17 de noviembre de 2025

 

Caricatura

Por Redacción

Crónica de abandono y revictimización institucional

18 de julio, en pleno centro de Álamo Temapache, Veracruz, la maestra jubilada y taxista Irma Hernández Cruz fue interceptada por un comando armado frente al mercado municipal. Fue obligada a subir a una camioneta y desaparecida sin dejar rastros.

Días después, circuló un video viral: Irma aparece arrodillada, esposada y rodeada por unos 12 hombres encapuchados con armas largas, obligada a decir: «mi nombre es Irma Hernández Cruz… compañeros taxistas, paguen su cuota o van a terminar como yo*». El mensaje fue claro: negarse a pagar piso se paga con la vida.

24 de julio, su cuerpo fue hallado sin vida en un rancho a más de 40 km del lugar donde fue secuestrada. La Fiscalía General del Estado confirmó el homicidio y sostuvo: “no habrá impunidad”. Solo se han reportado dos personas detenidas, sin hacerse públicos sus nombres ni el rol exacto de los sujetos que participaron en el video.

La noche de este jueves, familiares y seres queridos dieron el último adiós a Irma Hernández Cruz, maestra jubilada y taxista, cuyo cuerpo fue localizado tras seis días de haber sido secuestrada en el municipio de Álamo. Su asesinato ha conmocionado a la región y encendido nuevamente las alarmas sobre la violencia que golpea al norte de Veracruz.

Mientras tanto, autoridades estatales informaron la detención de dos hombres presuntamente implicados en el caso, identificados como Víctor N. y José N., capturados en el municipio de Cerro Azul. La Fiscalía General del Estado abrió una carpeta de investigación para deslindar responsabilidades y esclarecer el crimen.

La familia exige justicia y castigo a los responsables materiales e intelectuales del crimen, mientras colectivos feministas y de víctimas en la región exigen que el gobierno estatal actúe con mayor contundencia ante el avance del crimen organizado en la zona norte de Veracruz.

El silencio de Sheinbaum: referirse a «la mujer» y no por su nombre

Durante la conferencia mañanera del 25 de julio, la presidenta Claudia Sheinbaum se pronunció sobre el caso sin mencionar a Irma por su nombre. La llamó simplemente “la mujer”. En repetidas ocasiones aseguró que desde el mismo día que se denunció la desaparición, su gabinete trabaja con autoridades de Veracruz y la gobernadora para que no haya impunidad.

Prefería que el Gabinete de Seguridad explicara el caso, en vez de intervenir ella directamente:

primero hay que ver la condición… y sobre todo apoyar para que no haya impunidad”. Una mujer secuestrada, exhibida, asesinada… y olvidada

Irma fue víctima de extorsión en una región dominada por la denominada “Mafia Veracruzana” —brazo del Cártel del Golfo conocido como Grupo Sombra— que impone cuotas criminales en municipios como este.

A pesar de generar impacto mediático —el video causó indignación—, la actuación de la Fiscalía se quedó en promesas: solo dos detenidos, sin nombre ni avance real. No se han identificado públicamente a ninguno de los cómplices que se vieron alentados en pantalla, amenazando con normalidad.

El Estado la abandonó. La repudiaron su gremio y la sociedad civil. El magisterio veracruzano, los taxistas, los colectivos feministas: ninguno se pronunció por ella. Irma fue una figura incómoda. Una jubilada sin agenda pública. Una mujer de 62 años que se negó a pagar el derecho de piso.

Invisibilización institucional y violencia política simbólica

La presidente habla de “la mujer”, no de Irma Hernández Cruz. No dio voz a su nombre ni humanidad a su historia. Así la revictimiza, la reduce a estadística y evita el reconocimiento público de su existencia. El caso aparece como #TalDeSecuestradas, #OtroHomicidio, sin nombre, sin rostro.

Irma Hernández cruzó dos líneas: fue maestra jubilada que trabajaba dignamente y fue taxista que enfrentó extorsiones, con valor. No la reconocieron ni los suyos. No hubo solidaridad real ni presión gremial. Y mientras su nombre figura en un comunicado, sus omisiones pesan más que su memoria

La crónica de Irma Hernández Cruz no puede quedar en la lluvia de tweets ni en la sombra de un escándalo viral. Es una llamada urgente: la sociedad no puede tolerar que se normalice el asesinato de mujeres trabajadoras como parte de la cotidianidad. Ni mientras el gobierno federal y estatal simulan gobernar, ni mientras los símbolos se gastan en discursos vacíos de justicia.

Irma ya no está. Y si no exigimos que su caso deje de simularse, si no planteamos responsabilidades políticas y exigimos verdadero cambio, seguirán matando a mujeres que no tienen nombre para las “Mujeres Invisibles” del Estado.

Irma fue maestra, taxista, jubilada, mujer. Hoy nos exige dignidad… al menos como sociedad.