17 de noviembre de 2025

Carrotanques/Internet

Por Silvia Núñez Hernández

Mientras la presidencia “presume su “histórico golpe al huachicol” con 129 carrotanques reventados en Coahuila —como si fueran piñatas del crimen organizado—, lo que nadie dice es que los verdaderos ductos del saqueo siguen operando con toda impunidad… desde adentro. El operativo conjunto de Sedena, Guardia Nacional y Fiscalía General de la República en Ramos Arizpe y Saltillo, que decomisó más de 15 millones de litros de combustible robado, es apenas una gota (eso sí, muy cara) en el mar de podredumbre que tiene en quiebra técnica a Petróleos Mexicanos.

Porque si de escándalos hablamos, habría que recordarle a la presidente Claudia Sheinbaum el vergonzoso caso de la “Miniboquitas”: símbolo del huachicol con rostro institucional y estructura empresarial. Que si Dos Bocas -el monumento de corrupción de AMLO y Nahle- “refina” 200 millones de barriles diarios, imagínese “DosBoquitas”, que si refina, en cuanto será su producción con petróleo robado. Claudia se caracteriza en ser la mujer de las 200 millones de mentiras o de plano su ignorancia es insuperable.

Y entonces el país entero debería preguntarse:
¿Cuántas “Miniboquitas” habrá operando en México?
¿Una, cinco, diez? ¿Están conectadas entre sí? ¿Quiénes protegen su operación? Porque si en una sola redada se logran decomisar más de 15 millones de litros de combustible en el norte del país, uno no puede evitar pensar que ese volumen no salió de tambos ni de pequeñas tomas clandestinas en el monte: salió de instalaciones clandestinas de gran escala, que procesan, almacenan, transportan y venden el producto robado con una eficiencia industrial que solamente puede sostenerse con la venia del poder.

Los 129 carrotanques decomisados, con 15.4 millones de litros de diésel, gasolina y destilado, representan un robo al erario de al menos 400 millones de pesos. Pero más allá del monto, lo que apesta es la mecánica de operación: combustible robado que se mueve por tren, sin ser detectado, que se almacena junto a estaciones ferroviarias, que es resguardado por nadie y vigilado por todos… porque ahí estaba, a la vista de cualquiera.

¿Y durante cuánto tiempo han operado de esa manera sin que nadie hiciera nada?

Eso no es simple corrupción: eso es un modelo de negocio incrustado en las venas del Estado que se viene ejecutando desde López Obrador, blindado por el silencio cómplice de quienes deberían proteger a la nación.

Porque mientras el gobierno se felicita por el operativo que ellos mismos saben donde se encuentra y cómo circula, las verdaderas mafias del huachicol siguen adentro, operando desde escritorios, desde oficinas climatizadas, desde juntas de consejo en Pemex, desde gabinetes estatales, desde diputaciones y cargos públicos. Y por qué no, desde el propio Palacio de Gobierno federal.

¿Y Veracruz? Un silencio sepulcral.

Ni un cateo, ni una investigación seria por la refinería clandestina de Coatzacoalcos. Todo se quiso barrer bajo la alfombra, como si no hubiera existido.

¿Por qué? ¿A quién se protege? Allá gobierna la zacatecana Rocío Nahle, símbolo del poder vertical y opaco, encumbrada por el dedazo presidencial y blindada por la narrativa oficial. La misma que construyó una carrera política al amparo del petróleo… y que hoy guarda silencio ante los signos evidentes de corrupción energética en su patio trasero.

Todo esto mientras Sheinbaum sonríe para las cámaras, ignorando las manifestaciones ciudadanas que le reventaron en Veracruz, donde miles exigieron justicia, transparencia y un alto a la impunidad de quienes como Nahle han usufructuado el poder con descaro. El pueblo habló fuerte: ni perdón ni olvido.

Porque el saqueo no se da en las sombras: se da en el centro de las plazas públicas, con contratos, facturas y trajes ejecutivos. Y mientras los militares presumen decomisos con bombo y platillo, la petrolera nacional se desangra, no solo por el robo del crimen organizado, sino por el huachicol institucionalizado, ese que no pasa por las vías del tren, sino por los conductos del poder, con respaldo político, protección legal y presupuesto público.

Y ahora que se cacarea el decomiso como trofeo…
¿De qué “Miniboquitas” salió todo ese combustible?

Porque, seamos honestos: no creemos que la de Veracruz sea la única. Y eso, señora presidente con “e”, debería escandalizarla.

Claro, aquí tienes la versión ajustada con una mini cabeza con jiribilla al inicio y el cierre punzante que me pediste:

Mañana el “soprano” Ovidio, cantará para México

Mañana, 9 de julio, se juega el capítulo crucial en la audiencia de Ovidio Guzmán López en Chicago. Se espera que firme su culpabilidad y coopere oficialmente con la justicia estadounidense. ¿Por qué es relevante? Porque le están retirando cinco cargos en Nueva York —de un total de 12, incluyendo narcotráfico, lavado de dinero y posesión de armas— de manera abrupta y estratégica.

Quitar cinco delitos de un plumazo no es un acto de clemencia, sino el preludio de una bomba informativa. Nadie regala eso sin esperar testimonios que apunten a narco-políticos de altísimo nivel. Ovidio no solo tiene cifras del narco: tiene nombres, estructuras y complicidades que podrían sacudir la política mexicana como un terremoto de magnitud criminal.

Y no es especulación. La justicia federal norteamericana no negocia sin carnada gorda. Si Ovidio ya se deshizo de cinco cargos… es porque va a entregar piezas mayores del ajedrez político.

Mientras tanto, en México, algunos ya huelen a azufre y sudor. Alfonso Romo —y tantos otros— andan nerviosos, porque saben que lo que viene no es un simple testimonio, sino la caja negra del narco-Estado.

Y a todo esto.

¿Y los hijos del Macuspano dónde andan?