17 de noviembre de 2025

Inmigrantes / Internet

Por Rebeca Solano

El temor a las redadas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE) ha provocado que decenas de familias inmigrantes en Virginia eviten salir de sus casas, incluso cuando necesitan alimentos o atención médica básica. Organizaciones civiles advierten que el miedo generado por la campaña de detenciones masivas impulsada por la administración de Donald Trump está afectando gravemente a comunidades vulnerables que antes participaban activamente en programas de ayuda.

Cada dos semanas, un camión con despensas gratuitas llega a un vecindario cercano a Washington D.C., donde la inflación y la precariedad laboral han golpeado con dureza desde la pandemia. Sin embargo, en los últimos meses, la asistencia ha disminuido notablemente por el temor a ser arrestados. “Incluso hubo un tiempo que la gente ya no vino porque decían que iban a haber redadas”, cuenta Brenda, una madre guatemalteca que cruzó la frontera hace dos años.

Los operativos migratorios han cambiado de estrategia: los agentes ya no tocan puertas, esperan a que las personas salgan rumbo al trabajo o a dejar a sus hijos a la escuela, según explicó John Cano, del Centro de Ayuda y Asistencia Legal, una de las organizaciones que coordina la entrega de alimentos. “La comida se empezó a echar a perder”, lamenta, al recordar semanas en que las filas desaparecieron.

Pese a que el condado de Fairfax se ha declarado santuario y la policía local ha realizado campañas informativas para diferenciarse de los agentes federales, la desconfianza persiste. “Todo el mundo, con papeles o sin papeles, estamos preocupados. Yo he visto varios con residencia que se los han llevado”, denuncia Alicia Vásquez, una de las vecinas que sí acudió por despensas, pero que teme por su familia.

La situación ha llegado a tal punto que algunas familias optan por no mandar a sus hijos a la escuela por miedo a que sean separados, como relata Damaris, madre hondureña. “Me cruzó por la cabeza decir ‘no los mando mejor, están seguros conmigo’, pero vienen las cuentas, la renta… y hay que salir a trabajar, encomendándose a Dios”.

A pesar de los esfuerzos de voluntarios y autoridades locales, las cifras son alarmantes: al menos 40 personas han sido detenidas en las últimas semanas, muchas de ellas sin antecedentes penales. Según Cano, la mayoría está siendo arrestada simplemente por ser indocumentada, pese a que la estancia irregular en EE.UU. es considerada una falta civil, no un delito penal en la mayoría de los casos.

Mientras el debate político sobre migración se intensifica en plena campaña presidencial, la comunidad inmigrante enfrenta una realidad dolorosa: el hambre y el miedo se entrecruzan cada día, y para muchos, como Brenda, pensar en regresar a su país de origen se vuelve una opción inevitable. “Uno viene aquí buscando un mejor futuro, sobre todo para nuestros hijos. Pero este presidente no tiene corazón”.