16 de noviembre de 2025

 

Juan Solano Landa y Esteban Ramírez Zepeta / Internet

Por Silvia Núñez Hernández

En Coacoatzintla, el calendario aún no llega al día en que Juan Solano Landa rinda protesta como presidente municipal. Y sin embargo, ya ha cometido su primera gran traición.

La noticia cayó como piedra en el estómago de quienes, con esperanza, con hartazgo o con convicción, acudieron a las urnas el 2 de junio y votaron por un hombre que se presentó como opción ciudadana, bajo las siglas del Partido Acción Nacional (PAN). No traía trayectoria política, decía. No era como los otros. Y por eso, casi el 40 por ciento del electorado lo eligió.

Mes y medio después, Juan Solano Landa entrega ese voto al partido Morena. No hubo consulta. No hubo explicación. Solo una foto: posando sonriente con Esteban Ramírez Zepeta, el operador político del oficialismo estatal. El mensaje era claro: “Ya soy de ustedes. Ya estoy del otro lado”.

Lo ilegal: no todo se resuelve con excusas políticas

Esta no es una “decisión personal” ni un mero “cambio de opinión”. Lo que hizo Solano Landa es una alteración grave al mandato democrático. Es un hecho jurídicamente cuestionable y éticamente ruin. Y aunque la legislación mexicana permite a un funcionario cambiar de militancia, hacerlo antes de asumir el cargo, burlando la voluntad popular, podría derivar en sanciones e impugnaciones electorales.
¿Qué ilegalidades están en juego?

1. Violación al principio de certeza electoral
Los ciudadanos votaron por una propuesta opositora. Cambiar de partido antes de asumir el cargo rompe la certeza en el resultado electoral, pues altera las condiciones que originaron ese resultado. Esto puede ser base para una impugnación o incluso una nulidad de elección, si se demuestra dolo o simulación.
2. Fraude político (fraude a la voluntad popular)
Aunque no esté tipificado con ese nombre en el Código Penal, lo que hizo constituye un engaño deliberado a los votantes. Prometió una cosa, usó una bandera partidista ajena, ganó con ella y después la arrojó a la basurapara beneficiar al partido en el poder. Eso es fraude político.
3. Simulación de candidatura independiente
Durante la campaña se vendió como “ciudadano sin militancia”, pero si ya tenía acuerdos previos con Morena, entonces simuló su perfil para ganar votos, lo cual es una forma de coalición encubierta prohibida por las leyes electorales.
4. Usurpación de representación política
Al ganar con una sigla que ya no representa, Juan Solano está usurpando una representación que no le corresponde. Porque el cargo lo obtuvo por el PAN, no por Morena. No es un representante del pueblo en abstracto: lo es en función de la plataforma política que los ciudadanos eligieron.

¿Qué puede hacer la ciudadanía?

Los ciudadanos no están atados de manos. La traición puede tener consecuencias, si la sociedad actúa:

🔹 Promover un Juicio para la Protección de los Derechos Político-Electorales (JDC)
Cualquier ciudadano puede acudir al Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación (TEPJF) para impugnar la violación a su derecho a votar en condiciones auténticas. Esto se hace a través de un juicio ciudadano, donde se alega la alteración de la voluntad democrática.

🔹 Impulsar una nulidad de elección por pérdida de certeza
Si se demuestra que Juan Solano ocultó su intención de cambiar de partido, se puede solicitar la nulidad del proceso. No basta con decir que fue «una decisión reciente»: hay que demostrar que el cambio fue premeditado o inducido por intereses externos.

🔹 Organizar acciones colectivas de protesta social y cívica
Marchas, foros ciudadanos, ruedas de prensa y pronunciamientos públicos de repudio fortalecen el tejido democrático y deslegitiman moralmente su mandato. Un funcionario sin respaldo popular pierde fuerza política y enfrenta presión constante.
🔹 Impulsar una revocación de mandato local (cuando legalmente proceda)
Aunque la ley estatal aún limita este mecanismo, la presión organizada puede empujar a que el Congreso o las autoridades electorales promuevan la figura de revocación en casos de evidente traición electoral.

Ya basta de saqueos con sonrisa

Lo ocurrido en Coacoatzintla no es un hecho aislado. Es parte de una estrategia nacional de cooptación de alcaldes electos para aumentar el control territorial de Morena. Es el saqueo de la voluntad popular a través de la traición política más burda.

En tiempos de recesión económica —provocada por la ineptitud de Morena a nivel nacional y estatal— resulta doblemente ofensivo que los gobiernos y sus operadores busquen no solo el dinero del pueblo, sino también el control total de su representación democrática.

Quieren nuestros impuestos, nuestras placas, nuestras contribuciones… y ahora también nuestros votos robados.

Los ciudadanos de Coacoatzintla no votaron por un alcalde morenista. Votaron por un proyecto alterno. Lo mínimo que merecen es respeto a ese mandato. Y si Juan Solano Landa no puede sostener la responsabilidad moral que implica ese cargo, entonces debe renunciar, o será la historia la que lo nombre como lo que es: un traidor.