28 de septiembre de 2025

 

Claudia Sheinbaum / Código Magenta

Por Redacción

Los recientes anuncios sobre los planes de reestructuración de Petróleos Mexicanos (Pemex) y la incapacidad de la Comisión Federal de Electricidad (CFE) para contener la oleada de apagones que ha afectado a múltiples estados del país, reflejan una crisis estructural en las dos principales empresas paraestatales del sector energético mexicano.

En medio de crecientes presiones financieras y advertencias de agencias calificadoras, Pemex presentó esta semana un nuevo programa de «reestructuración operativa y administrativa», cuyo contenido concreto aún no ha sido detallado públicamente, pero que ha generado inquietud entre analistas, sindicatos y trabajadores. La petrolera arrastra una deuda superior a los 100 mil millones de dólares y enfrenta una caída sostenida en su producción de crudo, pese a los millonarios subsidios y apoyos fiscales asignados durante la actual administración.

En paralelo, la CFE enfrenta su propio colapso operativo. Durante los últimos meses, al menos 18 entidades federativas han registrado apagones prolongados y fallas intermitentes en el suministro eléctrico, especialmente en regiones con alta demanda como la Península de Yucatán, el Bajío y el norte industrial del país. Usuarios y gobiernos estatales han denunciado la falta de inversión en infraestructura, negligencia en el mantenimiento de redes de distribución y una sobrecarga de las plantas generadoras ante olas de calor históricas.

Expertos en energía advierten que las decisiones centralizadas, la opacidad en los contratos y la exclusión de actores privados del mercado han debilitado la capacidad de respuesta del sistema eléctrico nacional. “Estamos viendo las consecuencias de haber apostado todo a un modelo estatista sin modernización ni rendición de cuentas. Ni Pemex ni CFE están cumpliendo con sus funciones básicas”, señala Diana Salazar, analista del Instituto Mexicano para la Competitividad (IMCO).

Mientras tanto, el gobierno federal insiste en que ambas empresas son “pilares de la soberanía energética”, y ha reiterado su intención de mantenerlas como monopolios estatales, aún a costa de su viabilidad financiera.

Con una transición presidencial en curso y crecientes tensiones internacionales por el cumplimiento del T-MEC en materia energética, la situación de Pemex y CFE se perfila como uno de los mayores desafíos para el próximo sexenio.