Gutiérrez, de Morena y MC, lacayos de Morena https://bit.ly/3uilsIL

De serviles y rastreros está atestado el reino de Morena. De esos es Marcelo Ebrard.

Vuelve al redil, sin un gramo de dignidad, el ex canciller que un día soltó la primera acusación contra Claudia Sheinbaum, la bastonera sin mando de López Obrador, la corcholata a la Presidencia por Morena.

Sheinbaum, en su campaña, en el show de las corcholatas del presidente Andrés Manuel López Obrador, usó recursos públicos, dineros de la Secretaría del Bienestar, a los Servidores de la Nación operando descaradamente, amagando a los beneficiarios de los programas sociales, fraguando la imposición. Ebrard se le fue encima.

Malú Micher, senadora y alfil del ex canciller, presentó la denuncia –agosto 22 de 2023– ante el Consejo Político Nacional de Morena, así como ante el Consejo Nacional de Honor y Justicia, pero avizorando que no habría justicia.

Ebrard no implicó a la titular de Bienestar, Ariadna Montiel, pero sugirió que fuera separada del cargo por la evidencia del uso ilegal de la dependencia en favor de Claudia Sheinbaum, hoy precandidata de Morena a la Presidencia de México.

Acusó que la elección de candidato a la Presidencia, se había convertido en “rehén de las viejas malas prácticas”, la “intromisión rapaz de la Secretaría de Bienestar y de Morena con el uso proselitista de los Servidores de la Nación y Coordinadores Operativos Territoriales”. Y habló de “coacción” y de “amenazas de acondicionamiento de los programas sociales”.

Andaba fuera de sí Ebrard. Y los suyos se regodeaban. Ansiaban la ruptura, ser acogido por el PRIAN y, si no, por Movimiento Ciudadano, pero verlo en la boleta presidencial.

Luego ocurrió el sainete en que Malú Micher y sus operadores fueron golpeados por policías en la sede electoral de Morena. Y Ebrard volvió a deslizar su salida de Morena, acusando tretas. Nunca usó la palabra fraude.

Así hasta que mordió el polvo. Y se quebró. Y entregó el cuerpo. Y López Obrador lo trabó.

Reapareció en el cierre de precampaña de Claudia Sheinbaum. Se hallaba feliz. Abrazaba a Claudia. Exaltaba a Claudia. Se rendía ante Claudia.

A su lado, Adán Augusto López Hernández, Gerardo Fernández Noroña, Ricardo Monreal, el que soltó la frase de que “prefiero ser nada, antes que traicionar a López Obrador”.

Servil, rastrero, Ebrard olvida aquel día en que mientras el presidente López Obrador marchaba del Ángel de la Independencia al zócalo, los seguidores de Claudia Sheinbaum le lanzaron un escupitajo que dio en su cabeza. Y las mentadas que escuchó. Y las amenazas que recibió. Y los amagos de la secta. Y el odio de los fanáticos.

Servil, Marcelo Ebrard tuvo la puntada de postular para la Secretaría de la Transformación a Andrés Manuel López Beltrán, intentando ganarse el dedazo de Andrés Manuel para la contienda presidencial y que el Supremo Porro le retirara su bendición a la señora Sheinbaum.

Aún se hallaba de rodillas cuando Andy López Beltrán lo mandaba por un tubo, sabiendo que el intento de hacerlo parte del proyecto de Ebrard tenía la intención única de descarrilar a Sheinbaum.

Marcelo fue el primero en documentar el uso de recursos públicos para la campaña de la ex jefa de Gobierno de la Ciudad de México. Y las denuncias de fraude ahí siguen. Fueron  los moches del Bienestar para Sheinbaum.

Cuentan en Morena que el premio de consolación es una senaduría plurinominal, seis años más atornillado a la ubre presupuestal.

Pero al final se convirtió en comparsa de Sheinbaum.

Volvió a ser el Marcelo Ebrard de siempre, el que disfruta su falta de dignidad.

Página 3 de 139