
Iberdrola se va de México, Bartlett se queda / Vídeo
Por Redacción Xalapa
La salida de Iberdrola de México, confirmada esta semana por el diario español El Confidencial, cierra el círculo de una de las operaciones más controvertidas del sexenio de Andrés Manuel López Obrador: la compra de 13 plantas eléctricas por 6,200 millones de dólares, que consolidó el poder de Manuel Bartlett en la Comisión Federal de Electricidad (CFE) y marginó al sector privado de la generación energética.
La imagen que selló el acuerdo –con López Obrador, Bartlett, el CEO de Iberdrola Ignacio Sánchez Galán y el entonces secretario de Hacienda Rogelio Ramírez de la O– capturó el momento en que el gobierno vendió como “segunda nacionalización” lo que en realidad fue un rescate multimillonario de activos viejos para beneficio de la empresa española.
Según una investigación de Código Magenta, Iberdrola obtuvo una prima del 55% en la operación, vendiendo plantas con más de 15 años de antigüedad a un precio de 710 dólares por kilowatt. Con financiamiento público a través de la banca de desarrollo y el fondo privado Mexico Infrastructure Partners, la operación garantizó a Iberdrola una rentabilidad estimada del 30%. A cambio, la CFE no añadió ni un solo kilowatt de nueva capacidad energética.
La jugada fue ampliamente celebrada en los mercados internacionales. Iberdrola capitalizó más de mil millones de euros en valor bursátil tras la venta, y ahora, tres años después, busca deshacerse del 45% restante de sus activos en México —15 plantas de energía renovable valuadas en 4,700 millones de dólares— contratando al banco Barclays para liderar el proceso de salida.
La empresa justifica su retirada por la falta de “seguridad jurídica”, en el contexto de la inminente Reforma Judicial impulsada por Morena, que plantea un control total del Poder Judicial. El mensaje para los inversionistas es claro: en un país sin garantías legales, no hay certidumbre ni rentabilidad.
La situación resulta especialmente delicada dado que México atraviesa una crisis fiscal con un déficit de 7% del PIB y un crecimiento económico estancado. La 4T, mientras tanto, continúa impulsando litigios fiscales multimillonarios contra grandes empresarios como Ricardo Salinas Pliego, reforzando la percepción de una persecución disfrazada de justicia tributaria.
Iberdrola, que en 2024 aún planeaba invertir mil millones de dólares en México bajo el gobierno de Claudia Sheinbaum, ha dado un giro completo. A pesar de los gestos iniciales de cooperación, la compañía ahora apunta sus inversiones a Estados Unidos y Reino Unido, donde la estabilidad legal permite un entorno propicio para el desarrollo de proyectos eléctricos estratégicos, especialmente vinculados con la expansión de centros de datos y energías limpias.
Mientras Sheinbaum minimiza la salida de Iberdrola y defiende la prohibición del modelo de autoabasto, el legado de Manuel Bartlett sigue marcando el rumbo del sector: opacidad, estatismo y negocios a la sombra del poder. La salida de Iberdrola no solo es el cierre de un capítulo, sino una advertencia internacional: México ya no es tierra fértil para la inversión energética moderna.
(Con información de Código Magenta)
