27 de septiembre de 2025

Senador republicano Marco Rubio / Internet

Por Rebeca Solano

Lo que debía ser una reunión protocolaria entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el senador republicano Marco Rubio terminó en un encuentro áspero, sin acuerdos firmados y con la presión de Washington marcada en cada minuto de la conversación.

De acuerdo con versiones filtradas, el encuentro –al que también asistió el embajador Ken Salazar y el representante de México ante la ONU, Juan Ramón de la Fuente– estuvo dominado por los señalamientos de Rubio sobre el combate a los cárteles, el sistema de justicia y la corrupción en las aduanas mexicanas.

Rubio habría sido directo e incluso intransigente: dejó claro que para Estados Unidos el objetivo central es el combate al crimen organizado y sus redes de negocio, sin espacio para negociar. Al abordar la reciente elección judicial, el senador cuestionó la legitimidad del proceso y la presencia de perfiles ligados al narcotráfico en el Poder Judicial. “No se puede confiar en un PJ relacionado con el narco y producto de una elección inventada donde no fue ni el 10% a votar”, lanzó, según las fuentes.

Sheinbaum, nerviosa y parca en sus intervenciones, intentó justificar el proceso, pero fue interrumpida por Rubio, quien presentó expedientes con información sobre nexos criminales y casos de huachicol fiscal. La mandataria terminó comprometiéndose a dar una respuesta en 45 días tras revisar los datos entregados por Washington.

Uno de los puntos más duros fue el de las aduanas. Rubio exigió la creación de aduanas mixtas al estilo de Canadá, con supervisión conjunta, y planteó una fecha límite para que México presente la iniciativa. Además, dejó en claro que el llamado Proyecto Portero, con sus cuatro ejes de control fronterizo y renovación total de mandos aduaneros, “va sí o sí”.

La tensión se acentuó cuando el republicano advirtió que el futuro del T-MEC, los aranceles y posibles sanciones dependerán de la cooperación mexicana. También reiteró la oferta de asistencia tecnológica militar contra los cárteles, aunque Sheinbaum insistió en que una intervención directa es inaceptable.

Al final, no se firmó ningún acuerdo sustancial, solo un breve tratado fronterizo de cinco puntos para la prensa. Rubio rechazó participar en cenas con gobernadores, empresarios o miembros del gabinete, dejando claro que su visita tenía un solo propósito: fijar objetivos y tiempos para la cooperación en seguridad.

El encuentro duró alrededor de hora y media y, según quienes estuvieron presentes, el ambiente fue tenso y sin concesiones. Washington dejó marcado el terreno; la presidenta mexicana salió con poco margen de maniobra.