27 de septiembre de 2025

Por Silvia Núñez Hernández

La Secretaría de Hacienda y Crédito Público salió con un anuncio que, lejos de ser una medida “técnica” o un simple “ajuste”, confirma lo que ya sospechábamos: este gobierno ha hecho del bolsillo ciudadano su mina de oro.

Dicen que los pequeños ahorradores con menos de 206 mil pesos estarán “exentos” del nuevo esquema, como si eso fuera un regalo. Pero la realidad es clara: a los trabajadores se les cobra dos veces el mismo dinero. Primero, el ISR sobre el sueldo bruto. Y después, si ese mismo dinero —ya castigado por Hacienda— se guarda en el banco y genera unos cuantos intereses, vuelven a meter la mano para llevarse otro bocado.

Esto no es política fiscal responsable, es rapiña institucionalizada. Es un atraco disfrazado de “ajuste” que no premia el esfuerzo ni la disciplina de ahorrar: los castiga. ¿Qué lógica hay en depredar el ingreso que ya fue gravado? Ninguna, salvo la avidez de un grupo de políticos hambriados de recursos, siempre con la cantaleta de que “el pueblo lo necesita”, cuando en realidad lo que buscan es alimentar un aparato de poder que no se sacia jamás.

Pero no se conforman con ordeñar hasta el último peso del ciudadano. Al mismo tiempo, Morena avanza en otro frente igual de grave: la destrucción de los procedimientos electorales al desmantelar el Tribunal Electoral. La receta es la misma: vaciar instituciones, manipular la ley, eliminar contrapesos. El objetivo es claro: tener elecciones hechas a la medida del poder, sin árbitro ni garantías, con resultados escritos de antemano.

Y que nadie espere que los partidos políticos hagan algo. Los tienen sometidos, pisándoles el cuello con las corrupciones que han cometido. Por eso guardan silencio, por eso permiten que estos orates —que operan como el cartel más peligroso de México— hagan del país su papel de baño.

Lo que enfrentamos no es un simple mal gobierno. Es un asalto organizado desde el poder: una estrategia sistemática para despojarnos de nuestro dinero, debilitar nuestras instituciones y reducirnos a espectadores pasivos de nuestro propio hundimiento.

La pregunta ya no es si Morena tiene límites. La pregunta es si nosotros los tenemos. ¿Cuánto más vamos a tolerar? ¿Cuánto más vamos a dejar que nos roben y nos humillen? Porque cada vez que aceptamos en silencio un impuesto abusivo, cada vez que miramos de lejos cómo destruyen al TEPJF, estamos entregando un pedazo más de nuestra libertad.

No se trata solo de dinero, ni solo de votos. Se trata de la dignidad de un país que está siendo saqueado en cámara lenta por un régimen que no conoce límites.

Es momento de abrir los ojos: Morena no busca justicia, busca control. No busca equidad, busca sumisión. Y si seguimos callados, un día despertaremos no solo pobres, sino también sin instituciones que nos defiendan.

La gran hipocresía: “No hay dinero”, pero sí espectáculo, viajes y apoyos a Cuba

Dicen que “no hay dinero para atender verdaderas necesidades”, que el presupuesto tiene que ajustarse, que debemos sacrificarnos. Pero esa mentira se desmorona cuando vemos el despliegue monumental de viajes, festivales patrióticos y giras estatales cargadas de propaganda. Resulta que sí hay recursos para escenarios, patriotismo artificial, gritos de independencia y montajes mediáticos en todo el estado, pero no para aliviar el doble cobro de impuestos que asfixia a millones de mexicanos. No hay dinero para fortalecer al Tribunal Electoral, pero sí para presumir resultados ficticios en cada plaza pública.

Claudia Sheinbaum dice que no hay recursos, pero sí los hay para viajes oficiales, para espectáculos políticos disfrazados de giras de trabajo y para publicitar logros que en la práctica no existen. Porque si de verdad se hubieran cumplido esas promesas, los hospitales no estarían saturados, la inseguridad no tendría de rodillas a tantas ciudades, los servicios públicos no estarían colapsados y la justicia no se habría convertido en un fantasma.

Y mientras tanto, se siguen destinando apoyos económicos y energéticos a Cuba bajo el disfraz de “solidaridad humanitaria”. México ha enviado crudo, diésel y asistencia técnica a la isla, recursos que implican cientos de millones de pesos que se regalan a un régimen extranjero. ¿Cómo es posible que nos obliguen a pagar impuestos dobles sobre nuestro propio dinero, mientras esos recursos se desvían hacia otro país? ¿Con qué cara nos dicen que debemos sacrificarnos, cuando los sacrificios nunca salen del gobierno sino del bolsillo ciudadano?

Aquí está la gran hipocresía: para el pueblo mexicano siempre hay recortes, siempre hay austeridad, siempre hay castigos fiscales. Para la propaganda política y los regalos internacionales siempre hay abundancia.

Basta ya

Este país no puede seguir tolerando que lo desangren de esta manera. No podemos resignarnos a que nos expriman mientras destruyen nuestras instituciones y regalan nuestros recursos al extranjero. La pregunta no es qué más va a hacer Morena, porque ya sabemos que no tienen freno. La pregunta es qué vamos a hacer nosotros.

Callar es complicidad. Tolerar es rendirse. Y México no puede, no debe, rendirse.