La candidata de la 4T, la zacatecana Rocío Nahle, se dirige a su grupo de seguidores (acarreados) quienes han escuchado sobre las propuestas supuestamente irrealizables que ella, Andrés Manuel López Obrador y Claudia Sheinbaum prometen. Presumen que dará continuidad a un "movimiento" que solo existe en la mente de ellos y en el imaginario político de sus seguidores.
Una de las constantes que hemos padecido los mexicanos, y en este caso, los veracruzanos, es la falta de preparación de aquellos que hoy se autoproclaman "libertadores" y mesías de la "verdad única verdadera" - sarcasmo aparte. Honestamente, lo único palpable es una gran incapacidad en la función pública, un afán insaciable por apoderarse de cualquier recurso disponible, incluso los clips de las oficinas, y una inmoralidad flagrante que les lleva a cometer cualquier ilegalidad y destruir lo que les estorba. Estos líderes están llevando al país y al estado de Veracruz a la debacle en la que actualmente nos encontramos como sociedad.
Rocío Nahle cumple con esos requisitos. Es deshonesta y voraz, sin capacidad ni conocimientos básicos de la historia de México, y mucho menos de Veracruz. Después de terminar sus libros oficiales de la SEP en la primaria, jamás volvió a tomar un libro, ni siquiera para cambiarlo de lugar porque le molestaba. Su limitada forma de expresarse revela su falta de preparación. Como el amor y el dinero, la ignorancia o la inteligencia no pueden ocultarse de ninguna manera posible.
Incongruentemente, la candidata se mueve de un municipio a otro sin tener la más mínima idea de dónde está parada. Consideró que ser "dedeada" por su máxima autoridad era suficiente para ganar la gubernatura de un estado del cual desconoce su historia, riquezas y contexto social. Veracruz no es Zacatecas. Aquí, nos arraiga un sentimiento más profundo, nos identificamos y sobrevivimos por nuestras raíces, cultura y la manera en que vemos la vida. Cosas que Rocío Nahle es incapaz de sentir, porque están arraigadas en nuestras fibras y las vivimos a diario.
Además, otro aspecto distintivo es que no perdonamos. Le dimos oportunidad a Morena. Sacamos a Javier Duarte y permitimos a Miguel Ángel Yunes Linares, pero ninguno funcionó y "pa'fuera". Nos mandaron a un zoquete llamado Cuitláhuac García Jiménez para gobernar, quien no solo jamás se ubicó, sino que fue deshonesto, corrupto, violentador, charlatán, imbécil e incapaz. Consideró que su gobierno sería bajo el manto protector de Andrés Manuel López Obrador, otro sujeto resentido, violento y muy corrupto.
La perorata que Rocío Nahle manifiesta en sus mítines es una burla e indigna. Además, sigue la misma estrategia de Javier Duarte, incapaz de sostener un discurso coherente. Toda su campaña expresa lo mismo, pareciendo que él es su "asesor" de campaña. Bendito asesor, que tenerlo es como no tener nada.
Dentro de sus discursos limitados, dice que dará continuidad a las bases de la Cuarta Transformación, que son la lucha contra la corrupción, bienestar social, cambio en las políticas económicas, transformación del sistema educativo y respeto a los derechos humanos.
Al menos en el estado de Veracruz, nada, absolutamente nada se cumplió. Al contrario, existe más corrupción y nepotismo. Cuitláhuac puso en la nómina estatal a toda su familia. Además, hay una pronunciada violencia laboral y estancamiento en el sector educativo. Zenyazen Escobar García junto con la Oficial Mayor, Ariadna Selene García, robaron a manos llenas a través de la venta de plazas administrativas, que ahora se han convertido en la perla de la corona. Además, actualmente bajo su gobierno, es cuando más violaciones a los derechos humanos existen en las dependencias del gobierno del estado.
¿De esa continuidad se referirá la doña zacatecana? ¿Será el legado de Cuitláhuac para Veracruz el robar, mentir y traicionar? Porque hasta ahora, es lo que los veracruzanos han padecido.
