17 de noviembre de 2025

 

Claudia Sheinbaum  / Internet

Por Redacción

En el ocaso del sexenio de Andrés Manuel López Obrador y con Claudia Sheinbaum asumiendo la Presidencia de la República, los rumores sobre pactos rotos entre el lopezobradorismo y el crimen organizado han comenzado a circular con fuerza en círculos diplomáticos y de inteligencia. El tema no es menor: los vínculos entre el poder político y el narcotráfico estarían condicionando los primeros pasos del nuevo gobierno.

Uno de los personajes que podría convertirse en pieza clave de esta trama es el expresidente Enrique Peña Nieto, quien reside en España desde 2020. Según versiones que han comenzado a surgir en medios alternativos y redes diplomáticas, Peña Nieto estaría valorando una salida legal para hablar públicamente sobre los supuestos pactos entre el actual gobierno y grupos criminales como el Cártel de Sinaloa y «Los Chapitos».

Pactos oscuros: de Beltrán Leyva a El Mayo

De acuerdo con versiones extraoficiales, la guerra contra el narcotráfico iniciada por Felipe Calderón en 2006 no sólo obedecía a una estrategia de seguridad, sino también a un cálculo político. La ejecución de Arturo Beltrán Leyva habría representado el rompimiento de un canal de financiamiento que, presuntamente, llegaba hasta el movimiento de López Obrador.

A partir de ese cierre, el entonces opositor habría buscado nuevas alianzas. Las acusaciones más graves apuntan a presuntas negociaciones con Ismael “El Mayo” Zambada y los hijos de Joaquín Guzmán Loera, mejor conocidos como «Los Chapitos». A cambio de apoyo financiero y territorial, el pacto habría permitido a estos grupos operar con impunidad durante el actual sexenio.

Ruptura y traición

La reciente extradición exprés de Ovidio Guzmán a Estados Unidos, apenas días después de su reaprehensión en Sinaloa, habría sido interpretada como una traición del Estado a los compromisos pactados. Paralelamente, se rumora que el Mayo Zambada fue capturado en circunstancias no informadas y trasladado en secreto a territorio estadounidense, donde habría lanzado una advertencia directa a la presidenta electa: “O me sacas o canto”.

Este clima de desconfianza estaría dejando a López Obrador sin respaldo político ni criminal en la recta final de su gobierno. De ahí, dicen las fuentes, que haya depositado su última carta en Claudia Sheinbaum, quien se enfrenta a una encrucijada histórica: ¿limpiar el sistema o proteger a su mentor?

Peña Nieto, ¿la carta oculta?

Según estas versiones, Enrique Peña Nieto estaría siendo presionado para guardar silencio sobre lo que sabe del pasado y del presente de la política mexicana. Sin embargo, también se ha planteado la posibilidad de que solicite asilo en Estados Unidos o Europa y denuncie formalmente ante instancias internacionales las redes de corrupción, violencia y complicidad que permean en el Estado mexicano.

De hacerlo, Peña Nieto no sólo rompería el pacto de impunidad entre expresidentes, sino que podría convertirse —paradójicamente— en testigo clave para desmontar un narcoestado disfrazado de transformación.

Ayotzinapa, la prueba de fuego

En este escenario, el caso Ayotzinapa se mantiene como el símbolo más visible de la impunidad. La pregunta que muchos analistas plantean ahora es si Claudia Sheinbaum se atreverá a reabrir con seriedad el caso, aún si eso implica apuntar a la responsabilidad del Ejército y, eventualmente, del propio presidente López Obrador.

Con los vínculos criminales exhibidos, una traición interna en el narco y un testigo incómodo en Europa, México se acerca a una etapa crítica: ¿permitirá la presidenta entrante que se esclarezca la verdad, o será recordada como la encubridora del político más poderoso —y posiblemente más corrupto— de los tiempos recientes?