28 de septiembre de 2025

Gerardo Fernández Noroña, hoy senador de Morena y expresidente de la Mesa Directiva   / Internet

Por Rebeca Solano

Gerardo Fernández Noroña, hoy senador de Morena y expresidente de la Mesa Directiva, vuelve a estar en el ojo público. Su trayectoria, marcada por episodios polémicos que lo retrataban como un hombre de origen modesto y con un discurso de izquierda radical, contrasta con su presente como político encumbrado y propietario de una lujosa residencia de fin de semana valuada en 12 millones de pesos, además de dos camionetas de un millón y medio cada una.

El legislador, que alguna vez se presentó como un ciudadano común que buscaba ahorrarse hasta unos cuantos pesos —desde evitar pagar el baño en una gasolinera hasta negarse a cubrir el IVA de un jugo—, ahora justifica sus bienes con la afirmación de que debe definirse “qué es lujo”.

En su nueva faceta, Noroña ha mostrado actitudes calificadas de prepotentes y arrogantes, como obligar a un ciudadano a pedirle disculpas en público tras un altercado, o protagonizar choques con senadores de oposición, entre ellos Lilly Téllez.

Su cambio no solo se refleja en el estilo de vida, sino también en lo político: tras militar por años en el Partido del Trabajo, renunció para sumarse a Morena, el partido en el poder, con el que buscó una candidatura presidencial.

Para críticos, Noroña no es un caso aislado, sino un ejemplo más de lo que llaman la “carroña” de la Cuarta Transformación: políticos que, tras años de denunciar excesos y lujos, hoy presumen propiedades, vehículos, viajes y privilegios desde el poder.

Con un Andrés Manuel López Obrador retirado de la escena y una presidenta Claudia Sheinbaum que defiende a sus correligionarios frente a los escándalos, voces opositoras advierten que el cinismo y el enriquecimiento súbito de la clase política de la 4T ya no tienen freno ni pudor.