16 de noviembre de 2025

Gobernadora Rocío Nahle García  / Redes Sociales

Por Cuarto Piso de Palacio

A ti, Rocío Nahle García, te hablo.

A Irma Hernández Cruz no la mató un infarto, como a ti y a los tuyos les gustaría hacer creer para lavarse las manos. No murió por causas naturales. No murió por “la inseguridad” como si esta fuera un fenómeno atmosférico. Murió porque tú, como supuesta gobernadora de Veracruz, la dejaste sola. La abandonaste. La condenaste.

Irma fue maestra jubilada, taxista, mujer trabajadora. Una mujer honesta que se negó a seguir siendo extorsionada. Una veracruzana con el valor de enfrentar lo que el Estado no ha querido enfrentar: el crimen organizado que gobierna en tu lugar.

Tú dijiste que ibas a “poner de moda a Veracruz”, como si se tratara de una boutique, como si hubieras descubierto este estado, como si no supieras que aquí nació el primer municipio de América.

Y lo lograste, señora: pusiste de moda a Veracruz… pero como tierra de muerte, de impunidad y de simulación.

Hoy Veracruz es nota nacional e internacional porque a una mujer valiente la secuestraron, la humillaron, la arrodillaron, la exhibieron como trofeo, y luego la ejecutaron. Todo a plena luz del día. Todo con absoluta impunidad. Todo mientras tú despachas en el lujo del Palacio de Hierro o en la mansión de Casa Veracruz que estás remodelando con dinero público. Mientras tú vives entre mármol, nosotras vivimos con miedo.

¿Dónde estuvo tu indignación? ¿Dónde estuvo tu presencia en Álamo? ¿Dónde tu condena firme, tu exigencia, tu defensa de la víctima? Tú no nombraste a Irma. No la abrazaste. No la honraste. No la lloraste. Tú la enterraste con tu silencio, con tu frivolidad, con tu costumbre de simular.

¿Sabes qué duele más que verla arrodillada en ese video? Ver que ni siquiera tú fuiste capaz de decir su nombre.

Calló el magisterio. Callaron los sindicatos. Callaron los taxistas. Callaron los partidos. Callaron los colectivos. Callaron los diputados. Y tú callaste primero.

Porque Irma no fue funcional para ninguna narrativa. No era feminista de café. No era activista de pantalla. Era una mujer real, pobre, trabajadora. Era del pueblo. Y al pueblo lo desechas.

Irma no murió. Fue ejecutada. Y el crimen la mató con tu permiso. Con tu omisión. Con tu desinterés. Con tu complicidad.

A ti, Rocío Nahle García, te digo: no fue un infarto. Fue tu política fallida. Fue tu promesa hueca. Fue tu entrega al crimen. Fue tu maldita indiferencia.

Y mientras tú te cubres de mármol, nosotras seguimos contando cadáveres.