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Al conserje sólo le faltaba acuerpar a una alcaldesa enredada con el narco, y lo hizo. Ahued escuchó la coartada, validó que no estuvo detenida por el Ejército sino ausente, aquejada por una enfermedad imaginaria, una mentira procaz.
Pillada in flagranti – o infraganti–, Diana Gabriela Ortega Molina se hallaba en el rancho de José Gil Quintero, alias pelo Chino o Jogil, un malandro de estirpe narca, sobrino de Rafael Caro Quintero, el viernes 19, justo cuando se ejecutó el cateo que prendió las alarmas en palacio de gobierno y crispó los nervios de la de por sí nerviosa e irritable Rocío Nahle García, alias la gobernadora de Veracruz.
Gil Quintero y su banda se pelaron. A quien el Ejército retuvo por ocho horas fue a la alcaldesa de Colipa, Gabriela Ortega, sin fincarle cargos, sin consignarla a un juez, sin saber si realizaba alguna diligencia propia de su encargo en el rancho o si era visita social o romántica.
Al día siguiente, Ahued confirmó el operativo. Confirmó que la alcaldesa de hallaba bien y no dio detalles.
“Hay carpetas, hay investigaciones. Se dará un reporte después del lunes (22) para ver cómo van las indagatorias del operativo que se hizo ahí y en otras partes”, dijo el secretario de Gobierno, alias el conserje de Nahle.
En dos días no se aclaró qué hacía la alcaldesa del municipio de Colipa en el rancho Los Quintero, en el municipio de Vega de Alatorre. Obvio, no era un tema inherente a su cargo público.
Trascendió que el cateo obedecía a la búsqueda del empresario maderero, Neptalí González, a quien se le relaciona sentimentalmente con la alcaldesa Gabriela Ortega, desaparecido desde el 18 de julio pasado.
No hallaron ni a Neptalí ni a José Gil Quintero pero sí a la presidenta municipal de Colipa. Y el escándalo estalló. Gabriela Ortega fue perredista pero mutó a Morena. Y ahí Nahle sintió la estocada.
Dos días después, el lunes 22, Ricardo Ahued cambió el guión. De la retención de la alcaldesa por parte de las fuerzas armadas pasó a la versión de que estuvo enferma.
Nahle conducía su conferencia de prensa. Abordó el tema, si acaso medio minuto. Luego le puso la bomba de tiempo en las manos a Ahued.
Y Ahued amortizó la caída. O eso intentó. O multiplicó la hipótesis narcomorena. Y peor si aparece el apellido Caro Quintero.
Lo que dijo Ricardo Ahued es categórico:
“Alrededor de las 8, 8:30 de la mañana recibí a la Alcaldesa para explicar que había sido un operativo federal. Ella estaba al tanto de cualquier circunstancia y aseguró que no tenía ningún problema. Inclusive trajo comprobantes médicos porque estuvo enferma el fin de semana. Ella no estuvo detenida en ningún momento”.
Ojo: “Ella no estuvo detenida en ningún momento”.
Salvando al soldado Ryan.
Salvo Nahle y Ahued, nadie le cree a la alcaldesa de Colipa. Desde el 15 de septiembre hasta el viernes 19, las redes sociales de Gabriela Ortega están atestadas de imágenes en eventos públicos, la ceremonia del Grito, el desfile de Independencia, supervisión de obras.
Y el fin de semana se olvidó de postear que se hallaba delicada de salud.
Ahued sostiene que le mostró recetas médicas. La vox populi sostiene que cualquiera las consigue con un médico amigo.
Luego de la conferencia de prensa, el líder estatal de Morena, Esteban Ramírez Zepeta, habló por primera vez. Dijo que la alcaldesa no era militante del partido guinda, que llegó a la alcaldía por una fuerza de izquierda y luego se adhirió.
Así es. Diana Gabriela Ortega Molina alcanzó la presidencia municipal de Colipa bajo la bandera del Partido de la Revolución Democrática, en 2021. Pero en 2024 dio el chaquetazo, se sumó a la campaña de la morenista Rocío Nahle por la gubernatura de Veracruz.
Si no es morenista, ¿por qué el afán de Nahle y Ahued por deslindarla del cateo del Ejército y negar que estuvo retenida?
Gabriela Ortega no es un flan. Sus gobernados la acusaron de delitos electorales en mayo pasado. Exhibieron videos en los que coaccionaba a los votantes potenciales con que perderían los programas sociales si no apoyaban al candidato de Morena a la alcaldía, Jacobo Masegosa.
Otro día hizo un escándalo por supuestas amenazas de un grupo delincuencial. Y posteó en sus redes:
“Nunca me he metido con nadie, hoy sin fundamento me persiguieron, me acorralaron, me cerraron el paso y me amenazaron solo para armar un teatro absurdo por política.
Entiendan que somos un país libre, tengo el derecho como ciudadana de salir a donde yo quiera; como hoy, que acudí a una comunidad por invitación de una familia a una comida”.
El punto crucial para Nahle y Ahued es el apellido Quintero. El tío, Rafael Caro Quintero, extraditado a Estados Unidos, es un objetivo especial de la DEA, el FBI, la CIA y hasta el Departamento del Tesoro.
José Gil Quintero es el operador del Cártel de Caborca y fue protegido, encubierto, solapado y hasta cuidado por el ex secretario de Gobierno de Veracruz, Eric Patrocinio Cisneros Burgos, con la venia del ex gobernador Cuitláhuac García Jiménez. Es un caso de narcopolítica. Es narcomorena.
El corredor de Vega de Alatorre, Nautla, San Rafael, Martínez de la Torre es codiciado por los cárteles. Conecta la franja central de Veracruz con la costa.
Todos en Morena sabían de la protección al narco. Lo indicaban los reportes del Ejército. Además, fue público. Ni Andrés Manuel López Obrador ni Rocío Nahle desconocían en un estado que el narco tuvo manos libres y se ligó al poder político.
Y Ahued le toca validar que la alcaldesa de Colipa no fue retenida por el Ejército en el rancho del sobrino de Caro Quintero, así antes haya afirmado que estuvo ahí.
Alguien tenía que meter las manos al fuego… y fue Ahued.
METADATO
Ya nos salió profeta Pedro Miguel Rosaldo. Y matraquero de la Comisión Federal de Electricidad. Preconiza que la CFE aplica mantenimiento y que en 2026 habrá menos apagones en Coatzacoalcos. Ya ve el futuro el profeta Pedro Miguel. Y Sabrá quien lo empina así. En política –bueno, Rosaldo no es político sino burócrata– lo peor es prometer lo que no está en sus manos hacer, o fijar plazos fatales que a menudo son rebasados.
Tráiganse a la memoria los cuentos de Andrés Manuel López Obrador, que dijo que reduciría el índice de homicidios dolosos a la mitad y resultó el sexenio más sangriento, o los seis meses en que acabaría con la violencia. Por hablador, se ahorcó. Su remedo en Coatzacoalcos, el profeta Pedro Miguel, es osado e iluso.
Anda viendo a Coatzacoalcos pletórico de luz, en tiempos en que los apagones son el distintivo de la CFE… Con la venia de la comadre-gobernadora, los Quintanilla perpetran un despojo más a Coatzacoalcos. Se agandallan el estadio Hernández Ochoa para hacerlo nido de los Delfines, el equipo de futbol que vive, muere y revive al influjo, siempre, de los políticos de ocasión.
Arturo Quintanilla Chavira, director general de Operadora Deportiva del Golfo, ya tiene juguete nuevo. Y si le faltaba un estadio, el Hernández Ochoa está a la disposición, le guste o no. Arturín avasalla a las ligas de futbol, los deja sin campos, usurpa un inmueble municipal, todo para un negocio particular. Y los equipos de futbol se irritan con sobrada razón.
Si el hijo de Arturo Quintanilla Hayek se mete al deporte de las patadas, y si le sobra dinero, pues que construya su propio estadio. Que no despoje, que atropelle. Ahí tiene, por ejemplo, el campo de la colonia Petrolera, un área verde en total abandono. Rocío Nahle, la comadre-gobernadora del papá, es la nueva Javier Duarte. El gordobés puso en manos de su concuño, Armando Rodríguez Ayache, esposo de Mónica Macías Tubilla, la conducción de los Tiburones Rojos de Veracruz.
El equipo ni fú ni fa, pero al concuño le sirvió de sustento económico. Arturito Quintanilla Chavira anda en las mismas con la agravante que aquí está despojando de un estadio municipal a las ligas de futbol. ¿Quién lo permite? El alcalde Amado Cruz Malpica. ¿Quién lo va a permitir a partir de enero de 2026? Pedro Miguel Rosaldo García. Ahí verán los futbolistas de Coatzacoalcos que eso del apoyo al deporte es rollo y cuento. Los sátrapas van a proteger los intereses de los sátrapas. Para eso lo puso Rocío Nahle, la comadre-gobernadora… Las joyitas de Maggy Santopietro tienen que ver hasta con el huachicol.
Hace 25 años, quizá más, Miguel Ángel Riveroll apareció en una nutrida investigación del gobierno federal. Al cuñado de la hoy secretaria de Desarrollo Social del gobierno de Veracruz se le vinculó con el tráfico de combustible ilegal. En ella figuraba un primo que militaba en la entonces Policía Federal de Caminos, en los tiempos de Hugo Ducoing, ex delegado del Transporte Federal. Del transporte se encargaba un conocido empresario cuya firma de grúas creció, creció y no dejó de crecer. Las cosas que guarda en el closet Maggy Santopietro. ¿Cuántas otras le ha ocultado a la gobernadora Rocío Nahle?…
Novatada a la Guardia Nacional. Literalmente en sus narices, el grafitero pintarrajea un mural urbano realizado por el Colectivo Coatzacoalcos, sobre el malecón costero y las redes sociales, que poco quieren, crujen. Se alteran unos, amenazan con denunciar otros, exageran muchos más.
Y la Guardia Nacional en Babilonia. Mucha palabrería, festinando que otros 100 elementos se unen al operativo contra la extorsión, el secuestro, el crimen, pero en pleno malecón, un tipo pintarrajea un mural que vino a cambiar el rostro de una construcción abandonada y a punto de caer, y la mentada Guardia Nacional ni se entera…