4 de octubre de 2025

Por Salvador Muñoz / Los Políticos

De norte a sur, el nombre de Montserrat Ortega Ruiz resuena como alarma sísmica que nadie quiere escuchar en el PAN, porque a más de uno aPANica. La diputada se perfila como esa opción que podría darle un golpe de timón al partido… claro, si es que antes no lo terminan de hundir Enrique Cambranis y Federico Salomón, que más que capitanes parecen DJs en la fiesta del TiPANic: felices tocando mientras el barco se va a pique.

Lo paradójico –y descarado– es la necedad con la que conducen al blanquiazul hacia el desastre, como si estuvieran cobrando un bono por llevarlo directo a la deriva. Chalecos y botes salvavidas, por supuesto, ya apartados… para la nómina, no para la militancia.

Quizás es que tanto Cambranis como Salomón ya entendieron al PAN no como partido político, sino como cajero automático de nómina recurrente… un Modus Vivendi disfrazado de militancia. Al final, la tesis de muchos se cumple: sólo del PAN vive Cambranis… y Salomón, de la simulación.

Por eso, sólo por eso, la figura de Montserrat incomoda. En el edificio de Zaragoza tiemblan, y en la bancada panista más de uno se persigna antes de oír su nombre. Ella representa lo que estos señores dejaron de ser: panista de convicción.

Y claro, la grilla no se hace esperar. La primera contra Montse: inventarle que ya no es panista porque se atrevió a hacer bancada con dos priistas. La herejía, según Cambranis, como si no supiera los motivos… “panista necio que acusáis a Montse sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis”…

El día en que Montse se unió con esos diputados, dio razones claras: violencia política por parte de su dirigente. Y vaya que la historia la respalda… ahí está Federico Salomón, cómodamente instalado en la lista negra de violentadores. ¡Medalla de oro en misoginia política, diría yo!

Para que no quede duda: la actual secretaria de Promoción Política de la Mujer en el PAN es Montserrat Ortega. Ah, y sin cobrar un peso porque renunció al sueldo al asumir como diputada. A ver si a Cambranis o a Salomón se les ocurre un gesto parecido… aunque claro, pedirle eso a quien ve al partido como nómina vitalicia sería como esperar ética en los Yunes: una fábula.

La dirigencia panista en Veracruz ha hecho de la mentira su mejor arma. Y la blanden contra quien se atrevió a exhibirlos. ¿Resultado? Una militancia cada vez más decepcionada, atrapada entre seguir a los mismos de siempre (con el mismo destino: la irrelevancia) o darle espacio a un cambio real.

Los próximos meses lo dirán: ¿seguirá el PAN en manos de Cambranis y Salomón, expertos en el naufragio político, o Montse se decidirá a participar en el cambio que necesita el partido?