4 de octubre de 2025

 

Por: Rosario Avilés

Pues una vez más las intensas lluvias de esta temporada colapsaron el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México (AICM), sólo que en el caso del sábado pasado la caída de un rayo en la Torre de Control causó que se interrumpieran las comunicaciones en la parte terminal y que tuvieran que usarse radios portátiles y pistola de luces (aditamentos que se usaban en un pasado lejano) para que se lograra mantener el servicio, al menos de aterrizajes, entre las 6 y las 8 pm, horario en que la pista 5D-23I fue cerrada y sólo quedó operativa la 5I-23D.

Como si fuese una película de esas donde los protagonistas sufren mil desgracias, un segundo rayo volvió a caer en la misma Torre de Control y varias zonas del aeropuerto estuvieron cerradas por inundaciones. Una vez más, el clima -cada día más violento- se ensaña con la Ciudad de México y nos recuerda que la infraestructura hay que mantenerla, renovarla, invertir en ella. Y más tratándose de infraestructura de aviación, porque lo más importante en este negocio es la seguridad.

Se dijo que “en ningún momento estuvo en riesgo la seguridad de los pasajeros” lo cual no es rigurosamente cierto. Una cosa es que se haya echado mano de las herramientas que se tenían a la mano y que la dedicación de los controladores de tránsito aéreo haya hecho posible que todas las aeronaves que tenían como destino el AICM llegaran finalmente a su destino, y otra muy diferente que los márgenes de acción se estén achicando y esto no es una buena noticia para operadores y pasajeros.

El manejo de riesgos es un ingrediente esencial en la aviación, para ello existen normativas de la Organización de Aviación Civil Internacional (OACI), programas de seguridad para países, para aerolíneas, para aeropuertos. Y uno de los ingredientes más importantes es no permitir que se crucen las fronteras del riesgo permitido. Para ello existen los equipos redundantes, pero lo ideal es que sean equivalentes a los que puedan fallar. Este no fue el caso.

También hubo otras afectaciones, como el hecho de que los planes de vuelo se borraron de los equipos y el domingo por la mañana fue necesario introducirlos a mano hasta que se reinició el sistema. Gajes del oficio o vejez de los sistemas, lo cierto es que nuestro aeropuerto capitalino, se ha dicho ya en varias ocasiones, requiere una cirugía mayor. Y la requiere no sólo porque en un año viene el Mundial de Fútbol (si es que la FIFA no se arrepiente de vernos tan carentes de infraestructura vial y aeroportuaria), sino porque ésta es la Puerta de Entrada al país, la “cara” con la que México que da a los viajeros una primera impresión, que a veces puede ser verdaderamente penosa.

En el proyecto de Presupuesto de Egresos hay un incremento considerado para el AICM, pero ni de lejos es lo que requiere este aeropuerto. Sabemos que está sobreendeudado por la colocación de bonos para construir Texcoco y que deberá pagarse con las TUA’s del propio AICM, pero con un poquito de pericia se podría renegociar esa deuda para sufragar los gastos de la modernización. Ojalá que lo hagan porque urge tener un aeropuerto decente.