17 de noviembre de 2025

Claudia Sheinbaum  / Internet

Por Rebeca Solano

Pese a las promesas de prohibición hechas por Andrés Manuel López Obrador, el gobierno de Claudia Sheinbaum ejecutará el programa de fracking más ambicioso de Petróleos Mexicanos (Pemex) en su historia reciente, como parte del Plan Estratégico 2025-2035 para incrementar la producción de gas natural.

El documento, presentado el 5 de agosto, traza una ruta para sanear las finanzas de la petrolera estatal, reducir su deuda en 25% y reactivar su capacidad extractiva con énfasis en el gas y el crudo. La estrategia contempla una mayor explotación de yacimientos no convencionales, localizados principalmente en las cuencas de Tampico-Misantla, Sabinas-Burro Picachos, Burgos y Veracruz, donde se requiere el uso intensivo de fractura hidráulica (fracking) para extraer hidrocarburos atrapados en formaciones de baja permeabilidad.

“México es un país petrolero, pero tiene un gran potencial en gas natural. ¿Por qué no explotarlo todo?”, dijo Víctor Rodríguez Padilla, director de Pemex, al presentar el plan.

El objetivo es alcanzar una producción de hasta 5 mil millones de pies cúbicos diarios de gas natural en 2028, mediante la perforación de nuevos pozos, contratos mixtos con privados y tecnología sísmica de última generación para localizar estructuras profundas de hasta ocho mil metros.

Choque con el legado de AMLO

La estrategia de Pemex representa un giro radical frente al discurso ambientalista del expresidente López Obrador, quien en 2024 propuso una reforma constitucional para prohibir el fracking con agua como fluido base, argumentando sus efectos sobre la salud y el medio ambiente.

Durante su gobierno, AMLO reiteró su rechazo a esta técnica, ampliamente criticada por organizaciones ambientales nacionales e internacionales. Sin embargo, su sucesora ha optado por priorizar la autosuficiencia energética, lo que ha abierto la puerta a proyectos que requerirán fractura hidráulica para reactivar la producción de gas seco, húmedo y condensado.

¿Qué es el fracking y por qué preocupa?

El fracking consiste en inyectar a alta presión una mezcla de agua, arena y químicos tóxicos en formaciones rocosas profundas para liberar gas y petróleo. Esta técnica, además de ser intensiva en el uso de agua —entre 9 y 29 millones de litros por pozo—, ha sido vinculada con la contaminación de mantos acuíferos, sismos inducidos y emisiones masivas de metano, un gas de efecto invernadero 80 veces más potente que el CO₂.

Según la Alianza Mexicana contra el Fracking, en Estados Unidos se han documentado más de mil casos de afectación a fuentes de agua vinculadas a esta técnica. Además, se han identificado al menos 750 sustancias químicas en los fluidos de fractura, muchas de ellas con efectos cancerígenos, mutagénicos o neurotóxicos.

El regreso de los contratos con privados

El plan de Pemex también contempla retomar contratos mixtos para compartir riesgos técnicos y financieros en la exploración y producción, especialmente en zonas de frontera geológica y cuencas de difícil acceso. Esto implica una apertura parcial a la inversión privada, similar a la que López Obrador combatió durante su mandato.

Así, mientras Sheinbaum mantiene una narrativa de continuidad con el lopezobradorismo, su administración impulsa un modelo energético más pragmático y extractivista, que podría poner en entredicho los compromisos ambientales de México y abrir un nuevo frente de conflicto con comunidades y organizaciones defensoras del agua y el territorio.

El fracking, prohibido o limitado en más de 30 países, vuelve al centro de la política energética nacional, ahora como salvavidas de Pemex en su intento por evitar la quiebra.