Vicente Aguilar, Alberto Anaya, Edgar Herrera Lendechy, Javier Herrera Borunda y Manuel Velasco Coello / Internet
Por Silvia Núñez Hernández
Lo que viene no es un reacomodo político, es una guerra entre cuates que se odian en silencio. Lo que pinta en el pizarrón de la 4T veracruzana no es una estrategia electoral, es una coreografía de codazos, zancadillas y jaloneos por el poder rumbo a 2027 y 2030. Información tomada de la columna “Figuras y Figurones”.
En el PT, Vicente Aguilar ya huele a caducado. El líder nacional Alberto Anaya no solo le retiró la confianza, sino que mandó a su ejército de confianza a tomar posiciones en Veracruz: diputados federales, comisionados y operadores que, dicho sea con ironía, sí trabajan. Van a quedarse hasta el próximo Congreso Estatal, donde le van a hacer la cirugía completa al partido en Veracruz: nuevo dirigente estatal y nueva estructura, encabezada nada menos que por los alcaldes ganadores de las municipales pasadas. Traducido: se acabó el cacicazgo, Vicente.
Mientras tanto, en el Verde Ecologista, Edgar Herrera Lendechy, Javier Herrera Borunda y el siempre simpático Manuel Velasco Coello ya se plantaron con la frente en alto y la espalda recta. Su mantra es claro:
“Ni un paso atrás que los haga perder lo ganado en las urnas”. Y vaya que se lo toman en serio. Se aferran a sus 25 municipios ganados en solitario y también a los que se llevaron en alianza con MORENA. No hay margen para la transa: si no les respetan lo suyo, se van solos en 2027. Así de claro.
El PT tampoco se deja. Dice que si bien cede uno o dos municipios, de ahí no pasa. Y esto ya se dijo en voz alta en las mesas de negociación: no quieren ser el plato de segunda mesa de nadie. Más aún, ya avisaron que no tolerarán ni imposiciones ni burlas, porque eso fue lo que les costó quedar fuera en la elección municipal pasada. La 4T los ninguneó… y así les fue.
En el rincón de MORENA, Esteban Ramírez Zepeta sigue firme, aunque cada vez más solo. El plan es juntar los municipios necesarios para apoyar las reformas constitucionales que impulsará la zacatecana Rocío Nahle, pero lo que no dicen es que los aliados están más resbalosos que pez en balde. Para mantener la farsa de unidad, se prepara una mesa de alto nivel para negociar con el Verde y el PT. Spoiler: el Verde ya puso condiciones, y el PT no se anda por las ramas.
La que sí se anda quebrando la cabeza es Nahle, porque si no pone orden y se pone en modo política —y no en modo imposición—, el 2030 puede ser su Waterloo. Los viejos pleitos, los egos inflados y las traiciones disfrazadas de “estrategia” ya se cobraron una factura en 2024, y si sigue la canibalización interna, el riesgo de perder Veracruz es altísimo.
¿Y si el PAN se junta con Movimiento Ciudadano, y el Verde y el PT se hartan de los desprecios de Morena y se suman? ¿Y si el PRI se arrima al calorcito opositor como acostumbra? Lo que viene podría no ser solo un frente opositor, sino una masacre electoral contra la 4T.
Y no es exageración. Si alguien piensa que la gubernatura está amarrada para el 2030, que se baje del ladrillo. Porque aunque la caballada de Nahle no está flaca, sí se anda comiendo entre sí. Hay más golpes bajos que acuerdos, más ambición que estrategia, y más soberbia que oficio.
¿La 4T en Veracruz? Hoy parece una casa en llamas donde cada quien salva lo suyo y que se joda el resto. Pero eso sí, todos sonríen en las fotos.