15 de octubre de 2025

Inundaciones

Por María Fernández

  En la madrugada del 10 de octubre, la ciudad de Poza Rica despertó bajo la amenaza del río Cazones, que rompió sus márgenes y arrasó calles, hogares y comercios. Ante la lenta respuesta de las autoridades, fueron los trabajadores de Petróleos Mexicanos (Pemex) quienes encabezaron las labores de rescate y auxilio en las zonas más afectadas.

Con el silbato de emergencia —una señal que solo se activa en casos críticos—, decenas de petroleros se movilizaron de inmediato hacia las colonias inundadas. Utilizando lanchas, camiones 4×4, ambulancias y los emblemáticos “Macarios” —vehículos industriales adaptados para rescate—, enfrentaron la fuerza del agua para salvar vidas.

Cada operación de rescate exigía coordinación, fuerza y valentía: los trabajadores subieron a techos inundados, guiaron familias hacia la seguridad y rescataron mascotas atrapadas en las corrientes.

Dios guarde, guíe y proteja a los trabajadores de Pemex que van rumbo a las zonas afectadas con los ‘Macarios’”, compartió un testigo en redes sociales, al observar la labor incansable del personal petrolero.

Según reportes internos, más de 25 elementos participaron directamente en los rescates, utilizando dos lanchas con motores fuera de borda y una moto acuática. Su intervención temprana permitió salvar a decenas de personas, incluso antes de que las autoridades municipales y militares lograran organizar la respuesta oficial.

El río Cazones convirtió las calles en caudales implacables, sumergió viviendas y negocios, y dejó a cientos de familias atrapadas. Sin embargo, la acción inmediata de Pemex mitigó la tragedia: los petroleros evacuaron familias, trasladaron heridos y llevaron a salvo a quienes permanecían en los techos, mientras los albergues recibían a quienes lo perdieron todo.

La solidaridad ciudadana se sumó al esfuerzo, pero fueron los petroleros quienes marcaron la diferencia en las primeras horas del desastre.

En medio de la adversidad, Poza Rica recuerda que la fuerza y la unidad no siempre vienen de las instituciones, sino del compromiso y la valentía de quienes no temen mojarse, ensuciarse y arriesgar la vida por los demás.

Hoy, la ciudad petrolera comienza a reconstruirse, con un aplauso que resuena especialmente para los héroes de Pemex.