
Por Mussio Cárdenas Arellano
Nadie tan feliz como Eric Cisneros, Adán Augusto y los capos de los cárteles, enfilando a Lisbeth Aurelia Jiménez Aguirre a la Fiscalía de Veracruz. Con semejante bulto, la impunidad de los tránsfugas de la ley no corre peligro.
Traficante de sentencias, azote de jueces, la magistrada Aurelia es el anillo al dedo del terrible Bola 8, un abusivo malviviente que más tardó en poner un pie en la Secretaría de Gobierno de Veracruz que en sentarse a hablar con los jefes de plaza y algunos mandos mayores en el área criminal.
Hay, pues, algarabía en el lado oscuro, sabiendo que Rocío Nahle, por omisión o por comisión, porque ya también se embarró o porque no tiene poder real, ha dejado correr a la susodicha Aurelia Jiménez, magistrada de negrísimo historial, autopromoverse como la inminente encargada de la Fiscalía de Veracruz una vez que a Verónica Hernández Giadáns, le digan bye.
La trama la urdieron Eric Cisneros; el senador-barredora Adán Augusto López Hernández; su socio Sergio Gutiérrez Luna, diputado y esposo de la represora de la libertad de expresión, Diana Karina Barreras Samaniego, alias “Dato Protegido”, y el clan de los Yunes ex azules, la última bala con que Morena mató al Poder Judicial.
Por sí sola, Lisbeth Aurelia Jiménez Aguirre es inservible. Le faltan caballos de fuerza para llegar a la Fiscalía, disminuida por su deplorable presidencia en el Poder Judicial de Veracruz, donde tejió una historia de atropellos a la ley, fabricación de culpables, persecución a miles de inocentes y hasta le dio manos libres a su secretario y confidente, David Cardeña Ortega, lo mismo para dictar línea a jueces o apretarlos si se resistían que para traficar financieramente con las citas y audiencias solicitadas por abogados y hasta juristas que pretendían exponer sus casos –y consabidos abusos– a la máxima autoridad en materia de justicia.
Tan echada pa´delante que es Rocío Nahle y sus peores enemigos la tienen, literalmente, a sus pies.
Bastó que la mayoría morenista en el Congreso, el martes 25, hiciera efectiva la modificación constitucional para acortar el periodo de quien ocupe la Fiscalía estatal y que su designación y remoción recayera en la gobernadora, para que el júbilo por la pulverización de la de por sí cuestionada autonomía diera paso al tropel de una caballada que se apresta a dar un golpe letal.
Bola 8 Cisneros, que no sólo traicionó a Rocío Nahle, la desafió y hasta mueve madrizas en la prensa nacional, tiene claro que la gobernadora le va a ceder la Fiscalía de Veracruz por cuatro años más.
Impuso a Verónica Hernández Giadáns con un cuartelazo, un golpe de estado con el que echó al yunista Jorge Winckler, usando a un Congreso lacayo, y ahora se enfila a imponer a Lisbeth Aurelia Jiménez Aguirre, que es su obra, su invento, una ocurrencia demencial.
Nahle, está visto, nunca ha tenido tino para elegir a su corte. Queriendo tener príncipes contrata ratones; deseando tener princesas, recluta ratas.
Orbitan en su entorno, los peores truhanes, los mayores ambiciosos, los más serviles y descarados, con maestría en robo y doctorado en asalto a la ley.
La magistrada Aurelia lleva mención honorífica. No hubo virtud que la llevara a presidir el Poder Judicial de Veracruz sino la mano siniestra de Eric Cisneros y la complicidad del ex gobernador Cuitláhuac García al ver que su otro invento, Inés Romero Cruz, se había agotado.
Su paso por el máximo tribunal es el relato de una pesadilla: inocentes en las cárceles, justicia torcida, vinculaciones a proceso sin prueba de cargo, criminales librando la ley y una sumisión infame, indigna, aberrante, al ex secretario Cisneros Burgos, señalado en reportes del Ejército de tener vínculos con el crimen organizado.
Y a Nahle se le ocurre que pudiera ser fiscal.
Aurelia Jiménez ha sido el terror con los de afuera del Poder Judicial pero también con los de adentro. Y en todas, las manos de su secretario y confidente, David Cardeña, y del secretario de Acuerdos del Consejo de la Judicatura, Víctor Priego López.
Víctor Priego fue quien le puso el cuatro a la jueza Angélica Sánchez, citándola a una reunión para que la policía pudiera aprehenderla, inventarle cargos, torturarla, obligarla a disparar un arma para acreditar agresión a las fuerzas del orden.
Dos veces fue detenida y dos veces logró su libertad para contar que en el Poder Judicial de Veracruz reina el poder criminal.
Otro caso, el del juez Florencio Hernández Espinoza, de Coatzacoalcos, quien se negó a acatar órdenes de David Cardeña para realizar la vinculación a proceso del hoy alcalde electo de Las Choapas, el emecista Jesús Uribe Velásquez, incitándolo a violentar el criterio del juzgador.
Negarse a ser juez de consigna le valió su libertad. A Florencio Hernández le inventaron faltas administrativas, lo citaron a Xalapa, a la sede del Poder Judicial, le tendieron un cuatro al que se prestó una abogada, lo aprehendieron con un despliegue como si se tratara del líder Cártel de Jalisco o El Mencho o Los Chapitos, y lo refundieron en la cárcel para luego de confinarlo en una prisión en Tapachula, Chiapas.
En el proceso, personal del juzgado de control fue premiado por atestiguar contra el juez Florencio Hernández. A uno lo hicieron juez y pretendió mantenerse en el cargo en la elección fraudulenta del 1 de junio pero fracasó. Los acusadores, que no han podido probar la imputación, son familiares de la alcaldesa electa de Xalapa, Daniela Griego, ligada al grupo de “Los sociólogos” del senador Manuel Huerta, enemigo político de Rocío Nahle.
El lodo brota y circunda a la magistrada Aurelia Jiménez. Su principal brazo ejecutor es David Cardeña, cuyo sueño es ser fiscal bis de Veracruz, un sátrapa sobre el que pesan cuatro denuncias penales y vienen más.
Rocío Nahle, que presume ser una lumbrera política, es ignorante de todo.
Así cobijó a la magistrada Aurelia, la pieza de Eric Cisneros, hoy aliado del senador Adán Augusto López Hernández, enemigo de Nahle.
Le dio alas a la magistrada Aurelia para continuar siendo presidenta del Poder Judicial de Veracruz, aún con la sombra de Eric Cisneros, para beneplácito de Sergio Gutiérrez Luna, vicepresidente de la Cámara de Diputados, otro enemigo de Rocío Nahle.
Proyecta a la magistrada Aurelia Jiménez, hoy punta de lanza del clan Cisneros-Adán-Gutiérrez Luna-Miguel Ángel Yunes, los mayores enemigos de Nahle.
Y los cárteles, que se hablan de tú con Bola 8, aplauden desde sus trincheras, en las casas de seguridad, en los penales donde dirigen la extorsión, en las calles donde cercenan cuerpos y dejan mensajes.
Nadie tan feliz como Bola 8, Adán Augusto y los capos, enfilando a Aurelia Jiménez a la Fiscalía de Veracruz.
Con semejante bulto, la impunidad de los tránsfugas de la ley va a seguir.
METADATO
Al primer norte, la obra magna de Amado Cruz se fue al caño. Prende y apaga el alumbrado público en la tercera calle de Lerdo, donde se hallan las Casas Pemex, frente a la heróica escuela Artículo 123. Prenden y apagan las luminarias justo la noche del viernes 28.
Horas antes, en el galerón llamado Nautalia, rindió su cuarto y último informe el alcalde de Coatzacoalcos, Amado Cruz Malpica, un recuento de obras menores, nada relevante, obras entregadas a destiempo con mala calidad, incumpliendo con los términos de los contratos, ya sea la rehabilitación del Gimnasio de la Avenida Uno o las mismas Casas Pemex por las que se pagaron 60 millones de pesos y aún sigue en construcción. Si tan sólo a esas luminarias le hubieran colocado focos de colores, Amado ya tendría la serie navideña…
Sergio Gil no quita el dedo del renglón: Nahle se robó Poza Rica y Papantla. Desde la tribuna más alta del país, fustiga el diputado de Movimiento Ciudadano el atropello de la gobernadora a la democracia, el uso de los recursos de la Secretaría del Bienestar, la operación sucia del delegado de Bienestar en Veracruz, Juan Javier Gómez Cazarín, la complicidad de los tribunales para violentar la voluntad ciudadana. “Se robaron Poza Rica y Papantla, su primer fraude electoral, y no nos vamos a cansar de señalarlo”, le espetó a la secretaria de Bienestar, Ariadna Montiel. “Y fue el delegado de Bienestar (Gómez Cazarín) quien lo orquestó.
Queremos que paguen”. Y cuestionó: “¿Cuándo publicarán, con base en el artículo 6o. constitucional, la información del padrón georeferenciado de beneficiarios afectados de Poza Rica, Álamo, Tuxpan, de la Huasteca Veracruzana, el monto, dictamen del daño, proveedores de enseres por el cual se están dando dichos programas?”. Sergio Gil no paró: “¿Por qué mantienen en el cargo a su delegado de Bienestar en el estado cuando está denunciado penal y electoralmente por los ciudadanos de Poza Rica y Papantla? Para poder transitar en esto tiene que haber transparencia y rendición de cuentas”(…) ¿Qué van a hacer para atender las denuncias de los damnificados que reportan no haber recibido el monto completo o haber sufrido condicionamiento con el cual se da el mecanismo de reposición integral con verificación con folio de los plazos máximos para pagar las diferencias? ¿Y cuáles serán las sanciones a los servidores públicos y contratistas que ya incurrieron en dichas responsabilidades y desvío de recursos públicos”. Y tiene más sobre el malandro de Gómez Cazarín…
Un tal Raciel en busca de la factura perdida. Cuentan los insiders que el tal Raciel –homónimo del hijo de Amado, sólo homónimo– requiere una factura de 6 millones de pesos para tapar un boquete financiero, dineros públicos, dineros que permitan cuadrar la contabilidad. El boquete está registrado, documentado y remitido a instancias de fiscalización. Así una mano generosa le expida la factura o las facturas, la transa no se puede ocultar…
