Premio Nobel de Economía 2025 reconoce la innovación como motor del crecimiento; deja lección para México
Por Rebeca Solano
El Premio Nobel de Economía 2025 fue otorgado a Joel Mokyr, Philippe Aghion y Peter Howitt por sus investigaciones sobre el crecimiento económico impulsado por la innovación, un reconocimiento que, aunque no menciona directamente a México, pone en evidencia las debilidades estructurales del país: escasa inversión en ciencia, baja productividad y desigualdad persistente.
Innovar no basta
El Comité Nobel destacó que los economistas fueron premiados por “explicar los mecanismos mediante los cuales la innovación impulsa el progreso tecnológico y el crecimiento de largo plazo”.
Joel Mokyr aportó una visión histórica sobre cómo las sociedades que valoran el conocimiento y la experimentación logran sostener su desarrollo. Por su parte, Aghion y Howitt desarrollaron la teoría de la “destrucción creativa”, inspirada en Schumpeter, que describe cómo las nuevas ideas sustituyen a las viejas estructuras productivas, impulsando el cambio económico, pero también generando tensiones sociales y laborales.
El mensaje central de sus trabajos es contundente: la innovación solo genera crecimiento sostenido si existe un entorno institucional que la respalde, con competencia real, educación de calidad, financiamiento e incentivos a la investigación.
Una advertencia para las economías en desarrollo
Durante la conferencia en Estocolmo, Aghion advirtió que “la innovación requiere un ecosistema que premie el riesgo, no que lo castigue”, mientras que Mokyr subrayó que “el progreso no es automático: depende de que las sociedades toleren el cambio y manejen sus consecuencias”.
Estas afirmaciones resuenan en América Latina, donde el crecimiento se estanca por modelos productivos concentrados en sectores tradicionales y baja inversión en investigación y desarrollo (I+D). México, pese a su tamaño económico, invierte menos del 0.5% del PIB en ciencia y tecnología, muy por debajo del promedio de la OCDE.
Destrucción creativa, pero con desigualdad
El enfoque de Aghion y Howitt también enfatiza que la innovación sin políticas redistributivas puede aumentar la desigualdad. En México, los salarios en las regiones tecnológicas y manufactureras del norte triplican a los del sur rural, reflejo de una brecha estructural que amenaza con ampliarse ante la automatización.
“Las economías que adoptan nuevas tecnologías deben hacerlo con justicia social”, recordó Mokyr. “No se trata solo de producir más, sino de que los beneficios del progreso lleguen a todos.”
Competencia, apertura y futuro digital
Los galardonados alertaron que el proteccionismo y las barreras a la competencia frenan el crecimiento, al bloquear la entrada de nuevas ideas y empresas. En un contexto donde México enfrenta tensiones comerciales con Estados Unidos y apuesta por sectores estratégicos como la energía o los semiconductores, la lección es clara: cerrarse al cambio equivale a renunciar al futuro.
Además, el auge de la inteligencia artificial y la automatización exige políticas educativas adaptadas a empleos que aún no existen, así como una estrategia de innovación de largo plazo.
El desafío mexicano
El Nobel de Economía 2025 no fue un mensaje directo a México, pero sí un espejo que refleja sus rezagos estructurales. Las teorías premiadas recuerdan que el desarrollo sostenible no depende solo de exportaciones o estabilidad macroeconómica, sino de invertir en conocimiento, fomentar la competencia y proteger a los más vulnerables.
En un país que busca aprovechar la relocalización industrial y la digitalización global, la verdadera transformación económica requerirá apostar por la innovación con equidad.
Como escribió Joel Mokyr en A Culture of Growth:
“La prosperidad no es un accidente histórico: es una decisión colectiva de creer en el cambio.”