17 de noviembre de 2025

Saturación en hospital / Internet

Por Rebeca Solano

  •  «Gratuidad sin presupuesto»

Desde una banqueta, entre el caos y la incertidumbre, Librada Flores, de 52 años, lleva cuatro días esperando noticias de su esposo, internado en el área de urgencias del Hospital General de México «Dr. Eduardo Liceaga». Aunque su caso no es una excepción, ilustra con crudeza la crisis que atraviesa uno de los hospitales más importantes del país: no hay camas, no hay insumos, no hay personal, pero sí hay miles de pacientes que no tienen otro lugar a dónde ir.

Su esposo, Raúl Morales, de 57 años, es diabético y sufre complicaciones pulmonares severas. Debía ser internado, pero simplemente no hay espacio. Después de días de súplica y llanto, un médico conmovido accedió a atenderlo en su silla de ruedas, en plena sala de urgencias, donde permanece desde entonces con un tanque de oxígeno. Librada, además de pagar los medicamentos que el hospital no provee, ahora debe traerle desayuno, comida y cena porque en urgencias no se proporciona alimentación.

“Hospital gratuito”, pero sin recursos

En teoría, el hospital —al igual que todo el sistema de salud público— es gratuito desde mayo de 2024, cuando el entonces presidente Andrés Manuel López Obrador anunció el fin de las cuotas de recuperación en los hospitales públicos: “La salud no es un privilegio, es un derecho del pueblo”, dijo.

Pero la gratuidad vino sin respaldo presupuestal. Lejos de aumentar el presupuesto para compensar los ingresos perdidos por las cuotas, el gobierno federal recortó el presupuesto del hospital: en 2024 recibió 5,241 millones de pesos; en 2025, bajo el gobierno de Claudia Sheinbaum, bajó a 4,791 millones, es decir, 449 millones de pesos menos.

El resultado es un hospital rebasado y al borde del colapso. Con mil 192 camas instaladas, de las cuales 808 son para hospitalización, la infraestructura no basta: se requieren médicos, enfermeras, medicamentos, insumos básicos y mantenimiento, todo lo que hoy escasea.

La realidad tras el discurso

El personal médico y de enfermería trabaja jornadas extenuantes, de hasta 10 días sin descanso. Las áreas de urgencias, quirófanos y pisos de internamiento funcionan con equipamiento limitado y sin materiales esenciales. Según documentación obtenida por Animal Político, en enero de 2025 se solicitaron 600 pares de guantes, 3 mil gasas, medicamentos, tubos, jeringas, antisépticos y catéteres. Nada fue entregado.

“¡Gasas y guantes! Es lo más básico entre lo básico. Jamás habían faltado cosas así”, denuncia un trabajador, bajo condición de anonimato.

Los médicos, imposibilitados para recetar insumos externos —pues los pacientes creen que deben recibir todo gratis— han sido amenazados con sanciones si piden que compren por fuera, aunque no tengan con qué atender a los enfermos.

Un hospital que se cae a pedazos

A la crisis humana se suma el deterioro físico. La torre nueva del hospital ya presenta grietas por los sismos y falta de mantenimiento. Baños inservibles, plafones colapsados, pisos levantados, pasillos sin luz, elevadores sin funcionar, y una farmacia que registra faltantes diarios.

En los edificios antiguos, la situación es aún peor. Ratas en dormitorios, olores pestilentes por la falta de drenaje, sin fumigación ni artículos de limpieza. En la sala de urgencias, pacientes lloran del dolor en sillas, mientras el personal intenta hacer milagros sin descanso.

La manta de la verdad

El Sindicato Nacional de Trabajadores de la Secretaría de Salud (SNTSA) colocó una manta a la entrada del hospital:

“La capacidad de atención está totalmente rebasada. Falta de insumos básicos, falta de personal, sin infraestructura adecuada. Estas condiciones no permiten brindar una atención óptima”.

Tras la transmisión de imágenes por una televisora, en vez de atender la crisis, las autoridades investigaron quién filtró el material y amenazaron al personal con despidos si hablaban con la prensa.

La paradoja mexicana

Mientras se decreta gratuidad y se presume un sistema de salud como en Dinamarca, más del 46% de los enfermos pobres se quedaron sin consulta, y 500 mil personas no pudieron acceder a una cirugía durante el sexenio anterior. La realidad, como se vive en el Hospital General de México, es una política de salud sin recursos y sin rumbo, que está cobrando vidas.

En palabras de un trabajador:

“Aquí todo es faraónico, menos el presupuesto”.